Cómo te me haces padre, maestro y asere.

 

Wilfredo Padrón Iglesias[1]

“Cómo escucharte sin esquizofrenia

que el sucio oportunismo tantas veces premia.

Cómo te arranco del verso dicho de memoria

y te tatuó en el alma de todas las novias.

(…)

”Cómo te me haces padre, maestro y asere;

sangre de los pobres, hermano en deberes.

Cómo fue tu tiempo tan ancho de arriba abajo

sin ordenador, Internet, ni un carajo.”

Todo el mundo cuenta, Buena Fe.

Cada 28 enero, los niños, jóvenes y cubanos de todas las edadescelebramos un nuevo aniversario del natalicio de José Martí Pérez, reconocido como el más universal de los cubanos y Apóstol de nuestra independencia nacional. Sin dudas, es la ocasión más idónea para expresarnuestro reconocimiento a su obra y a la justeza de sus ideas, exaltar la vigencia de su legado y por medio de variadas iniciativas, subrayar aquellos aspectos de su pensamiento que han trascendido con mayor fuerza el paso del tiempo.

Como todo el caudal de hechos, figuras, valores y enseñanzas que atesora nuestra historia nacional, los tributos y acciones de recordación a Martí no deben quedar enmarcadas en una determinada fecha, por importante que esta sea. Es obvio afirmar que se necesita hacer de ello un ejercicio diario, de consciente apropiación, sin que esto se traduzca proporcionalmente en un incremento de espacios físicos y de tiempo dedicados a reiterar explicaciones, revisitar lugares comunes e insistir una y otra vez en la importancia de apropiarnos de nuestro pasado. A este reto se enfrentan cada día miles de cubanos, una parte de ellos dedicados profesionalmente a labores de enseñanza, investigación, difusión o preservación de nuestro devenir histórico. Otros se suman desde la identificación con su patria, con independenciade la profesión que ejerzan, o incluso sin tener ninguna. Algunos, aún allende los mares aportan a este propósito, como también hicieran en su momento Heredia, Varela y el propio Martí.

Los éxitos en este empeño son notables y cuantiosos, basados sobre todo en la apropiación social y familiarde nuestra historia, en la eficacia del sistema educacional y en los mecanismos para la educación ideológica de la sociedad. Situación que, por múltiples razones, es más favorable hacia la figura de José Martí. Pero aun así, los que ejercemos la profesión de enseñar, sobre todo a los más jóvenes, mantenemos latente la preocupación por la verdadera apropiación que los cubanos hemos hecho de la obra martiana, más allá del ejercicio de repetir frases, ideas comunes y pasajes de su vida, que incluso pueden satisfacer algún requerimiento docente. Es también objeto de inquietud que los métodos para hacer cada día a Martí más nuestro son difíciles de homogeneizar, cuando no imposibles de establecer como norma, dado los múltiples, diversos y hasta contrapuestos factores que convergen en este empeño. Y es que apropiarse de la obra y el ejemplo martiano no es tarea de profesión alguna, obra de un día, encargo de una asignatura, materia de un examen.

Así lo han comprendido aquellos hombres y mujeres,que dotados de conocimiento, habilidades, voluntad y amor, se empeñan cada díaendifundir y enseñar su obra y sus enseñanzas. Sin embargo, no ocurre así en todas las ocasiones ni en todos los espacios, no siempre se aprovechan las oportunidades y recursos disponibles, ni se utilizan con plena eficacia aquellas vías que pueden propiciar un mayor acercamiento de los jóvenes al legado martiano.

La principal de estas vías, o al menos una de las principales, debe ser el conocimiento directo de su obra, compuesta por cientos de artículos y crónicas periodísticas, discursos patrióticos, cartas personales y oficiales, variados poemas y un sinfín de escritos de toda índole. Aun cuando en no pocas ocasiones el lenguaje martiano sea difícil de comprender, nada puede sustituir su palabra.

Otro camino muy interesante y que puede resultar fecundo es el que valora el proceso de su formación, desde su nacimiento hasta la consolidación como la figura más importante de la segunda mitad del siglo XIX americano, expresada en tres facetas:el poeta, el audaz pensador revolucionario y el decidido hombre de acción. Obviamente, Martí no nació con estas cualidades, por lo que pudiera ser atractivo y aportador comprender cómo llegó a forjarse en hombre ilustrado, en amante apasionado, en organizador, estratega y líder de una revolución.

