Rafael Cruz
-Tú eres cubano.
No era una pregunta, era una afirmación dicha con total seguridad por la muchacha que se plantó, toda ansiosa, delante de mi. Asentí con expresión de no saber qué estaba pasando.
-¡Gracias a Dios!, ¿Por dónde se sale de aquí?
Los Grandes Almacenes de Moscú, son un complejo de tiendas que le hace honor a su nombre, enormes, con miles de departamentos, pasillos interiores, estantes interminables. Es natural perderse, en particular si no entienden los carteles indicativos. Tomé a la muchacha de la mano y la acompañé a la salida. Por el camino hablamos de todo un poco y hubo una pregunta obligada. ¿Cómo supiste que era cubano?
Mi niño- respondió ella- los de allá no nos parecemos a nadie, en medio de esta locura de gente, en la distancia, con solo una mirada, fue suficiente para saber que tú eras cubano.
¿Será cierto? ¿No puedo, por ejemplo, camuflarme con un dominicano alegre, con un nica viajero? ¿Salta a la vista lo que me (nos) distingue como pueblo, como cultura de ese trazo mínimo en el mapa del mundo, de esta pizca en la multitud de almas que habitan este flotante azul en el río cósmico? ¿Cómo es esa marca de nacimiento, esa emoción de pertenecer a un pueblo?, ¿Qué es lo que se desliza bajo las etiquetas de cubanidad y cubanía? De ello, y de mucho más, de tan “abigarrada urdimbre” trató el espacio Dialogar Dialogar ante un “cultivo” muy joven de la Facultad de Biología en la Universidad de la Habana; conducido por el Dr. C Elier Ramírez Cañedo quien esta vez estuvo acompañado por el profesor Miguel Barnet, presidente de la UNEAC y Enrique Ubieta Gómez, director de la revista Cuba Socialista.
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Elier, Ubieta, Barnet |
Luego de las presentaciones de rigor, un Barnet profesor, con ese tono suave y calmo de los maestros rurales y de los hombres de paz, se adentró en el laberinto ignoto de la formación y expresión de la identidad cultural, nacional de los cubanos. Estas fueron sus primeras palabras “Los conceptos de cubanidad y cubanía son peligrosos porque pueden derivar a un nacionalismo estéril y hasta nocivo”.
Una alerta para el comienzo – este viaje por los misterios de la identidad se parece cada vez más a una aventura- Aventura donde no son guerreros ni pícaros los adelantados, sino artistas. En los albores decimonónicos comenzó la búsqueda de una identificación propia para los nacidos en esta tierra emergida. Fueron los pintores y los músicos los primeros en expresar su pertenencia a este lugar, cálido y sintieron que sus cuadros o sus armonías se distanciaban de la estética venida de Europa. Así lo explica en el escenario del aula anfiteatro, el antropólogo y escritor cubano, quien dedicó un tiempo para promover entre los bisoños intelectuales la obra de Don Fernando Ortiz, en especial a desentrañar su obra y sus pasiones. En particular el sentido de esa suerte de deliciosa metáfora que califica a la cultura cubana como un ajiaco: caldo proteico de muchas viandas y diversas carnes que se cuece en una cazuela abierta.
Barnet explica que “Fernando Ortiz Introduce la idea de la cultura cubana como una ajiaco, un lugar donde confluyen muchas tendencias y corrientes, religiosas, culturales. Hoy diría, de estar aquí, que ese ajiaco se ha enriquecido, porque no podemos olvidar la presencia rusa que tuvimos durante muchos años en Cuba”. Lee directamente a su maestro “Como ocurre en el ajiaco, lo sintético y nuevo está en el fondo, en la sustancia ya descompuesta, precipitada, revuelta, fundida y asimilada en un jugo común, caldo y mixtura de gentes y culturas”.
De la raíz en la tierra fértil que se afinca en la roca oculta, en un asidero hondo, desde allí se sostiene la cultura. “Para entender un poco, o tener una apreciación justa de qué es la cubanía y la cubanidad, tenemos que mirarnos por dentro con una visión universal, no desde una visión localista. Son elementos que al fusionarse crean un tercer elemento, que podemos definir hoy como Lo Nuestro”.
¿Qué es lo cubano? esa pregunta tan difícil, a la que el propio Barnet no le encuentra una respuesta definitiva, como no la encontró Don Fernando en su tiempo, porque según explica el presidente de la organización de escritores y artistas, está relacionada con la identidad la cual le parece al investigador, un concepto “resbaladizo por estarse reconstruyendo constantemente”, incluso para Fernando Ortiz “no hay definiciones categóricas todo es muy poético, bello, no son conceptos rotundos, tienen un sentido de la relatividad”.
