Agradezco la invitación a presentar este libro en la importante 27 Feria Internacional del Libro de La Habana de 2018;y felicito al autor, y a la editorial de Ciencias Sociales, por poner en nuestras manos otro resultado de investigación centrado en la historia de Cuba y sus conflictivasrelaciones con Estados Unidosen el período muy significativo de la presidencia deRichard Nixon. Si recordamos que el ex presidente Obama sugería olvidar la historia, sería razón suficiente para no hacerlo, pero la importancia de este trabajo en el momento actual es absolutamente trascendente, porque permite extraer algunas lecciones sobre la política imperialista contra Cuba.
La más reciente obra del historiador cubano Tomás Diez Acosta, nos presenta un análisis minucioso, basado fundamentalmente en documentos oficiales y abundantes fuentes primarias—algunas recientemente desclasificadas— sobre los factores que contribuyeron a la formación de la política de Estados Unidos hacia Cuba durante el período (1969–1974). Como bien se afirma en el título, fue una especie de intento de revancha de Nixon contra Cuba, cuando las condiciones y factores económicos y políticos en Estados Unidos, en Cuba y en el contexto regional y mundial, no favorecían ese tipo de política intervencionista y agresiva.
Esta etapa es de especial importancia porque ocurrieron complejos y contradictorios procesos económicos, políticos e ideológicos, que repercuten hasta el presenteen las relaciones internacionales. Solo por mencionar algunos de los más trascendentales: la crisis económica 1973–75,la subida de los precios del petróleo por acción del cartel de la OPEP, ascenso de los déficit fiscal y comercial norteamericanosasociados a la guerra de Vietnam,el fortalecimiento del movimiento pacifista en Estados Unidos, la ruptura del sistema monetario de Bretton Woods debido a la decisión unilateral de Nixon de interrumpir la convertibilidad del dólar estadounidense en oro, que fue una de las primeras manifestaciones de la declinación relativa de Estados Unidos como potencia mundial. La cierta paridad estratégica militar entre la URSS y Estados Unidos y la influencia del realismo político de Kissinger como un interregno de la “Guerra Fría”, aunque nunca se reflejara en los países de Asia, África y América Latina y el Caribe, ni en Cuba, donde el conflicto caliente siguió expresándose con toda su violencia y brutalidad.
Este nuevo libro constituye la continuidad de una colección de trabajosinvestigativos del autor, que permiten abarcar otras etapas y problemas principales del conflicto de Estados Unidos con Cuba, como son los casos de:
- Peligros y Principios (1992 y una nueva versión ampliada, 2012)
- Algunas reflexiones cubanas sobre la Crisis de los Misiles (1997)
- La Guerra encubierta contra Cuba (1997 y una nueva versión ampliada 2006)
- Octubre de 1962. A un paso del holocausto (2002 y 2007)
- Confrontación Estados Unidos–Cuba (2003)
- Los últimos 12 meses de J.F. Kennedy y la Revolución cubana (2011)
- La derrota de la guerra sucia. La administración de Lyndon B. Johnson contra la revolución cubana (2014).
El presente librocuenta con siete capítulos. El primero de ellos. “El contexto” aborda las condiciones históricas, sociales y políticas en que se desarrolla el conflicto bilateral en los años de la presidencia de Nixon, y cómo influyen estas en Estados Unidos, Cuba, el marco regional y en las relaciones internacionales. No se trata de la simple exposición de acontecimientos, sino el análisis del problema de la formación de política, de sus complicadas interrelaciones en la trama interna y externa de las relaciones bilaterales Estados Unidos̶- Cuba. Ello permite entenderel valor de las percepciones y la correlación de fuerzas en la política, así como los distintos agentes y factoresque interactúan dentro del sistema político hasta definir el vector resultante en la proyección externa de la política imperialista.