Problemáticas que nos llevarán por variados e interesantes caminos de la historia y a plantearnoscomplejas incógnitas. Entre las que pudieran encontrarse, por ejemplo, cómo soportó aquel cuerpo frágil los rigores de la cárcel y el presidio, con qué fuerzas continuó luego sus estudios universitarios hasta concluirlos con éxito, aun cuando el régimen español lo había desterrado de Cuba. Cuáles fueron los factores que contribuyeron a consolidar su pensamiento, durante su estancia en algunas repúblicas latinoamericanas, qué amigos y amores tuvo y qué dolores físicos y morales padeció entonces. Cómo logró autoforjar la capacidad y la decisión para aunar nuevamente las voluntades guerreras de Máximo Gómez, Antonio y José Maceo, Flor Crombet y otros cientos de patriotas. No podemos olvidar que si bien es cierta la disposición de estos de entregar su vida por Cuba, los intentos de reanimar la lucha durante la llamada Tregua Fecunda mostraron un panorama muy difícil. Con qué fuerza telúrica habló entonces a Gómez, sin ocultarle que probablemente recibiría la ingratitud de los hombres, de la que el viejo general ya había conocido en carne propia. Por qué Flor afirmó que solo la palabra martiana pudo sacarlo de “su nido de amores”. Cómo pudo alcanzar la unidad de acciónaun en medio de las tiranteces entre los Maceo, Flor, Gómez y su propia figura.

Cómo aquel, por entonces desconocido joven habanero, convenció adecenas de emigrados para que entregaran parte de sus menguados salarios por la independencia de Cuba. Y al mismo tiempo serel hombre enamorado que unos años antes había llevado a una muchacha -casi niña, en Guatemala, a “morir de amor”. O el que en medio de una batalla crucial por la segunda independencia latinoamericana, encontró la inspiraciónpara escribir susVersos Sencillos,en los que afirmó en tono sublime: “Y por la esquela que vi, sin saber cómo ni cuándo, sé que estuviste llorando, toda la noche por mí.”[2]

Cómo pudo, al mismo tiempo, aunar los pinos viejos y los nuevos, superar las rivalidades, la intolerancia, la desidia y la falta de confianza en la capacidad de los cubanos.Enfrentar el racismo, no solo afirmando que no había odio de razas, porque estas no existían, sino preguntando a sus compatriotas: “¿Y tú casarías tu hija con un negro?”[3]

Cómo logró, en suma, desarrollar una inmensa obra revolucionaria apartado de su familia, muchas veces sin la compañía de sus amigos, y las más con el enfrentamiento de los que no lo querían y el acecho de los agentes hispanosynorteamericanos. Con solo leer, por ejemplo, algunas de las cartas que le remitiera su madre, doña Leonor, o su esposa Carmen, podemos imaginar el inmenso dolor que debió sentir Martí al leerlas. La primera, por ejemplo, le escribió en 1881 advirtiéndole que: “…todo el que se mete a redentor sale crucificado”; más adelante, recrudeció su lamento: “Qué sacrificio tan inútil, hijo de mi vida, el que estás haciendo de tu tranquilidad y la de todos los que te quieren, no hay un solo ser que te lo sepa agradecer, el que más achaca tu sacrifico al ansia de brillar, otros, a la propia conveniencia, y nadie en su verdadero valor.”

Apenas un mes más tarde le escribiría su esposa, para decirle que el hijo común había estado: “… atacado por una fiebre maligna que lo ha tenido privado de sentido días enteros”. Y al final de la misiva, le reprochó: “Te estás matando por un ideal fantástico y estás descuidando sagrados deberes. Nunca se manchó ningún hombre por volver a su tierra esclava ante la necesidad urgentísima de vestir a su mujer y a su hijo, saber con qué curar sus enfermedades y enterrarlos si se mueren.”[4]

Realidades desgarradoras, que Martí supo comprender y atender, quizá no con la sistematicidad suficiente, pero sí con inmensas expresiones de amor hacia sus padres, hermanas y su idolatrado hijo“Ismaelillo”.

Por estas y otras realidades de similar importancia, la trascendencia de la obra martiana no está solo en el resultado, sino sobre todo, en el proceso. Aunque sea una verdad obvia, es necesario enseñar que Martí no fue un hombre predestinado a ocupar un sitial de honor, el pedestal del patio de la escuela o la imagen imponente de la actual Plaza de la Revolución. Podría entonces ser una lección agradable y aleccionadora, mostrarles a los jóvenes un Martí estudioso, tímido yvaliente, cual lorecrea-con mayor o menor acierto histórico- Fernando Pérez en su película “José Martí, el ojo del canario”. Aquel que años después, cuando iba a una fiesta, invitaba a bailar a las muchachas menos bonitas, porque –según le decía a María Mantilla: “… a las feas nadie les hacía caso, y es deber de uno no dejarles sentir su fealdad.”El que fue, según Máximo Gómez: “… activo, rebelde, contra todas las tiranías y usurpaciones.”[5]

El ser humano que decidió autoforjarse las capacidades y determinación para conducir la nueva etapa de la independencia nacional, sin escatimar sacrificios personales, desde los que supo llamar a otros, sin distinción, para que hicieran las más altas contribuciones, incluyendo la propia vida. El hombre que alcanzó un profundo conocimiento de la historia de Cuba, de la cultura latinoamericana y universal. El que enseñó a superar los errores del pasado, demostrando la inevitabilidad de una nueva guerra, que debía convertirse en paso fundamental para alcanzar la segunda independencia del Caribe y América Latina,valladarante las apetencias neocolonizadores de Estados Unidos y contribución fundamental a lo que denominó “el equilibrio del mundo”.

