(Prólogo de Luis Morlote Rivas Vicepresidente primero de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) a la obra Hacia una cultura del Debate. Espacio dialogar, dialogar de la AHS, Editorial Abril, 2017)
Estoy seguro de que cuando el doctor en Ciencias Históricas Elier Ramírez Cañedo cedió a la insistencia de varios de sus amigos para coor-dinar y conducir un ciclo de debates convocados por la Asociación Hermanos Saíz (AHS), a comienzos del año 2013, él no imaginaba la trascendencia que tendrían esos encuentros, ni la diversidad de temas puestos a discusión. Tampoco hubiese podido anticipar el modo en que iban a ser seguidos esos intercambios, no solo por los asistentes a las tardes del Pabellón Cuba los últimos miércoles de cada mes, sino durante semanas por cientos de internautas que sumaban sus propios criterios a las opi-niones de los panelistas.
Pero Elier Ramírez tiene amplia experien-cia en esos menesteres. Experiencia que no solo se basa en sus estudios acerca de temas históricos vinculados al conflicto Cuba-Esta-dos Unidos y el intenso trabajo desplegado de conjunto con otros investigadores, o debido al ejercicio crítico que realiza de manera cotidiana en diversas publicacio-nes. Sus años como dirigente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en la Universidad de La Habana, a comienzos de la primera década de este siglo, y el modo en que sistemáticamente estimuló y convocó al debate franco sobre temas polémicos, le fueron preparando para asumir este proyecto que ha reunido desde mayo de 2013 —y continúa reuniendo cada mes a figuras imprescindibles de nuestra intelectualidad como artistas, investigadores, periodistas, especialistas en temas disímiles, con representantes de las generaciones más jóvenes.
Interrogado en varias ocasiones durante estos más de dos años de Dialogar, dialogar, Elier lo ha dicho una y otra vez: la intención del es-pacio ha sido la de continuar estimulando el debate permanente de temas en nuestra sociedad. Y consiguió su objetivo e incluso fue más allá de lo que se proponía inicialmente: se convirtió en una especie de laboratorio. En sus sesiones se han expresado opiniones, se han expuesto argumentos, se ha discutido intensamente. Con responsabilidad y compromiso cada quien ha dicho su criterio, a veces divergentes entre sí. Se ha diseccionado la realidad cubana actual sin desconocer el contexto, en un ejercicio que ha puesto a pensar a quienes intentaron asistir como simple espectadores.
Bastaría revisar los títulos de esos diálogos para darse cuenta de que no ha escapado a la convocatoria casi ninguno de los temas que hoy motivan el intercambio y la reflexión cotidiana en nuestro país. La posibilidad de un cambio de mentalidad, el significado de ser revolucionario en la actualidad, la economía del país, las relaciones Cuba-Estados Unidos, la guerra cultural contra el socialismo, el desmontaje de la historia, el ideario de José Martí, la vigencia del pensamiento del Che Guevara y la obra de Rubén Martínez Villena, son algunos de los tantos asuntos sometidos a discusión.
Desde una pequeña sala en la emblemática Rampa capitalina, a veces con muy poca promoción, Dialogar, dialogar ha logrado, sin embar-go, resonancias amplias. La idea de reproducir los debates en un blog de igual nombre ha permitido el acercamiento a un público otro, que no asiste al Pabellón Cuba pero se interesa por los temas, opina con mucha profundidad y en ocasiones toma partido a favor de uno u otro ponente. De este modo el debate se extiende en el tiempo y en la geografía. También en más de una ocasión he visto algunos textos de los encuentros publicados en otros medios de prensa, lo cual, lógicamente, ha permitido que la producción de contenidos del espacio llegue a otros lectores. Sin embargo, faltaba un volumen, una compilación de los escritos surgidos en las jornadas de diálogo.