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Miguel Barnet |
Miguel Barnet intenta mostrarnos el camino a la definición y no la definición misma “La cubanidad son los factores materiales etnográficos que definen la cubanía. Súbitamente regresa a la pregunta inicial ¿Qué cosa es la cubanidad? Es como nos comportamos, como hablamos, como sentimos, que música nos gusta, que arte nos gusta. La cubanía la puede sentir incluso una persona que no haya nacido en este país una persona que viva en este país y diga tengo la voluntad de ser cubano”
En la afinación de un tema apasionante y complejo; sentado frente a tan interesante auditorio, el alumno de Don Fernando cita “Hemos dicho que la cubanidad en lo humano, es sobre todo una definición de cultura, la cubanidad es la pertenencia a la cultura cubana, pero ¿cuál es la cultura característica en Cuba? Para saberlo habría que estudiar un intrincadísimo complejo de elementos emocionales intelectuales y volitivos. ¿Cuáles son las culturas que se han ido fundiendo en Cuba? Toda la escala cultural que Europa pasó en más de cuatro milenios, en Cuba se experimentó en menos de cuatros siglos”
El intelectual vuelve una vez más a la pregunta ¿Qué es lo cubano? Y responde con más inquietudes “¿Lo cubano que definió Fernando Ortiz es lo cubano de hoy? ¿No han pasado por esta tierra procesos socio históricos que han marcado nuestro devenir para continuar en el actual, que es el socialismo integrador, que tiene conceptos como el humanismo, el nuevo humanismo, un rescate del pensamiento martiano, de Ortiz, de Feliz Varela, de José Agustín Caballero de los grandes precursores de nuestra nación?” Barnet termina de leer el folleto en sus manos “La cubanía que es conciencia y raíz de Patria surgió primero entre la gente aquí nacida y crecida, sin retorno ni retiro, con el alma regada en la tierra. La cubanía fue brotada desde abajo y no llovida desde arriba. La cubanía es la esencia de la que se nutre la cubanidad”.
En el año de 1939 Fernando Ortiz les dice a sus estudiantes en la universidad “El estudio de los factores humanos de la cubanidad es hoy de más trascendencia que nunca para todos nosotros. Perdónenme lo elemental y esquemático de estos asuntos, es a vosotros estudiantes, a los que les corresponderá agotar esta investigación, la experiencia, el juicio y hasta la práctica, muy importante la práctica, en ello os va la vida” Y la vida demostró que desde el 40 al 59 la cultura cubana fue maltrecha y distorsionada desde el poder. “Si eso lo dice en el 39- comenta Barnet- “que podemos decir ahora que tenemos una aplanadora de elementos foráneos que están penetrando en nuestra cultura”.
De sus experiencias como universitario, en los ya lejanos años de la primera mitad del siglo XX, habló Barnet “En la universidad de la Habana no se enseñaba de Cuba, aquí había que esperar que vinieran Fernando Ortiz, Raúl Roa y Jorge Mañach dieran conferencias para conocer de Cuba. La sociología que se enseñaba aquí era de la escuela europea, de la escuela inglesa, textos gélidos de conceptos sociológicos. De Cuba no se hablaba, hablaban Roa, Fernando Ortiz, Lezama Lima, Mañach, pero otros no hablaban, Así fue y luego para peor, la tiranía de Batista cerró la universidad”.
Termina el presidente de la UNEAC su intervención central, pero no la única de él esa tarde, insistiendo en el argumento con el que inició “Aprovechemos los valores que nutren nuestra identidad, desdeñemos los elementos que la empobrecen, vayamos a los valores sustanciales a lo verdaderamente cubano. Y no olvidemos que el concepto de cubano tiene siempre una visión universal, una visión proteica, y no una visión manca, reducida, esquemática y localista.
Imagino como en esos años, con la influencia de aquellos profesores que no rendían genuflexiones a Europa o Estados Unidos, de esos que llevaban a Cuba en cada palabra, en cada sentencia amorosa, en cada enseñanza inquietante o definitiva, gracias a ellos se fue afianzando en el alma de los jóvenes la rebeldía por la Patria sin libertad. Ellos Fernando Ortiz, Roa y los demás contribuyeron a la génesis de esos que unos años más tarde, serian conocidos como “La generación del Centenario” y cuyo principal aporte cultural fue la Revolución liberadora, radical, definitiva. Esa que nos puso en el mapa con resaltador de dignidad.
La cultura nos distingue sin dudas, bien que lo supo apreciar aquella joven perdida en Moscú, para encontrar la salida, y sobre todo, a un paisano al que darle un abrazo y hablarle, feliz, en la lengua materna.