Por este camino tenemos la oportunidad de descubrir aun Martí más humano y real,más cercano a los problemas de nuestro tiempo, menos de piedra blanca y libros gruesos. De acercarnos aún más al hombre que supo dar la respuesta más firme y coherente a las necesidades de su época y que al mismo tiempo, como los jóvenes de hoy, los de pantalones estrechos y peinados sui géneris, tatuajes y piercing en lugares inimaginables, disfrutó de los adelantos de la ciencia y la técnica, de la cultura, los amores, la buena comida ydel placer de compartir con susamigos. Por eso quizás hoy habría tenido un espacio en las redes sociales, un teléfono celular y una computadora portátil. Pero que habría decidido, aún sin ello, amar y defender a su patria, ciñéndosela estrella y pisoteando el yugo;disfrutar de lo propio y no lo ajeno, porque la pobreza pasa pero no la deshonra; tener mucho “adentro” aunque hubiese poco “afuera”. Hubiese optado por el camino de la creación, aunque lo llevara al error; se empeñaría en buscar soluciones originales, aun cuando lo tildaran de trastornado; se arriesgaría a engendrar ideas y proyectos, en lugar de repetir frases y desandar caminos trillados.

Tal vez por esta vía develemosnuevas facetas del hombre que tuvo virtudes sublimes y errores comunes. Podamos conocer y comprender aún másal quesiempre mantuvo como brújula su amor por Cuba.El que se identificó tan profundamente con lo más puro del alma humana, queno odió a sus enemigos ni en las peorescircunstancias. El que un fatídico 19 de mayo de 1895 decidió enfrentar los peligros a que había llamado con su verbo ardiente y palabra redentora, pero que no eligió abandonar su vida, por la sencilla razón de que ella no le pertenecía sino a Cuba.

[1]Profesor de Historia de la Universidad de Pinar del Río. Doctor en Ciencias Históricas, miembro correspondiente nacional de la Academia de Historia, Cuba.

[2]José Martí Pérez. Versos Sencillos, XIX. Obras escogidas en tres tomos; tomo II. Editora Política, La Habana, 1979, pág. 580.

[3] José Martí Pérez. Para las escenas. Obras escogidas en tres tomos; tomo III. Editora Política, La Habana, 1981, pág. 220.

[4]Ambas cartas en: Destinatario José Martí. Compilación, ordenación cronológica y notas de Luís García Pascual, Casa Editora Abril, La Habana, 2005, p. 93 y 96, respectivamente.

[5]Testimonios recogidos en: Así vieron a Martí. Prólogo y notas de Gonzalo de Quesada y Miranda, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. 146 y 109, respectivamente.

Acerca de Dialogar, dialogar

Historiador, investigador, papá de María Fernanda y Alejandra
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Una respuesta a Cómo te me haces padre, maestro y asere.

  1. José Madera Medina dijo:

    Importante e interesante espacio «Dialogar, dialogar”, Muy bueno .útil y bello el artículo «Cómo te me haces padre, maestro y asere», del colega Wilfredo Padrón. A Martí hay que quererlo ,estudiarlo mucho ,mucho más, desde su propia obra escrita y desde su actuación a la que nadie supera , que incluye su pensamiento y accionar ético. Estudiarlo no solo por las excelentes biografías y ensayos que le rinden merecido tributo .Abogo, lo hago y haré hasta verlo consumado, porque su obra se estudie en todos los sistemas o niveles de educación nuestros como una asignatura sola ,aparte ,especial adaptada al nivel correspondiente y que no se «enseñe de forma diluida dentro de otras asignaturas o materias ,incluyendo la Historia de Cuba .Todas deberán hacerlo desde ellas, con arreglo al contenido y materia en cuestión, pero a Martí hay que estudiarlo más y hacerlo desde su propia obra como asignatura aparte. Es una urgente necesidad. Así habrá que hacerlo también con la vida, la obra y el pensamiento de nuestro inmortal e invicto Comandante en Jefe Fidel Castro .Todo ello es una urgente necesidad para el presente y el futuro de nuestro país y también de la humanidad ante los retos y los peligros que hoy nos amenazan.
    Gracias Wilfre por tu útil y fresco artículo que provocó estas reflexiones mías, y gracias también a «Dialogar, dialogar» por permitirme exponerlas.
    MSc. José Madera Medina .Profesor de Historia de la UPR.

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