FONTÁN: DEJAR DE SER HOMBRE PARA SER BANDERA

por: Yunet López Ricard

«Apareció muerto un hombre al fondo del Palacio de Justicia». Fue uno de los titulares de la prensa para, fríamente, dar a conocer que aquel 7 de febrero de 1958, en este mismo lugar donde nos reunimos hoy para honrarlo, había amanecido el cuerpo sin vida de Gerardo Abreu Fontán. Era un muchacho de solo 25 años, un hijo del pueblo revelado contra la dictadura de Batista, uno de los grandes jefes de la clandestinidad en La Habana.

La tarde del día anterior, mientras viajaba en un ómnibus por la calle Infanta, un esbirro se percató de que lo había visto antes, en los tiempos en que Fontán estuvo preso la primera vez por sus labores revolucionarias. No eran fáciles de olvidar sus grandes ojos negros, y aquella mirada con la misma carga de nobleza que de coraje. En cuanto la guagua se detuvo, intentó apresarlo, pero Fontán era ágil, lo empujó y logró salir corriendo. Ya le llevaba cierta ventaja, pero una patrulla venía, en ese justo momento, por la calle Santo Tomás y lo condujo hasta la Séptima Estación. Hasta allá enseguida llegó aquel que lo perseguía, y lo identificó. En ese entonces, ya era uno de los jóvenes más buscados por la dictadura.

De inmediato lo trasladaron a la tenebrosa Novena Estación, donde mandaba el cruel asesino Esteban Ventura Novo. Esa noche y durante la madrugada Gerardo sufrió las torturas más horribles. Querían que hablara, que les contara todo lo que sabía del Movimiento, que delatara a sus hermanos de lucha. Lo golpearon hasta lo indecible, y con un punzón le agujerearon el cuerpo más de 50 veces, a la espera de que dijera alguna dirección, algún dato.

Él lo sabía todo, él dirigía las brigadas juveniles del 26 de Julio en la capital, y tenía cientos de muchachos bajo sus órdenes. Cada día, desafiando los peligros de aquella Habana revuelta, convertida en una especie de jaula para quienes se oponían a Batista, Fontán recorría los barrios, hablaba con muchos y fortalecía el movimiento de lucha juvenil, donde todos ya admiraban la hondura de sus valores, su arrojo sin límites y su magisterio noble para foguearlos en las lides de la lucha clandestina. Como recordaba el prestigioso intelectual y político cubano Ricardo Alarcón de Quesada, quien fuera uno de aquellos bajo su mando: «la mayor fuerza revolucionaria de la capital la dirigió con su carisma y sus dotes organizativas excepcionales, porque Fontán educó a sus compañeros de lucha en una disciplina, una austeridad y una ética que nos parecían venidas de otro mundo».

Él había crecido en las calles humildes de El Condado, un barrio de Santa Clara, y allí había sufrido la impotencia de los pobres ante la miseria, y sus angustias de niño negro que solo llegó al cuarto grado y desde muy temprano tuvo que salir a las calles a trabajar duro por unos cuantos centavos.

En busca de otros horizontes llegó a La Habana cuando solo tenía 11 años. Aquí fue aprendiz de carpintero y trabajador de una imprenta. Sin embargo, aquel obrero tenía corazón de artista, enamoraba con su palabra al hablar sobre literatura, y recitaba con maestría poemas afrocubanos, símbolos de su raíz yoruba y guerrera, esa que también lo impulsaba a la rebeldía contra la discriminación y las tantas injusticias de aquellos tiempos. Por eso integró las filas de los ortodoxos y, cuando el 10 de marzo de 1952 Batista dio el golpe de Estado, Fontán se entregó por completo a las batallas contra la tiranía.

Ardua fue su labor junto al revolucionario Ñico López para organizar las brigadas nacionales del 26 de julio en la capital; y cuando Ñico le pidió estremecer La Habana con propaganda, Fontán convirtió incontables muros en espacios de denuncia, y la ciudad amanecía pintada con grandes letreros revolucionarios.

Aquel joven delgado, extremadamente honesto, con inteligencia natural y muy humano, estaba dispuesto a todo: recaudaba fondos, reclutaba combatientes, preparaba la insurrección; y desplegó un trabajo tan intenso que sacudió varias veces a la dictadura, como cuando alumbraron la ciudad habanera, justo a las nueve de la noche, casi un centenar de explosivos. De ese hecho, que pasó a la historia como la noche de las cien bombas, Fontán fue uno de los organizadores.

Su actividad era constante, sus acciones cada vez más arriesgadas, y las fuerzas represivas comenzaron a perseguirlo con más saña. Ningún sitio resultaba seguro para él, y vivía en la más absoluta clandestinidad, pero sin dejar de combatir un segundo. Para ese entonces, ya se había ganado el respeto de sus compañeros. Por eso Alarcón decía:

Llegó a ser para nosotros un mito. Él, que no había avanzado en la enseñanza elemental, dirigió a los jóvenes y estudiantes de la capital y ninguno dudó nunca que Gerardo era el más capaz, el más sensible, el más profundo de nuestros compañeros.

Las palabras de quien estuvo a su lado en la lucha, de alguien que conversó con él, que escuchó su risa, midió el grado de su sensibilidad, humanizan en lo más íntimo a Fontán, y nos hacen imaginarlo, aquella noche angustiosa en los sótanos de la Novena Estación, no como el gran líder de jóvenes que no temía a nada, sino como un muchacho de 25 que soportó con valor brutales torturas. Fontán siempre dijo que no quería morir, pero que, si arriesgaba de esas formas su vida, era precisamente, por vivir.

Cuando los verdugos se convencieron de que no iba a decir una sola palabra, ni siquiera su nombre, le cortaron la lengua. Hoy, al imaginar su entereza, no podemos dejar de preguntarnos de qué materia están hechos los hombres como Fontán.

Contaba Alarcón que una vez, con su sabia experiencia de luchador, Fontán les criticó que permanecieran en un lugar conocido por un compañero que hubiese sido apresado por la dictadura. «Hay que respetar las reglas de la clandestinidad, no se puede confiar en que nadie resista la tortura», les dijo en esa ocasión. Pero cuando él fue prisionero, nadie cambió de casa, todos confiaron, con los ojos cerrados, en el temple y la firmeza de aquel jefe tan querido.

Él era de los imprescindibles, de esos que contagian los ánimos, que impulsan, que no saben de flaquezas del alma y no detienen su paso ni ante los más oscuros abismos, de esos seres que llevan en sí tanta maravilla que nadie puede asociarlos a los finales, a la muerte, porque siempre los piensan infinitos, invencibles, inmunes a las armas y a los odios.

Ese día, mientras su madre y hermanos amarraban un brazalete del 26 de Julio en la cruz de su sepultura, la huelga estudiantil tomaba fuerza a cada segundo, alimentada por la rabia y el dolor que les causó a los jóvenes el asesinato de Gerardo. Asaltaron varios institutos, centros de enseñanza, salieron en manifestaciones a las calles, y llevaron a cabo la mayor huelga que se recuerda de las realizadas en la capital, la cual se extendió más de dos meses. Con él sucedió eso en lo que siempre creyó Fidel, y es en que hay quienes aún después de muertos son útiles, porque dejan de ser hombres para ser banderas.

Han pasado ya 66 años de aquellos días; los jóvenes compañeros de Fontán, los sobrevivientes a la dictadura y al tiempo, sobrepasan las ocho décadas de vida, pero no solo en los recuerdos de ellos puede vivir el héroe, o en las páginas de algunos diarios en fechas determinadas, debe hacerlo, con fuerza, en la conciencia de los muchachos de hoy, y por eso su historia, aún poco difundida, tiene que darse a conocer mucho más, pues banderas de ese tamaño no deben estar ocultas, sino flotar a la vista de todos para que sigan llamando a la batalla.

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Justicia, no venganza. Fidel Castro y la Operación Verdad

Por: René González Barrios

El triunfo de la Revolución Cubana el primero de enero de 1959 estremeció el mundo. Para el absoluto dominio hegemónico de Estados Unidos en América, fue un acontecimiento telúrico. Se rompía el modelo de relación bilateral de total dependencia, y nacía un proyecto político, económico y social, ajeno a los moldes del capitalismo global. La guerra en cualquiera de sus variantes, por lo tanto, era inevitable. Solo faltaban los pretextos.