El segundo “La política de Nixon hacia Cuba: continuidad y ruptura” brinda una interesante contribución a un enfoque tradicional en los estudios sobre la política de Estados Unidos y sus relaciones internacionales,al buscar definir precisamente los elementos de su continuidad y cambios, así como los factores que la determinan. Como se ha evidenciado, la tendencia principal es a la continuidad, basada en la identificación del interés nacional de Estados Unidos, los principios y valores fijados como rasgos de su identidad desde los Padres fundadores, pero también se evidenciancontradicciones internas en la formación de la política estadounidense entre las distintas interpretaciones dentro de la clase dominante en el sistema bipartidista, de cómo lograr mejor la defensa de los intereses económicos y de la seguridad nacional en distintos ámbitos, correlaciones de poder y circunstancias que presionaron por ajustes en la política. Lo que a veces se denomina el gobierno permanente, la burocracia y los funcionarios fundamentalmente en el Departamento de Estado y la CIA, otras instancias del gobierno, la opinión de expertos e incluso encuestas públicas manifestaban argumentos a favor de introducir modificaciones en la política hacia Cuba, o por lo menos considerar variantes que sugerían la movilidad del consenso político interno, si bien la postura inflexible y anticomunista de Nixon, evidenciada desde el primer informe después de una entrevista con el líder cubano Fidel Castro en que recomendaba su eliminación por considerarlo influido por las ideas comunistas,y sus íntimos vínculos con la contrarrevolución terrorista, no posibilitóen esta primera etapa que esas nuevas condiciones y tendencias tuvieran una expresión fundamental en la política exterior hacia nuestro país.
El tercercapítulo, “La CIA y la guerra económica contra Cuba (1969 – 1970)”, registra cómo los grupos contrarrevolucionarios con el respaldo de la CIA realizaron distintas acciones criminales, guerra psicológica y biológica para dañar el desarrollo socioeconómico del país en la compleja coyuntura de la zafra de los 10 millones en 1970, porque al no cumplirse la meta productiva planificada, consideraban erróneamente era un momento oportuno para quebrar la unidad interna y el respaldo popular a la Revolución y sus líderes.Se inserta aquí el caso de la llamada crisis de los submarinos soviéticos en Cienfuegos, que en definitiva como una secuela de la Crisis de Octubre fue solucionada discretamente y casi al margen de la política de EEUU hacia Cuba, del modo propio de la detente,que se venía desplegando entre las dos grandes potencias en el marco de la confrontación “Este–Oeste”.
En el cuarto, “Otras acciones de la guerra económica contra Cuba”, sehace énfasis en las acciones terroristas y criminales contra los pescadores cubanos, su secuestro, hundimiento de sus embarcaciones, para atemorizar a los trabajadores del mar y dañar la economía del país al reducir sus fuentes de alimentos. A esto hay que agregar el empleo del arma biológica,con la introducción del virus de la fiebre porcina que perjudicó por varios añosla producción de carne de cerdo, un artículo preferido dentro de la dieta del pueblo cubano.
“El declive de los grupos contrarrevolucionarios” —como nombra el quinto capítulo—, expone el fracaso de los grupos del llamado “exilio” contrarrevolucionario y en particular el Plan Torriente, como un nuevo intento de restablecerlos como agentes de la política anticubana de Estados Unidos, como había sido la invasión mercenaria derrotada en la arenas de Playa Girón. El llamado Plan Torriente, trató de lograr la unidad de los grupos contrarrevolucionarios y dotarlos de una falsa legitimidad, como una especie de cubanización del conflicto y reutilizar a los agentes que habían sido preparados por la CIA desde JM Wave en Miami. En esta parte de la obra se aborda lo que el autor denomina la “crisis de los buques madre”, neutralizada debido a la acción firme y efectiva de las fuerzas de la Revolución para frenar los ataques criminales contrarrevolucionarios, como el realizado contra el poblado de Boca de Samá.
El sexto, “El acuerdo sobre los secuestros de naves aéreas, marítimas y otros delitos”, muestra el resultado del fracaso de los planes violentos del imperialismo contra Cuba y prueba cómo, a pesar de la hostilidad de Nixon y su compromiso intimo con los sectores más hostiles y criminales de la contrarrevolución cubana radicada en ese país, el gobierno cubano logró avanzar la negociación de forma que se respetaran sus intereses de seguridad nacionalmediante una diplomacia justa, firme y de principios.
