Elier Ramírez Cañedo

Recuerdo haber escuchado en varias ocasiones a Fernando Martínez Heredia decir que el pensamiento y el debate son para la sociedad en transición socialista como el aire que respira para el individuo. En ese sentido, debo comenzar esta presentación reconociendo a Último Jueves de Temas como pulmón capitalino que ha estado oxigenando, con sus intensos y sistemáticos debates, nuestro proyecto revolucionario. También hay que destacar la labor de Rafael Hernández, uno de nuestros más renombrados académicos, quien desde 2002, contra viento y marea, ha logrado mantener con excelente salud este espacio de deliberación sobre los más disímiles temas de nuestra realidad nacional, reuniendo a especialistas, funcionarios y al más heterogéneo público.
Es cierto que en la actualidad se han multiplicado los espacios de diálogo en nuestra sociedad, pero sin duda los debates de Temas se llevan las palmas por haber abierto la senda en esos difíciles años 90 y por su impresionante constancia. Ha sido además muy importante para la participación protagónica de nuestra ciudadanía, donde han brotado numerosas críticas a nuestros problemas, pero también ingeniosas propuestas de solución. Ahora que hace casi cinco años coordino el proyecto Dialogar, dialogar de la AHS, comprendo aún más la magnitud de lo logrado por Rafael y su equipo.
Mas Último Jueves es apenas un fragmento de un proyecto cultural más amplio, que comprende también la revista Temas, Ediciones Temas —con varios libros publicados en formato electrónico—, el Premio de Ensayo, el canal en Youtube, la página Web, los perfiles en las redes sociales y el blog Catalejo. Es difícil encontrar un proyecto cultural que en los últimos veinte años haya hecho un aporte tan significativo en el campo del pensamiento y las ciencias sociales.
Espacios como estos cobran hoy mayor trascendencia, en medio de un mundo donde el humanismo se bate en retirada y en el que se acrecientan para la nación cubana los desafíos ideológicos y culturales. Frente a esos retos colosales, el mejor antídoto sigue siendo, además de hacer que las cosas funcionen bien en todos los órdenes, el fomento de miradas críticas, y para ello se requiere una auténtica y sólida cultura del debate, basada en el respeto a la diversidad de opiniones y la generación del clima que lo propicie, y donde, como dijera el Che, los argumentos se rebatan siempre sobre la base de los argumentos y no a palos; donde impere la fuerza de la razón y no la razón de la fuerza.
Ningún ejercicio mejor que el debate y la polémica para el desarrollo del pensamiento y las ideas propias —desde una visión humanista, anticolonialista, anticapitalista y antimperialista—, cuando precisamente lo que trata de imponer el sistema capitalista en el mundo no es ya solo la primacía de una ideología, sino incluso que se piense lo menos posible, lo cual resulta totalmente funcional a su dominación. Ese entrenamiento para el debate al que aspiramos, no solo se gana con instrucción, sino con mucho ejercicio práctico, y eso Último Jueves por sí solo no lo puede resolver, por muy importante que sea su contribución, junto a la de otros espacios de debate. Esta ardua labor debe ser una responsabilidad de toda la sociedad, de las organizaciones políticas y de masas, de los medios de comunicación y del sistema de educación en sentido general. Necesitamos ese pensamiento crítico, construido sobre la base de una real cultura del diálogo, el debate y la polémica, para enfrentar tanto los efectos nocivos de la globocolonización —al decir de Frei Betto—, como nuestras propias falencias.
Los dos volúmenes de Último Jueves que ahora se presentan constituyen un notable aporte dentro de la gran batalla cultural de estos tiempos y en el perfeccionamiento de nuestro modelo de socialismo. El primero de ellos, el número 7, se concentra en los temas económicos, pero desde una visión que toma en cuenta todas sus ramificaciones en el conjunto de las relaciones sociales. Comprende doce paneles realizados entre 2010 y 2016. Prácticamente todos los asuntos más acuciantes de la economía cubana actual fueron debatidos sin que la sangre llegara al río —otro gran logro del espacio—, incluyendo algunos tan espinosos —por razones lógicas— como el de «Ganarse el pan: ingreso y nivel de vida». El volumen 8 reúne diez paneles realizados en 2016, algunos de ellos también muy controversiales, pero eso no debe asombrarnos, pues como señalara Alfredo Guevara, para eso hacemos Revolución, “para hacer más compleja la sociedad”,[i] ante cada solución a un problema, suelen surgir nuevas problemáticas, y con ellas la búsqueda de nuevas soluciones. Último Jueves ha demostrado que es posible sostener un diálogo de altura y aportador sobre todos los temas imaginables de nuestra realidad, y más importante, que es preferible que lo hagamos nosotros desde la Revolución y no otros, muchas veces con segundas y malas intenciones.
Finalmente, quisiera añadir que estos volúmenes no atesoran solo un extraordinario valor en la coyuntura actual, sino que lo harán también en el futuro, como documento histórico que deja una constancia valiosísima del movimiento de las ideas en Cuba en las últimas dos décadas.
Muchas gracias.
(Palabras en la presentación de los volúmenes 7 y 8 de Último Jueves. Los debates de Temas en la Feria Internacional del Libro de La Habana 2018)
[i] Alfredo Guevara, La Revolución la hacemos para hacer más compleja la sociedad (Transcripción. Encuentro con intelectuales de la Comunidad Cubana en el Exterior, en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), La Habana, 9 de junio de 1979, en: Tiempo de Fundación, Iberautor Promociones Culturales S.L, Madrid, 2003, pp.338-377
(Tomado del blog Catalejo)