La primera acusación, desde los días iniciales del triunfo, fue la de comunistas contra los principales líderes del movimiento revolucionario, en el perverso entendido del significado del término para las grandes masas populares, contaminadas con la propaganda macartista que se respiraba en todo el continente, y muy especialmente en Cuba, laboratorio por excelencia de esa estrategia, con el Buro Represivo de Actividades Comunistas (BRAC) a la cabeza, y sus aliados de la CIA y el FBI.

En aquella Cuba dictatorial, en la que Estados Unidos, en alianza perfecta con el gobierno y la mafia pensaban levantar una ciudad a semejanza de Las Vegas en el Caribe, sin escrúpulo alguno se guardó silencio ante los crímenes de Batista y sus adláteres. Contra aquellos golpistas y asesinos que quebrantaron el orden constitucional, no hubo reclamo alguno.

Más de 20 000 cubanos fueron asesinados por los esbirros del dictador. Las morgues de la isla conservaban cadáveres de jóvenes sin identificar. Jamás una comisión gubernamental estadounidense ni una campaña de la prensa internacional para cuestionarla. Los grandes medios ensalzaban la vida nocturna y el hedonismo de una Habana dispar y brutalmente desigual, dibujada como el lupanar del Caribe.

Durante el gobierno de Batista, se cometieron crímenes horrendos. Los prisioneros del Moncada fueron asesinados y mostrados como muertos en combate. Lo mismo ocurrió en Alegría de Pío con los expedicionarios del Granma, en Matanzas con los asaltantes al cuartel de Goicuría, o con los jóvenes exilados en la Embajada de Haití. En todos los casos, ni heridos, ni prisioneros; todos muertos. La prensa internacional no se movilizó ante estos hechos, ni ante los bombardeos indiscriminados a las ciudades de Sagua de Tánamo o Santa Clara, ni a los campesinos de las sierras orientales, víctimas de las bombas suministradas a la aviación de Batista, desde la Base Naval estadounidense en la bahía de Guantánamo.

Silencio absoluto ante las matanzas de cubanos en la ciudad de Holguín en diciembre de 1956, conocida como las Pascuas Sangrientas, o en el poblado de Cabañas en la provincia de Pinar del Río en noviembre de 1958, que pasó a la historia como la Masacre de Cabañas.

Tampoco hubo movilización de la prensa para entrevistar a los asesinos del derrotado régimen, arribados con total protección a los Estados Unidos.

La historia, en sus cíclicos procesos, se repetía. Durante la guerra de los Diez Años, el general Blas Villate de la Hera, Conde de Valmaseda, con su llamada Creciente, exterminó a cientos de cubanos ante la mirada ciega y el silencio total del gobierno de Estados Unidos. Lo mismo ocurrió con los masivos fusilamientos ordenados por el capitán general Antonio Fernández Caballero de Rodas. En la guerra del 95, la prensa del norte permaneció impávida ante la genocida reconcentración ordenada por el capitán general Valeriano Weyler Nicolau, que utilizaron después a su conveniencia, como pieza de denuncia, cuando necesitaron el pretexto para la intervención militar que tronchó nuestra independencia.

En los inicios de la década del 30, el general Gerardo Machado anegó en sangre inocente la Isla. Tampoco hubo reacción en cadena de la prensa estadounidense. Machado era un fiel aliado. Sólo algunos destellos, con matices efectistas y satanizando al pueblo, cuando algunas de las víctimas de los crímenes y atropellos del tirano se tomaron la justicia por sus manos.

Lo cierto es que, en una Cuba subyugada, primero por la Enmienda Platt y los procónsules estadounidenses, y después por sus embajadores y asesores militares, cualquier crimen contra el pueblo ejecutado por gobiernos serviles al imperialismo, era silenciado. Los representantes del imperio, no tenían ojos para ver los crímenes y latrocinios. Los respaldaban o toleraban.

Era tanta la afrenta que, el 6 de octubre de 1960, en un discurso de campaña, el senador y candidato a la presidencia de EE. UU. por el Partido Demócrata, John F. Kennedy, al referirse a Batista, reconoció:

«Quizás el más desastroso de nuestros errores fue la decisión de encumbrar y darle respaldo a una de las dictaduras más sangrientas y represivas de la larga historia de la represión latinoamericana. Fulgencio Batista asesinó a 20 000 cubanos en siete años, una proporción de la población de Cuba mayor que la de los norteamericanos que murieron en las dos grandes guerras mundiales (…)».

Ante semejantes crímenes se imponía la justicia. El pueblo clamaba por ella. La ética revolucionaria y martiana de Fidel, la misma que prevaleció en la Sierra Maestra con el trato humanitario a prisioneros y heridos del ejército enemigo, se impuso. El 1º de enero de 1959 en el Parque Céspedes de Santiago de Cuba, explicaba el líder de la naciente Revolución:

“Yo comprendo que en el pueblo hay muchas pasiones justificadas, yo comprendo las ansias de justicia que hay en nuestro pueblo y tendremos que hacer justicia.  Pero yo le quiero pedir a nuestro pueblo aquí…  estamos en instantes en que debemos consolidar el poder, antes que nada, ¡lo primero ahora es consolidar el poder!  Después reuniremos una comisión de militares honorables y de oficiales del Ejército Rebelde, para tomar todas las medidas que sean aconsejables, para exigir responsabilidad a aquellos que la tengan.

Tres días después, en la ciudad de Camagüey, explicaba el por qué de la necesidad de la aplicación de la justicia contra los criminales:

Y no es porque los combatientes revolucionarios tengamos sed de sangre, ni nos mueva un sentimiento de venganza. No es por eso. Es sencillamente porque ese es el castigo que en justicia merecen.

Y agregaba:

Yo no sé cuántos cubanos han vivido estos siete años sin haber recibido un golpe, un empujón, una bofetada, un culatazo, un insulto; qué cubano no ha perdido un ser querido o un amigo vilmente asesinado; qué cubano no guarda luto en su ropa o en su corazón. Y es que no hace falta que le asesinen a un hermano, es que no hace falta que le asesinen al esposo o al hijo; basta levantarse una mañana y ver regado por las calles un rosario de cadáveres, para que todo el mundo se sienta de luto, para que cada madre se llene de incertidumbre y de temor:  Hoy fue el hijo de la vecina, el hijo de la amiga; mañana puede ser su hijo o su esposo.

Ante el reclamo popular de paredón para los asesinos, se erguían las nobles ideas de Fidel para borrar de la mente de las víctimas las terribles imágenes de ayer y en esa línea de pensamiento, de inmediato ordenó bombardear con ropas, juguetes, medicinas y alimentos, los mismos lugares que días antes había destruido la aviación del tirano.

En su discurso de Camagüey aquel 4 de enero, reconocía la actitud del pueblo ante sus permanentes llamados al orden, en aquellas difíciles circunstancias:

“Bastante respetuoso y disciplinado se ha portado el pueblo, bastante respetuoso de las órdenes y de la disciplina que debe tenerse en esta hora, porque no ha arrastrado con todos los chivatos, con todos los esbirros. Y es porque el pueblo sabe que ese no es el procedimiento correcto. ¡No hay que manchar las calles con la sangre de nadie, porque las calles lo que hay es que limpiarlas de sangre, de la sangre que dejaron los criminales! No es necesario que los pueblos presenten el espectáculo de cadáveres destrozados, porque hemos presenciado ya muchos… Cumplimos solo con la voluntad y el derecho del pueblo. Un pueblo que ha sufrido tanto también tiene derecho a reclamar justicia. Sin embargo, nadie podrá desacreditar al pueblo cubano, nadie podrá sacar la fotografía de un cadáver destrozado y decir: “Fueron las turbas, no hay orden, impera la anarquía…”

La Operación Verdad fue la respuesta oportuna y transparente del líder de la Revolución Cubana ante la segunda campaña de satanización emprendida por los medios hegemónicos imperiales, esta vez contra la aplicación de la justicia revolucionaria. En menos de 48 horas se organizó todo. El 21 de enero, frente al antiguo Palacio Presidencial, Fidel convocó al pueblo. Allí, ante la multitud, expresó:

“Los que creyeron que después de nuestras victorias militares nos iban a aplastar en el campo de la información, en el campo de la opinión pública, se han encontrado con que la Revolución Cubana sabe también pelear y ganar batallas en ese campo…”

“Este pueblo no es un pueblo bárbaro ni criminal. Es el pueblo más noble y sensible del mundo: si aquí se comete una injusticia, todo el pueblo estaría en contra de esa injusticia… Cuando todo el mundo ha estado de acuerdo con el castigo es porque el castigo es justo, es merecido”.