Este libro contiene un conjunto interesante de textos agrupados de manera cronológica bajo los nombres de los paneles que los motivaron. Algunos fueron leídos por sus autores en los encuentros, otros son las transcripciones de las intervenciones realizadas al calor de los intercambios o el resultado de reflexiones posteriores enviadas al sitio web del espacio; pero todos, sin excepción, arrojan luz sobre tópicos que ahora mismo están abiertos al debate en la sociedad cubana actual. Se puede coincidir o no con los criterios emitidos, pero al menos resulta evidente que los autores conocen sobre el tema al que fueron convoca-dos y hablan con propiedad. Además, la compilación permitirá al lector acercarse objetivamente a lo que ha sido la existencia de Dialogar, dialogar y comprender, desde la diversidad de asuntos, la utilidad del debate intergeneracional que ha conseguido desde su primera convo-catoria.
Dialogar, dialogar nació unos días después de la muerte de Alfredo Guevara y se inspiró especialmente en los frecuentes intercambios que sostuvo aquel gran maestro, en el transcurso de varios años, con jóvenes de nuestra generación en sus continuas visitas al Pabellón Cuba, sede nacional de la Asociación Hermanos Saíz. Durante largos encuen-tros, una y otra vez, nos pidió, nos exigió, fomentar espacios para la discusión, escuchar al otro, dar argumentos, estudiar, dedicar tiempo a pensar y no rehuir ningún tema por escabroso que fuera, defender con ideas los valores de la Revolución. Alfredo nos convenció de que el debate es más necesario ahora que nunca antes.
Seguramente por ello Elier Ramírez decidió nombrar el proyecto en ciernes con el título del último libro del destacado intelectual cubano, que fuera presentado póstumamente en el mismo Salón de Mayo donde cada mes se realizan los debates. En la introducción de ese volumen está quizás la clave que movió y sigue moviendo a los organizadores y protagonistas de Dialogar, dialogar.
Dice Alfredo Guevara:
Aquel llamado de Fidel un 17 de noviembre no parecía tener respuesta y, al fin, en circunstancia aún más difícil, comenzó a tenerla y la tiene en este proyecto de transformaciones radicales que ha iniciado Raúl con su equipo y más y más compañeros, a veces de primer plano, y otros especialistas calificados reunidos en grupos de trabajo.
Se ha abierto una época que he querido otra vez llamar de lo posible. Es la época en que la diversidad se recobra conceptualmente y para la vida real en la sociedad real, y en marco definido por el saber y la ética y la elevación de la persona a rango que es el suyo. Diversidad no teatralizable, no espectáculo, en lo esencial, auténtico y profundo. Esa diversidad de cosmovisiones, en las que la diferencia puede ser evidente, innegable o en nada o casi nada excluyente, puede y debe continuar, ahondar y complejizar el diálogo, diálogo verdadero…1
Nadie podrá negar que esta selección de textos, que ahora ve la luz bajo el sello de la Casa Editora Abril, y el espacio mismo, que continúa mes tras mes en el Salón de Mayo del Pabellón Cuba, constituyen una contribución al diálogo, a ese diálogo verdadero promovido por Alfredo Guevara y al cual nos sigue convocando con insistencia aunque ya no esté físicamente entre nosotros.
Es necesario agradecer a Elier Ramírez Cañedo y a la Asociación Hermanos Saíz, que él también representa como intelectual miembro de su Dirección Nacional, la permanencia de este ejercicio de intercambio de criterios, abierto, franco, desprejuiciado, inclusivo y participativo, muestra de democracia plena del socialismo que día a día todas las generaciones de cubanos estamos empeñados en continuar fundando y revolucionando.
Cuando este volumen llegue al lector, seguro habrá ya nuevos es-critos, intervenciones, artículos y comentarios, sobre estos mismos temas o sobre asuntos distintos, con similares visiones o con opinio-nes totalmente diferentes, nacidos de otros encuentros de Dialogar,
dialogar, que ojalá puedan convertirse también en libros. Mientras es-peramos que ello suceda, con los textos aquí ofrecidos continuemos fomentando día a día nuevos diálogos.
Notas
1 Guevara, Alfredo: Dialogar, dialogar (Escuchar, enseñar, afirmar, aprender), Ediciones Nuevo Cine Latinoamericano, La Habana, 2013, p. 31.