El séptimo y últimocapítulo del libro, “Debacle de un Presidente” demuestra el atolladero en que se situó Nixon en su segundo período por la función interna otorgada a cuatro contrarrevolucionarios cubanos de los cinco agentes que penetraron ilegalmente las oficinas del Comité Nacional del Partido Demócrata en los edificios de Watergate, encabezados nada menos que por el Jefe de seguridad del Comité para la Reelección del Presidente Nixon.Durante esta última etapa se evidencian propuestas en el Congreso para abrir las relaciones con Cuba, se ampliaban las relaciones de Cuba con la región.
Este contexto tan desfavorable para mantener la política de agresión, aislamiento y bloqueo a Cuba motivó la reacción desesperada de los grupos contrarrevolucionarios terroristas, señaladocomo “terrorismo fascista”, una tendencia creciente entre 1973 y 1974, que centró sus acciones criminales en oficinas comerciales, diplomáticas cubanas y extranjeras en terceros países, e incluso agencias privadas que mantenían relaciones con Cuba en Estados Unidos.Una guerra interna dentro del llamado exilio cubanose desplegó contra aquellos considerados traidores por hablar, negociar, viajar o relacionarse con Cuba, en un ambiente propio de las guerras entre grupos mafiosos con profuso empleo de bombas y asesinatos.
El retroceso actual de la política impulsada por Trump hacia Cuba, aunque se realiza en un contexto diferente, tiene semejanzas con lo ocurrido durante los años de Nixon que deben reconocerse, y pueden considerarse lecciones históricas. Buscar apoyo a su política entre los sectores más reaccionarios de la contrarrevolución cubana —famosos terroristas, fascistas, criminales, personas con limitados valores humanos, llenos de odio y capaces de lo peor—, constituye un denominador común entre Nixon y Trump. Tratar de actuar contra los propios intereses económicos y de la seguridad nacional de Estados Unidos, el consenso interno y desconocer las propias leyes estadounidenses y en el fondo despreciar y pisotear ese sistemaparece ser comportamientos compartidos por estos dos presidentes. Regresar a una política fracasada en momentos en que fuerzas internas y externas han dado suficientes pruebas de estar en contra de la misma y porque además ha sido demostrado y reconocido su fracaso, dado la existencia de compromisos políticos con grupos contrarrevolucionarios terroristas, son comportamientos que se manifiestantanto en la orientación política de Nixon como de Trump hacia Cuba.
Además, pretender que los políticos de la contrarrevolución pueden servir de soporte a su estabilidad política interna es un enfoque peligroso. Aunque no sea exactamente lo mismo, el espectro de los “plomeros” violando las oficinas demócratas para influir en las elecciones de ese país, se acerca al intercambio de favores que parece servir al menos como una de las motivaciones del presidente Trump para tratar de paliar sus propias contradicciones políticas internas con figuras como Marco Rubio y Díaz Balart. Los desatinos y comportamiento errático de Trump han hecho que se haya proyectado el fantasma del impeachment sobre su gobierno. Es obvio que nadie puede prever ese escenario, e incluso podría ser reelegido como Presidente en 2020 en el marasmo político interno en ese país, a falta de un proyecto alternativo viable en los marcos del sistema político estadounidense, pero sería un error excluirlo.Tampoco debe considerarse al vicepresidente Mike Pence, que en ese caso hipotético ocuparía la Presidencia como un buen augurio o factor de cambio garantizado hacia una política más respetuosa y realista de Estados Unidos hacia Cuba.
Lo que enseña la historia, y esta obra contribuye a demostrar, es que estas políticas extremas serán derrotadas e irremediablemente aplastadas por el avance de Cuba, su política de principios y resultados graduales en el perfeccionamiento de su sistema como ha ocurrido hasta el presente. La política de Estados Unidos tendrá necesariamente, mas tarde o más temprano, que ajustarse a un esquema semejante al iniciado por el gobierno de Obama durante sus dos últimos años, que ponga el énfasis en la negociación respetuosa, reconociendo las diferencias políticas e ideológicas, la independencia y soberanía de Cuba, pero avanzando en un proceso de normalización de las relaciones para beneficio recíproco tanto del pueblo de Cuba como el de Estados Unidos.
Luis René Fernández Tabío
La Habana, 8 de febrero 2018