Al día siguiente, en el Hotel Riviera, más de 380 periodistas de todo el mundo escuchaban los argumentos de Fidel del porqué de la aplicación de la justicia revolucionaria. “Aquí estamos, señores periodistas, para someternos al veredicto de la opinión pública del continente”, expresó.

El 23 de enero arribaba a Caracas, como José Martí, a rendir tributo de agradecimiento al pueblo del Libertador Simón Bolívar. Allí le explicó a Venezuela y al mundo, el sentido de la Operación Verdad. En un discurso en la Plaza Aérea El Silencio, reflexionaba:

“Nunca un ejército en el mundo, nunca una revolución en el mundo se llevó a cabo tan ejemplarmente, tan caballerosamente, como se llevó a cabo la Revolución Cubana. Enseñamos a nuestros hombres que torturar a un prisionero era una cobardía, que únicamente los esbirros torturaban. Enseñamos a nuestros compañeros que asesinar prisioneros, asesinar a un combatiente cuando se ha rendido y cuando se le ha ofrecido la vida si se rinde era una cobardía, y no fue asesinado jamás un prisionero.

[…] Nosotros le dijimos al pueblo cubano: no arrastren a nadie y no teman absolutamente nada, los crímenes no quedarán impunes; habrá justicia para que no haya venganza, y el pueblo confió en nosotros. Le dijimos que habría justicia y confió en nosotros: no arrastró a nadie, no golpeó siquiera a ninguno de los esbirros que cayeron en sus manos, los entregaron a las autoridades revolucionarias. Tenía fe en que íbamos a hacer justicia, y era indispensable que hubiera justicia, porque sin justicia no puede haber democracia, sin justicia no puede haber paz, sin justicia no puede haber libertad.

El más terrible daño que se les ha hecho a nuestros pueblos es la impunidad del crimen, es la ausencia de justicia, porque en nuestros pueblos no ha habido justicia nunca.”

El 15 de abril de 1959, invitado por la Asociación de editores de periódicos, Fidel arribó a New York. En permanente intercambios con la prensa explicó el proyecto de la Revolución Cubana. Para el joven líder, la ocasión se convertía en oportunidad de oro para llevar al mundo, y especialmente a Estados Unidos, la realidad de un país en soberana transformación. El joven estadista colocó a Cuba en titulares de prensa a nivel mundial. Sin temores ni compromisos, la verdad de Cuba se hacía sentir.

En los tiempos que vivimos, donde el fascismo asoma nuevamente sus fauces, se impone la transparencia, oportunidad y efectividad del pensamiento de Fidel. El mundo necesita hoy de muchas Operaciones Verdad. Urge la denuncia al genocidio israelí contra el pueblo palestino, la denuncia de la peligrosa guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, la denuncia del criminal bloque de Estados Unidos contra Cuba, pueblo al que pretenden rendir por hambre. José Martí sentenció que “Mejor sirve a la Patria quien le dice la verdad y le educa el gusto”. El 26 de septiembre de 1959, Fidel expresaba: “Nos casaron con la mentira, y nos obligaron a vivir con ella. Por eso nos parece que se hunde el mundo cuando oímos la verdad. ¡Como si no valiera la pena de que el mundo se hundiera, antes que vivir en la mentira!”

Dos años después, el 9 de noviembre de 1961, expresaba:

“Los que enseñan la verdad preparan a los pueblos para comprenderla; los que enseñan la mentira condicionan a los pueblos para engañarlos. Los que defienden la explotación, los privilegios y la injusticia tratan de mantener a los pueblos en la oscuridad y la ignorancia más completa. Las revoluciones que predican la justicia, que se hacen para redimir a los pueblos de la explotación, enseñan, educan, erradican la ignorancia.”

Para Fidel, en la educación y la cultura se hallaba la capacidad de sobrevivencia de la Revolución Cubana. Solo un pueblo alfabetizado y culto puede ser independiente y soberano en su pensamiento y acción. De esa estrategia cultural de la Revolución, nacieron en 1959 instituciones emblemáticas para defender la verdad del quijotesco proyecto transformador emprendido por Fidel, entre ellas, la Imprenta Nacional de Cuba, el ICAIC y Casa de las Américas. Prensa Latina también nació en ese año, como expresión de la vocación soberana, latinoamericanista y antimperialista de nuestros pueblos. Nació para hacer de la Verdad, la esencia del periodismo ético y humanista que necesitan nuestros pueblos y que siempre predicó Fidel.

La Habana, 20 de enero de 2024

*Presentación realizada en la inauguración del Evento Internacional sobre la Operación Verdad convocado por Prensa Latina

(Tomado de Cubadebate)

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Sin marxismo no hay Revolución

Por: MarxLenin Valdés

Este 21 de enero de 2024 marca el aniversario cien de la muerte de Lenin en 1924. Y aunque este no busca ser solo un texto de efeméride, con especial interés contempla entre sus objetivos el homenaje al líder soviético a un siglo de su deceso.

Es bien sabido que las revoluciones sociales ni se construyen en las efemérides, ni se les salva apelando a la memoria histórica, sino que se construyen y se salvan en correspondencia con la capacidad que desarrollen sus protagonistas para superar sus propios condicionamientos sociales. Dígase, para producir alternativas creadoras ante los avatares de su cotidianidad. No es sino a cuenta de inventar revolucionariamente sus propias fechas, tiempos y teorías, que podrán conquistar los espacios y los modos para su reproducción práctica. Amén de que para lograrlo, deban entonces moverse entre la tradición y lo desconocido.

No pueden faltar referentes a los que volver, en la misma medida que horizontes que pretender. En este sentido, determinadas fechas y hechos se vuelven ineludibles estandartes de su devenir. Y se le reclama entonces a la historia que sea crítica y una especie de autoconciencia del proceso que la niega o la continúa.

Vladimir Ilich Ulianov, que pasó a ser simplemente Lenin en la lucha política, es una de esas figuras imprescindibles que revisitar, pero no solo en los aniversarios, sino sobre todo desde el análisis consciente de cuánto tiene para aportarnos todavía hoy. O mejor dicho, hoy más que siempre.

Lenin supo desde bien temprano que sin marxismo no habría sido posible la Revolución Bolchevique. Porque sin marxismo no hay revolución, o para ser precisos, no hay revolución socialista. En otras palabras, transición al comunismo. Para nosotros significa que sin marxismo no hay Revolución Cubana, al menos no del modo en el que por años la hemos construido y apropiado. Perdería su esencia de emancipación humana y justicia social. Dejaría de existir.

Y aunque no solo a través del marxismo vive una revolución socialista, este se vuelve componente imprescindible e inexcusable, sobre todo cuando se pretende tomar el cielo por asalto. Pero aquí urge otra precisión. ¿Acaso todo el marxismo le es consustancial a la revolución cubana? La respuesta es no, porque no existe tal cosa como El Marxismo, en singular y con mayúsculas; sino que existen los marxismos y los marxistas. Se puede resumir la cuestión del marxismo –en plural–, dividiéndolo en dos tipos: el crítico y revolucionario (que es el que necesitamos reproducir), y el positivista y dogmático, que tanto mal hace –entre otras cosas–porque ha creado la falsa ilusión de una tradición marxista entre nosotros, que en realidad –en muchos casos– está lejos de ser crítica.

En este sentido, Lenin pertenece a esa línea de marxistas revolucionarios que debemos reclamar. Fue no solo adalid de las teorías de Marx y Engels, sino sobre todo capaz de interpretar y desarrollar revolucionariamente aquellas condiciones sociales para las que estos solo habían hablado en sentido general. En esta línea de acción, se convirtió en el primer líder marxista que dirigió una revolución socialista que triunfó, e instauró el primer Estado socialista de los obreros y campesinos en el mundo.

Como creativo continuador de la dialéctica marxiana, supo que sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria, y viceversa. Sin práctica revolucionaria no hay teoría revolucionaria. No por casualidad fue un incansable estudioso que no perdió oportunidad para estar al tanto de los avances de la ciencia. Que reclamó a las juventudes que aprendieran a conocer, pero sobre todo a obrar cómo opera el comunismo que se lucha y se trabaja y no el de los manuales. El militante y activista que nunca perdió de vista la necesaria relación entre teoría y praxis, y por lo tanto entre teoría socialista y práctica política socialista.

Fueron esas algunas de las claves que le permitieron aguzar la mirada y percibir correctamente, por encima de sus contemporáneos, cada coyuntura política como una oportunidad única e irrepetible. Y cada giro de los acontecimientos, como una escuela para desafiar la teoría existente fundando una nueva para sus actuales circunstancias.

Fernando Martínez Heredia, riguroso conocedor de Lenin, nos decía en sus cursos que uno tiene que aplicarle lo que uno tiene como su paradigma a lo que se estudia. De esta forma por ejemplo, si yo estudio a la Revolución Cubana, tengo que aplicarle invariablemente, el marxismo revolucionario.

Pero claro está, no se trata de aplicar recetas o de repetir frases. Usted puede ser gran memorizador de citas –verdaderas o recreadas–del tipo: el ser social condiciona a la conciencia social; –u otra de las preferidas–: el hombre piensa como vive; o la economía es la expresión concentrada de la política; o recitar la tesis XI sobre Feuerbach, y con la misma quedar atrapado en el pensamiento más dogmático posible, sin transformar nada. O quién sabe, va y cambia algo, pero no lo que debía ser cambiado.

Porque lo más importante alrededor de esas frases y sus mensajes, no es el absurdo de recitarlas de memoria, sino ser capaces de conocer las conexiones que mediante estas establecieron sus autores con su realidad. Las circunstancias que las generó. El movimiento social que describen. El sistema de relaciones sociales que establecen. La crítica que encierran.

Porque lejos de ser el objetivo el desfile de la memoria pasiva, lo que cuenta son los modos revolucionarios en los que podemos apropiarnos de ese conocimiento marxista para producirlo de acuerdo a nuestro tiempo y nuestras condiciones. De la misma forma en la que teniéndolo como punto de partida, me responsabilizo moralmente con lo que pienso para actuar coherentemente. Porque el marxismo crítico, es también una filosofía de guerra de la lucha de clases.

No es casual que sobre Lenin pesen un sinfín de especulaciones, tergiversaciones, y prejuicios. Y que así como desde la izquierda apelaremos a sus experiencias y lecciones, desde la ideología opuesta continuarán saboteándolo, pues en definitiva lideró la primera gran amenaza histórico-concreta contra el capitalismo mundial. De nosotros depende seguirlo rescatando de la ambigüedad a la que lo someten; mantenerlo vivo y situarlo en la justa posición que le toca dentro de esa tradición marxista que atestigua que una sociedad verdaderamente humanizada es posible y factible.

Fidel, que fue un poderoso continuador de la obra de Lenin, a propósito del centenario de su natalicio en 1970, nos llamó la atención sobre la enorme desventaja y dificultad que constituye para los revolucionarios ignorar el marxismo y el leninismo.

Dejar de ser marxistas o extraviar la brújula (ideológica) para nosotros es otra forma de dejar de ser revolucionarios. O lo que es lo mismo, es sentarse de brazos cruzados a esperar hasta que el futuro nos quite la razón, y nos condene al “basurero de la historia”. Así como todo movimiento no es revolucionario, toda transición no es socialista. Aferrarse a “y sin embargo se mueve”, puede implicar más bien un retroceso. Pero como ya se sabe, la historia no perdona a los indeterminados, mucho menos a las revoluciones que teniéndolo casi todo para vencer, se bajan de su propia locomotora, para entonces perder el viaje. O lo que puede ser todavía peor, para cambiar el rumbo. Revoluciones que transmutan de locomotora a cabús.

Definitivamente estos pensamientos no pueden ser solo de ocasión y fechas; no hemos llegado hasta aquí para darnos por vencidos. Lenin, en su centenario, no nos lo perdonaría.

(Tomado de Cubadebate)

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Elegía como un himno

                               A Rubén Martínez Villena
                              ejercicio de brava disciplina

La voz ayer cuidada y perseguida,
Ante la honda llamada de la sangre
Huye, afila sus flores como lanzas.
Crece su boca, llénase de encendido rumor,
De alzados puños enturbiando
Hasta los golpes la atendida vida.
Su lamento elegante
Se endurece, rompiéndose en piedras o martillos.
Su palabra es entonces la palabra
Sencilla, escueta, decidida,
De miles de hombres oprimidos
Del tabaquero, curvado sobre su dulce semilla de humo,
Relampagueando aún la voz de un ángel airado en su oído;
Del cortador de cañas, estallando columnas
Delgadas, como concretos monumentos de azúcar;
Del guajiro, borrándose en su turbio paisaje,
Frotado con furor sobre la roja tierra;
Del hombre, sencillamente, que alza los brazos y trabaja,
Erige, siembra y silenciosamente muere.
Una palabra anónima y robusta
Como la sangre, como el agua, como el cielo.
En su voz precipitan las manos, las galopantes
Manos desde la tierra, las heridas.
Del corazón que suspiraba espumas,
De las últimas telas del ala, salen áridas
Letras con el consuelo y con el látigo;
De las flacas cenizas de una lágrima en sílabas
Determinante asoma, audaz, la lengua,
La rugiente garganta con que ha de hablar el pueblo
(Vertiginosos dientes de la verdad, discursos,
Manifiestos, raíces de la hoguera).
Rubén para la madre que desangra de hijo;
Par el hombre negado, Rubén el compañero;
Rubén para el esclavo que sueña y se realiza.
Su relámpago llega, su juventud se curva
Sobre la llaga, dulce, sobre la garra, firme,
Inflexible, armadamente insomne.
Con una amada cruz que se coloca,
Con un terrible hombre que le recorre, cruza;
Con una fuerte estrella que sustenta.
Rubén cae, Rubén dice, Rubén terrenalmente
Ama el cielo, Rubén entrega el cuerpo
Como un guante sonoro, como una cosa ajena.
Muere desde las venas, empina el horizonte.
Una noche su pecho viene abajo.
Una noche más sombra, se deshace, y cojean
Las estrellas, y obreros verticales
Guardan su nombre duro al cinto, como un arma.

Roberto Fernández Retamar

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Un libro de Mella que son más que Apuntes…

Por: Elier Ramírez Cañedo

Creo que no podía haber escenario mejor para la presentación de este nuevo libro de Rolando Rodríguez, «Mella: una vida en torbellino». Apuntes para una biografía (Editorial Capiro, 2017),  que el Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria, una organización casi centenaria y cuya tradición de lucha revolucionaria llena las más hermosas páginas de nuestra historia, antes y después del triunfo de enero de 1959. Además, ha sido la intención de su autor, que esta obra contribuya a colocar a Mella en los cimientos mismos de la formación de la actual y futura vanguardia estudiantil cubana. Así lo expresa en la dedicatoria: “A los estudiantes cubanos, quienes deben conocer; sin falta, la vida de este colosal luchador y paradigma”.

Desde las primeras páginas se citan unas palabras de Mella, escritas cuando aún no había comenzado su lucha en la Universidad de La Habana. En ellas se devela cuan tempranamente este quijote revolucionario había trazado su destino:

“Los pueblos hermanos, que un loco tenaz descubriera, cachorros de un caduco león, son presas de un águila estrellada (…). Por esa sinrazón, por esa injusticia, es que un odio furioso, un vendaval guarda el pecho mío contra la Nueva Cartago, que aun no ha tenido un Aníbal, y que jamás lo tendrá. Ese amor a los cachorros de mi sangre y ese odio santo al águila enemiga, son los que engendraron mi ideal de unir a los cachorros, cuyas tierras descubiertas por un loco tenaz y libertadas después por otros locos tenaces, deben ser poderosas ahora por el impulso de otro loco tenaz, que soy yo”.

No es ocioso señalar, que este libro no es el primer acercamiento de Rolando Rodríguez a la figura de Mella, ya en su novela histórica o historia novelada sobre la Revolución del 30, República Angelical, publicada con gran éxito a finales de los años 80, aparece El Atleta, como uno de los personajes principales, que no es otro que Julio Antonio. Como ficción al fin, el autor se permite revivir a El Atleta más allá del año 1929. Y es que Rolando, graduado de Derecho en la Universidad de La Habana, sintió siempre fascinación por ese período de nuestra historia y por sus héroes más descollantes. Muchos años después, Mella aparecería en sus monografías históricas: República Rigurosamente Vigilada (dos tomos) y  Rebelión en la República. Auge y caída de Gerardo Machado (3 tomos). Además de la amplia cantidad de fuentes documentales y bibliográficas utilizadas tanto para estas obras como para la que hoy presentamos, Rolando se ha nutrido de los testimonios de muchos de los protagonistas de aquellos años a los cuales tuvo el privilegio de conocer y entrevistar, entre ellos: Salvador Vilaseca, Raul Roa, Eduardo Machado, Chiqui Jay (masajista de Mella) y Juan Marinello.

Fue precisamente la FEU una de las creaciones más preciadas en las que participó Mella y donde con apenas 20 años se forjó en sus inicios como revolucionario, en medio de los avatares del movimiento de reforma universitaria y la celebración del Primer Congreso Nacional Revolucionario de Estudiantes, alcanzando de forma acelerada dimensiones de liderazgo más allá de los muros universitarios e incluso de las fronteras nacionales. Asimismo, Mella no solo sería un referente como líder estudiantil, sino también un adalid para la clase obrera y para lo más progresista de los sectores intelectuales. Sin duda, estamos hablando del más grande genio político que ha dado Cuba después de José Martí y antes de Fidel Castro, y un puente imprescindible entre ambas figuras.

Rolando Rodríguez, “el historiador de la prosa elegante” como bien lo llaman algunos, Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas y de Historia, Miembro de número de la Academia de Historia de Cuba y profesor Titular de la Universidad de La Habana, nos propone una biografía que va más allá de lo que modestamente expresa su título. Sus páginas, son más que apuntes para una biografía. Si bien es cierto que desde el plano historiográfico en más de cinco décadas de Revolución, se han escrito importantes libros sobre el Prometeo de la Colina, como los de Erasmo Dumpierre, Olga Cabrera, Ana Cairo, Christine Hatzky, Froilán González y Adys Cupull,  Rolando Rodríguez, nos ofrece desde su prosa pulida, elegante y atrayente,  otras visiones, perspectivas y datos, a partir de las investigaciones que durante décadas ha realizado sobre la  figura y en los aspectos biográficos que más ha profundizado.  Destaca, por ejemplo, el capítulo IV, titulado Mella y los Venezolanos, donde se nos revela la amplia dimensión latinoamericanista e internacionalista en el pensamiento y la acción de Julio Antonio. Un Mella que veía la revolución cubana como parte de un proceso revolucionario aun mayor que, enfrentado al imperialismo, debía trascender a toda América Latina y el Caribe y al triunfo del ideal socialista en el mundo. El capítulo describe la amistad y colaboración revolucionaria de Mella con Salvador de la Plaza, Carlos Aponte –quien caería junto a Antonio Guiteras el 8 de mayo de 1935,   Bartolomé Ferrer, los hermanos Eduardo y Gustavo Machado y otros exiliados venezolanos que luchaban contra la dictadura de Juan Vicente Gómez pero también por la Patria Grande Latinoamericana y contra el imperialismo. En particular a los Machado y Salvado de la Plaza, Mella los incorporó como profesores a la Universidad Popular José Martí y les dio ingreso en la Federación Anticlerical de Cuba. Más adelante serían considerados afiliados del Partido Comunista de Cuba. Las reuniones clandestinas del grupo ocurrían en Empedrado 17, la Cueva Roja, desde allí se conspiraba no solo contra la dictadura del “Mussolini Tropical”, como llamaba Mella a Gerardo Machado, sino contra todas las dictaduras del continente. Estos vínculos dieron lugar también a la fundación de la revista Venezuela Libre, donde aparecerían escritos de Mella y Rubén Martínez Villena.

El mismo núcleo revolucionario coincidiría en México, donde continuarían compartiendo sueños e ideales.

En 1927, Mella ingresó en la sección local de México, del Partido Revolucionario Venezolano, una agrupación política de frente nacional revolucionario, con un programa agrario antiimperialista. Llegaría incluso a formar parte del Comité Central Ejecutivo de ese partido. Como señala Rolando: “Para Mella el ingreso fue lo más natural del mundo. Parecían haberse repetido las mismas palabras de Martí: “Deme Venezuela en qué servirla. Ella tiene en mí un hijo”.  La visión revolucionaria continental de Mella lo llevaría también a estar entre los principales fundadores del comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC) en rechazo al intervención militar estadounidense en ese país. Por Augusto César Sandino sintió siempre Mella la más inmensa admiración.

Este libro nos muestra además a un Mella inspirado en la vida y la obra de José Martí, sobre el cual aspiró incluso a escribir una biografía, no pudo hacerlo, pero nos legó sus Glosas, en ellas se denota como el líder ciclópeo se nutre del ideario martiano para sus lides, fundamentalmente de su eticidad, como dijera Cintio Vitier: “el punto esencial del empalme o injerto entre el pensamiento martiano y el marxismo”. El marxismo de Mella –también lo sostiene Rolando- es un marxismo anti dogmático y creador. De ahí que su pensamiento y accionar revolucionario no se ajustara muchas veces a los moldes esquemáticos de las organizaciones y esto provocara conflictos e incomprensiones. El autor, defensor de una manera de historiar alejada de todo tipo de maniqueos y adulteraciones, aborda los complejos procesos que llevaron primero a la separación de Mella del Partido Comunista Cubano –el Comité Central consideró su huelga de hambre como un acto individualista, indisciplinado, pequeñoburgués y oportunista- y luego del Partido Comunista Mexicano, debido a discrepancias que habían conducido a que Mella a presentara por escrito su renuncia; verdades que no pueden ser ocultadas y que deben ser explicadas en su justo contexto histórico. Mas tampoco se puede dejar de decir que a finales de mayo de 1927 se produjo el reingreso de Mella en el Partido Comunista cubano, al revisarse nuevamente su caso, y que su salida del Partido Comunista Mexicano fue solo por unas horas, pues Mella se retractó de su renuncia y se aceptó su reincorporación a la organización.  Es decir, que al caer mortalmente herido en enero de 1929, Mella ostentaba con orgullo la militancia en ambos partidos.

Mella era un líder aglutinador, un adelantado en el arte de hacer política, en combinar magistralmente la táctica y la estrategia, sin ceder en lo más mínimo en cuestiones de principios. Por eso no aceptó la táctica impuesta por la Internacional Comunista de clase contra clase, y fue más allá. Su proyecto revolucionario al que se le pueden encontrar vasos comunicantes con el martiano y luego el de Fidel, consistía en generar un movimiento insurreccional que derrocara la dictadura en Cuba con la participación de todas las fuerzas revolucionarias, independientemente de su procedencia clasista, de ahí sus intentos de unir esfuerzos con el Partido oposicionista Unión Nacionalista. Sus planes estaban muy bien pensados y tenían grandes posibilidades de éxito. Machado, que a pesar de ser un psicópata social no era ningún tonto, veía muy bien el peligro que representaba un líder de las dimensiones de Julio Antonio Mella, de ahí su desesperación por eliminarlo físicamente.

Tenemos que agradecer además a Rolando, por humanizar al héroe, y regalarnos en las páginas de este libro a un joven que además de la política, le apasionaba el cine –sobre todo los filmes de Charles Chaplin- y el deporte (practicaba remos, campo y pista, natación, baloncesto, fútbol), que amaba y sufría como el más común de los mortales. El dolor por la muerte de su primera hija en medio de numerosas vicisitudes económicas, la depresión sufrida por el regreso repentino a Cuba de su esposa Olivia Zaldívar y su hija recién nacida, Natacha, nos ofrecen el rostro más humano de Mella, y se agiganta aun más su figura ante nuestros ojos. El regreso de Olivia y Natacha a Cuba, se produce durante una estancia de Mella en los Estados Unidos. Era tan deprimente la situación económica del matrimonio que en aquellos momentos el bebé tenía por cuna la tapa de una maleta.

“Crear, es la palabra de pase de esta generación”, decía Martí y en ese sentido se inmortalizó para siempre Julio Antonio Mella. No en balde el Comandante en Jefe dijo que fue el que más hizo en poco tiempo. De 1922 al 10 de enero de 1929, fecha en que se produce sus asesinato en México por enviados a sueldo de Machado cuando aún no había cumplido los 26 años, Mella fue el fundador o participó en la creación de: la fraternidad los XXX Manicatos, las revistas Alma Mater y Juventud, el Grupo Universitario Renovación, la FEU, la Universidad Popular José Martí, la Federación Anticlerical de Cuba, la Confederación de Estudiantes de Cuba, el Instituto Politécnico Ariel, la Sección Cubana de La Liga Antiimperialista de las Américas, el Partido Comunista de Cuba, la Asociación de Nuevos Emigrados Revolucionarios Cubanos (ANERC), el comité Manos Fuera de Nicaragua (MAFUENIC), la liga Nacional Campesina Mexicana, la Asociación de Estudiantes Proletarios en la Facultad de Derecho de la UNAM y el Instituto Mexicano de Investigaciones Económicas.

Me gustaría terminar esta presentación con unos fragmentos de un discurso pronunciado por el General de Ejército, Raul Castro Ruz, el 20 de diciembre de  de 1997, en el acto central por el Aniversario 75 de la Federación Estudiantil Universitaria, celebrado en el Aula Magna de la Universidad de La Habana:

“Mella fue un sembrador. No pudo ver culminada la obra. Como sembrador cayó en el surco. Pero como buena semilla en tierra grande y generosa, lejos de morir, su figura vive y se agranda. Lejos de extinguirse, sus raíces inagotables penetran más hondo en la conciencia de los cubanos.

Estamos en la misma FEU que él organizó. La FEU de Mella fue y será siempre fiel a sus tradiciones patrióticas y revolucionarias

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Cintio Vitier: «Enero de 1959 fue el éxtasis de la historia»

Fragmento de una entrevista a Cintio Vitier, en 1998, publicada en la revista Contracorriente ese año

Autor: Enrique Ubieta Gómez

Caravana de la Libertad-2023 Llegada a Ciudad Libertad
Una revolución puede ser malherida, muy maltratada, humillada, pero las aspiraciones de un pueblo son invencibles. Foto: Ricardo López Hevia

Eran los últimos días de 1998. En la salita de su apartamento del Vedado, bajo la atenta mirada de su compañera de vida y obra, Fina García Marruz, Cintio Vitier (1921–2009), poeta y ensayista, fervoroso martiano –convertido en los duros años 90 en un referente ético de la Revolución Cubana– me concedió una entrevista sobre su comprensión poética de la historia. He extraído el fragmento de aquella conversación que alude al significado de las revoluciones, y en especial de la cubana de 1959, en la cual «la poesía y la historia se fundieron» de manera absoluta.

–¿La justicia siempre será un horizonte inalcanzable?

–Lo importante es que siempre haya un horizonte. Eso es lo que el hombre necesita. Es verdad que puede resultar angustioso en determinadas épocas esa especie de tantalismo: algo que está ahí, pero que no se llega a tocar. Pero lo que sería terrible es carecer de horizonte, que era lo que nos pasaba a nosotros antes de la Revolución. Cuando se produjo su triunfo llegamos, incluso, a pensar que era el cumplimiento de ese horizonte. Hasta esa locura llegamos a pensar internamente, y lo dejamos traslucir alguna vez en poemas: que la Revolución pudiera ser el cumplimiento de Orígenes.

«Yo recibí una emoción tremenda en Poitiers, durante el Coloquio sobre Orígenes al que fui con Fina y con Abel Prieto, en 1978, cuando el crítico peruano Julio Ortega dijo allí que la Revolución cubana había triunfado, entre otras cosas, para que Orígenes tuviera razón. Secretamente teníamos la esperanza de que así fuera, pero nadie lo había afirmado de esa manera.

«Pienso que la historia, como los poemas, está hecha de una combinación de éxtasis y discurso. Esta idea está en la Poética, que yo escribí hace algunos años; allí digo, aludiendo a una frase muy inteligente de Valéry, quien dice que un poema no está hecho de cien instantes divinos de poesía, sino de un discurso que parte de un instante divino, porque hay un momento en el que el tiempo se suspende, que es el instante de poesía, pero ese instante hay que decirlo, y hay que decirlo en el tiempo, en un discurso. Pienso que eso le pasa también a la historia. Enero de 1959 fue el éxtasis de la historia, sin ánimo religioso, éxtasis en el sentido de suspensión del tiempo: pareció que se producía una visión, ya no una metáfora o una imagen, sino una visión de algo que se realiza y que parecía imposible. A lo que Orígenes se había adelantado en Cuba.

«Aunque ya venía andando desde Casal y desde Martí, quien dijo que lo imposible es posible, que los locos somos cuerdos. Pero lo cierto es que el imposible aquel de pronto se hace posible, cuando entra en La Habana un ejército de campesinos. Si eso no es poesía, yo no sé lo que es. Ahí sí que la poesía y la historia se fundieron absolutamente. Y el que vio eso –algo muy difícil de transmitir a los más jóvenes– nunca lo olvida. Un momento que ni Martí ni nadie pudo ver, ni Céspedes, ni Agramonte, ni Maceo, ni Gómez, ni Mella, ni Rubén, ni nadie. Nos lo regalaron a nosotros, ¡lo vimos! Fuimos testigos de esa visión en que la historia se puso del lado del bien de forma absoluta. Eso no puede olvidarse.

«Después viene la sucesión, y con ella los problemas del tiempo, de la época, los problemas ideológicos, los aciertos y los errores. Ese es el discurso, en el cual el poeta a veces falla y a veces acierta. El poeta, en este caso, para mí, es el proceso revolucionario. Pero sí creo que esa dirección cargada de valores positivos –lo que se estaba jugando era la poesía de la justicia, la poesía ética, la poesía de la ética y la ética de la poesía–, no obstante todos los descalabros, esa dirección hacia un horizonte, pienso yo, cada vez más prometedor, está vigente.

–¿Quiénes hacen la historia? ¿qué representan esas imágenes que encarnan hombres como José Martí?

–Lo decisivo, lo fundamental, está en las aspiraciones populares. Después surgen las inspiraciones personales, que no tendrían fuerza si no respondieran a esas aspiraciones que el pueblo, incluso, puede no conocer. Los pueblos tienen un alma. Y eso tiene tangencia con otro asunto que es el de la ontología, si existe o no un ser nacional. Yo he sido acusado de ontologista, porque dicen que he pretendido describir el ser nacional en mi libro Lo cubano en la poesía, lo cual no es cierto.

«Desde la primera lección lo aclaro: no voy a presentar el ser de lo cubano, sino los modos de ser del cubano sucesivamente manifestado en la historia. Sí creo que no debemos ser ontologistas, pero tampoco antiontologistas. Es mejor situarse en la contradicción entre esos dos términos. Porque el ser, como la identidad, no es algo que tú muestras y después guardas en una gaveta o consagras en un carné de identidad cultural. Como tampoco puedes renunciar a los momentos –como fue aquel de enero de 1959– en que el ser asoma. Sencillamente asoma, no se establece, pero asoma. Y es una compañía muy grata. Es algo que se siente, que no puede convertirse en dogma, en doctrina; y que lo siente el letrado y el iletrado. El pueblo se siente a sí mismo en la música, no en toda la música, la que llama popular, pero hay que contar con la música como expresión de lo cubano. Con la música y con la poesía.

«Entonces, ese pueblo tiene aspiraciones –tantas, que parecía no poder respirar, aspirar– y produjo hombres inspirados, produjo a sus héroes; no fue Martí el primero, la cosa empieza desde finales del siglo xviii, como tú sabes. En sus héroes, en sus músicos, pintores y poetas, el país se va manifestando; el río ha ido conformando un cauce y en él han surgido personalidades superiores, como la de Martí, la mayor de todas. Martí, quien es el autor intelectual, dijo Fidel, y nosotros podríamos añadir, y poético, de la Revolución Cubana.

Son dos cosas que no se riñen para nada. Es el hombre que encuentra el camino decisivo para la realización nacional y universal del país. No es un señor que se encierra en una oficina para diseñar cómo debe ser Cuba, que es como algunos groseramente lo interpretan, y ni se lo creen, pero lo dicen porque necesitan convertir en grotesco lo que es la gran devoción de este país. Esos hombres superiores –no puede negarse que existen hombres superiores– lo son en tanto voceros, en tanto Apóstoles, porque eso es lo que son los Apóstoles: voceros de una verdad que ellos no han inventado, que ellos no han creado, de la que ellos participan y, con mayores luces que los demás, predican y convencen. Si no se convence no se vence. Ese es el papel de esos hombres superiores.

–Los poemas tienen un final, ¿el éxtasis de una revolución que se desarrolla en el tiempo tiene un fin?

–Es infinito. Una de las condiciones de lo poético es que no termina nunca. La revista que estoy preparando se llama así: La isla infinita.

–Pero una revolución puede ser asesinada…

–Definitivamente, no creo en esa posibilidad. Puede ser malherida, muy maltratada, humillada, pero aunque parezcan palabras muy gastadas, sinceramente creo que las aspiraciones de un pueblo son invencibles. Lo más que puede ocurrir es que desaparezca ese pueblo.

–Sin embargo, el éxtasis de la Revolución de Octubre se manifestó en un discurso que parece haber finalizado.

–Bueno, en primer lugar, yo no sé si aquel éxtasis –salvando las distancias culturales, históricas, geográficas– tuvo las características del nuestro. Pero tampoco creo que la Revolución de Octubre esté muerta, en lo que significó de esperanza para la Humanidad. Lo que ocurrió es que no cumplió esa esperanza, no fue consecuente con esa esperanza que estuvo en los creadores y primeros dirigentes de esa Revolución. Hay que pensar que esa Revolución en el plano de la poesía, de la creación artística, novelística, cinematográfica, pictórica, fue una deslumbrante Edad de Oro, en un país que estaba en una fase decadente y repetitiva de una Edad Media que parecía no acabar nunca. Y de pronto entró en la Modernidad, no solo en la Justicia.

Pero el hombre es libre y es libre de cometer las peores atrocidades. No hay fatalismo posible en la conducta humana, no se puede programar. Lo que puede hacerse es estimularla, alimentarla, conducirla. Y fallaron resortes de dirigencia tan graves que dieron al traste con aquella esperanza. Es como si hubiese fracasado la Revolución francesa por no haber podido tomar La Bastilla. Son aspiraciones invencibles. Lo otro es anecdótico; parece que se acabó el mundo y nada, sigue el mundo. Ahora mismo se está produciendo una revisión de todo lo que allí pasó, un nuevo intento de reunificación mundial de la izquierda. Esa esperanza no ha muerto y nada la podría matar.

(Tomado de Granma)

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Honestidad crítica y capacidad resolutiva; y también viceversa

Ricardo Ronquillo

Tal vez tengamos una fórmula política para trabajar con la difícil ecuación que nos plantean estos duros «idus de enero» si a una idea de José Martí agregamos un bocadillo reiterado por la conductora del programa La Pupila asombrada.

En las épocas de fe no puede faltar la crítica, como en las épocas de crítica no puede faltar la fe, refería el siempre recurrente Apóstol cubano, a lo que tendríamos que añadir, como la Karen Brito: «…Y también viceversa»… Sobre todo, tras los discursos ejecutivo y político, así como los debates parlamentarios ocurridos la pasada semana.

El abandono del narcisismo político que obnubiló a los llamados «socialismos reales», devenidos en letales —porque abandonaron el poder regenerativo de la crítica— es algo que se agradece mucho en este archipiélago donde, como reflexionó el Primer Ministro, Manuel Marrero Cruz, pasamos de los tiempos del país en una trinchera a los de una economía en tiempos de guerra. No importa que esta sea tan sutilmente desalmada que no siempre seamos capaces de sentir claramente ni por donde vienen los tiros, ni a quienes apuntan, más allá de la refriega en la superficie.

Está tan enraizada dicha mentalidad, que en días recientes un reconocido colega se quejaba de que en el territorio de su jurisdicción se le pedía «tregua» a las críticas de la prensa porque se había cambiado a un funcionario, mientras los padecimientos de la ciudadanía, la economía y la sociedad se mantienen en sus trece.

A estas alturas del campeonato la única tregua martianamente fecunda que podríamos darnos es la de la solución de los graves problemas que afronta el país.

Todo ciudadano golpeado severamente por la crisis, que ya se hace tan larga, y por ello mismo inescrutable, lamenta la ausencia de las buenas noticias a las que nunca deberíamos renunciar para estas fechas, aunque agradecemos la honestidad frontal con la que desde los máximos poderes ejecutivos y políticos de la nación se nos planteó la realidad del peso de la agresión externa y de los retorcijones internos, con no menor peso en la balanza. Sobre todo, porque estos van a la cuenta de la que desde ya deberíamos bautizar como la «solución interna bruta» (SIB); en este caso, en vez de «bruta», creativa e inteligente, como reiteradamente nos reclamamos, en un apelativo que por momentos sabe a consignas.

La franqueza con la que se abordaron los dilemas cubanos en la pasada Asamblea Nacional del Poder Popular retrotraen a aquel discurso aldabonazo de Raúl en Camagüey —en las recordaciones de un 26 de julio— en los momentos en que comenzaba a tomar las riendas políticas y estatales del país, y al de Fidel el 17 de noviembre de 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.

De ambos se puede corregir, como de la situación con la que actualmente lidiamos, que la verdad es tan corrediza como la puerta de un escaparate, y que no debemos convertir «bendiciones circunstanciales» en «dogmas celestiales». Porque en los razonamientos de Marrero y Díaz-Canel, como en los de líderes más connotados, se juega algo más que la existencia momentánea de la Revolución. El socialismo está urgido de avanzar hacia un modelo en el que no haya espacio para el acomodamiento y la inercia que le sigue.

Raúl, quien ha encabezado particularmente la actualización de ese camino hacia lo ignoto que es el socialismo, siempre reforzó que se requiere trabajar con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismos. Nunca creernos que lo que hacemos es perfecto y no volverlo a revisar.

Insiste, además, que estamos en el deber de cuestionarnos cuanta cosa hacemos en busca de realizarla cada vez mejor, de transformar concepciones y métodos que fueron los apropiados en su momento, pero han sido ya superados por la propia vida, dejando solo fuera de todo cuestionamiento la voluntad de construir el socialismo. A punto de celebrar los 65 años del triunfo de la Revolución en Cuba, entre tantas acechanzas y peligros, especialmente contra la justicia, la libertad, la moral y la dignidad que han hecho singularmente grande a Cuba, deben asumirse como claves para traspasar la puerta mágica del futuro de la Revolución Cubana.

Deberíamos cuestionarnos siempre si en cada espacio e instancia del país hemos caminado con ellas como el siervo de oro de la historieta, en capacidad de darle «brillantez y riqueza» a todo lo que tocamos a nuestro paso, y no como comodín verborreico.

Solo que a estas alturas no nos alcanza con la capacidad crítica. La honestidad crítica exige ser acompañada por la capacidad resolutiva. Solo entonces podremos sustituir las autocríticas por una vida mejor y más próspera, como se diseñó para nuestro socialismo. Los ideales que no se cuestionan enmohecen, se encartonan y perecen. Una Revolución debe ser una perenne interrogante.

Cuando en vez de repetirlas como estribillo de moda las asumamos a profundidad, florecerá el poder transformador que pudieran alcanzar esas palabras acentuadas por Raúl: valentía política, sinceridad, eficiencia, transformar concepciones y métodos, cuestionarnos cuanto hacemos, cambios estructurales y de conceptos, consolidar resultados, estudio con profundidad, enfoque integral y diferenciado, exigencia, efectividad, constancia, organización, control, serenidad, disciplina, racionalidad, sensibilidad, orden, seriedad, ahorro, previsión, valorar con profundidad, no crear falsas expectativas, sin alardes, sin desesperos, sin improvisaciones.

Como ya acentué alguna vez, Cuba tiene que ser capaz de exorcizarse de sus «demonios almibarados», no sea que, de tan dulce, pueda sobrevenir la «hiperglicemia».

(Tomado de Juventud Rebelde)

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Evocaciones sobre la primera visita de Chávez a Cuba y el génesis del Alba*

*Palabras de Germán Sánchez Otero en el panel efectuado en el Centro Fidel Castro, el 14 de diciembre de 2023.

Aquella fresca noche del 13 de diciembre de 1994, llegó Chávez a Cuba cargado de ideas, sentimientos y expectativas. Es la primera vez que visita la patria de Martí y de su admirado pueblo cubano y anhela al menos poder saludar brevemente a Fidel.                                              

¿Cuáles son los antecedentes de esta histórica visita de apenas 36 horas y de su encuentro con Fidel, que se convertirían en un hito de los nexos entre Cuba y Venezuela?

 ¿Por qué nuestro Comandante en Jefe invita al Tte. Coronel Hugo Chávez a Cuba en esa fecha y lo recibe en la pista del aeropuerto, como a un Jefe de Estado?

                                                  1                                           

El impacto inicial de la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, fue sorpresivo y en un primer momento la información predominante a nivel internacional era que se trataba de un golpe militar típico de América Latina

Muy pronto, Fidel capta por la reacción del pueblo venezolano y a través de informaciones que va recibiendo estando Chávez en la cárcel, que lo ocurrido el 4 de febrero y su líder, representan un fenómeno político nuevo en el continente.  

Chávez sale de prisión el 25 de marzo de 1994 y en agosto arribo a Caracas como embajador. Días después de presentarle las cartas credenciales al presidente Rafael Caldera, y por instrucciones recibidas al salir de Cuba, coordino de modo discreto una entrevista con Chávez, que realizamos en un pequeño apartamento donde él vivía, que le había prestado un amigo. Me acompañó el compañero Eduardo Fuentes, representante del Área América del CC-PCC en la Embajada.

El joven líder bolivariano me sedujo en las dos horas que dialogamos. Un mes antes, nuestro inmenso Eusebio Leal lo había conocido durante una conferencia que ofreciera sobre Martí en el Ateneo de Caracas, a la que Chávez asistió.  En tal ocasión, Eusebio tuvo la sagaz iniciativa de invitarlo a que impartiera una conferencia en la Casa Simón Bolívar de la Habana, lo cual Chávez acepto con entusiasmo. Finalmente, me dijo en nuestra conversación que la visita a Cuba podía ser en enero de 1995.                                           

Durante el diálogo, almuerzo familiar mediante y en un ambiente distendido, me impresionó de modo especial su vocación de poder. Él manejaba variantes y aunque no sabía cuál sería la forma que adoptaría el proceso, sí estaba seguro de que llegaría a la presidencia con el apoyo de su pueblo y de los militares patriotas y bolivarianos.

Mi percepción definitiva sobre él quedó sellada cuando nos abrazamos en la despedida, y me expresara, mirándome a los ojos: “Por favor, díganme en que puedo ayudar a Cuba”.  Y apenas sin pensarlo, movido por la formidable impresión que en tan breve tiempo nos causara, le digo: “La mejor ayuda que puedes darnos, es que sigas adelante con tu proyecto bolivariano…”.

Ya en la Embajada, en el cruce de impresiones con Eduardo para informar a La Habana, coincidimos en exaltar algo esencial: Chávez no tenía el más mínimo prejuicio hacia Cuba. Al contrario. A pesar de su precaria situación económica y de que recién había comenzado al salir de la cárcel una cruzada política sin recursos, quedamos admirados de su disposición solidaria.  Tal postura era crucial para formarnos un criterio sobre su entereza moral y política, porque Cuba es un metro que permite medir las posiciones de cualquier personalidad en el mundo, más aún en aquellos años de crisis y volteretas, en que el rosado o el amarillo, sustituían el rojo de varios partidos y figuras de la izquierda.

                                                 2

El 10 de diciembre de 1994 recibí la instrucción de invitar a Chávez para que ofreciera la conferencia acordada con Eusebio el 17 de diciembre, aniversario de la desaparición física del Libertador.

Nos dice que podía viajar el 13 de diciembre y regresar el 15, porque tenía una reunión concertada el 17 en Santa Marta, sitio sagrado donde expirara Bolívar. Su propuesta fue aceptada de inmediato.

Setenta y dos horas después, en la noche del 13 de diciembre Fidel lo recibe en el aeropuerto y lo lleva en su auto para un salón contiguo a su oficina en el Consejo de Estado. Desde el primer momento, cuenta Chávez que Fidel no lo dejaba de escrutar, con su mirada sabia y penetrante.

Dialogan varias horas. Se pasean por la historia, hablan sobre Bolívar, el Che, Páez, Ezequiel Zamora y, al final, Chávez muy impresionado por el conocimiento que tenía Fidel de la historia venezolana y de sus próceres, para ponerlo a la defensiva –cuenta después él en broma–, le menciona a Maisanta, su legendario bisabuelo. Y Fidel lo conmociona al narrarle incluso anécdotas sobre Maisanta.  Según narra Chávez, en ese instante respiró profundo y se dijo: “¡Me rindo, me rindo! No intento más nada. Este hombre es invencible”. Y adquiere plena conciencia en ese momento, dice Chávez, de que está descubriendo a un ser excepcional, “cuyo pensamiento cabalga junto al tiempo y más allá”.                                             

También impresiona al barinés, la postura de Fidel cuando le expresa esa misma noche: “Aquí a la lucha por la libertad, por la igualdad y la justicia le llamamos socialismo; si ustedes la llaman bolivarianismo, estoy de acuerdo”. Y agrega: “si la llamaran cristianismo, también estoy de acuerdo”.  

Chávez le explica las variantes posibles para conquistar el poder, por la vía de las armas con la participación de militares y el apoyo del pueblo, si la situación obliga a ello. Y le dice por último que en 1998 se podría lanzar una vigorosa campaña con una importante fuerza electoral, el apoyo de la población y amplios sectores de las fuerzas armadas, para llegar al poder por esa vía tradicional”. Y añade: “Creo que esa es nuestra mejor estrategia”.

Fidel, que lo escucha y observa con sumo interés, se rasca la barba y hace un lacónico y sincero comentario: “Ese es un buen camino”.

La empatía que logran durante ese primer encuentro en la madrugada del 14 de diciembre es total. Chávez hace realidad su sueño de conocer personalmente a Fidel, a quien años después llamaría padre y Comandante de Comandantes. Y Fidel confirma su apreciación, pensada desde la distancia -aún sin mirarle los ojos-, de que tiene a su lado a un potencial nuevo libertador venezolano.                                                

Son conocidos los discursos de Chávez en la Casa Simón Bolívar y en el Aula Magna de la Universidad de la Habana, y el de Fidel en este último sitio, hace hoy 29 años exactamente. Solo recordaré dos afirmaciones definitorias de quien era Chávez en ese instante de reflujo mundial de las ideas y actuaciones revolucionarias, marcado por el dominio unipolar de Estados Unidos, en que incluso las palabras antimperialismo, revolución y socialismo apenas se mencionaban.  

Primero, en la Casa Simón Bolívar rememora el proyecto emancipador del hombre que más admira y enfatiza que, en los nuevos tiempos, existe la posibilidad de materializar los anhelos del Libertador: “Nosotros estamos convencidos de que en Venezuela hay que hacer una revolución en lo económico, en lo social, en lo político, en lo moral (…) convencidos de que el pueblo venezolano, con la espada de Bolívar, va a hacer realidad su sueño”.

Y en el Aula Magna, en apenas 20 minutos expone su proyecto y adelanta sus intenciones de cooperación mutua con Cuba y de unión nuestra americana. Dice: “Algún día esperamos venir a Cuba en condiciones de extender los brazos y en condiciones de mutuamente alimentarnos en un proyecto revolucionario latinoamericano, imbuidos como estamos, desde siglos hace, en la idea de un continente latinoamericano y caribeño, integrado como una sola nación que somos”.                                           

En sus palabras, Fidel explica las razones de la invitación a Chávez, y destaca que la visita de este coincidía con el cierre el día antes en Miami, de la Primera Cumbre de las Américas, donde se anunció el proyecto imperialista del Alca, concebido para devorar definitivamente a la América Latina y el Caribe.

¿Por qué nuestro Comandante en Jefe invita a Chávez en ocasión tan crucial y retadora?  

Fidel sabía que era necesario derrotar al Alca con argumentos y la movilización de la opinión pública. Y, junto a ello, a través de hechos revolucionarios y emancipadores, que forjaran una alternativa de unión nuestra americana, sustentada en el ideario de Bolívar y Martí. Y el “Comandante de Comandantes” vislumbró en Chávez el conductor de una formidable locomotora para ese fin, llena de combustible histórico del más alto octanaje: el bolivarianismo.

                                                  3

El 6 de diciembre de 1998, Chávez gana de modo arrollador las elecciones presidenciales. Fidel le envía raudo el siguiente mensaje, que le trasladé vía fax a su casa y él leyera emocionado, minutos antes de ir a dormir, ya de madrugada. Dice:

        “La Habana, a las 23 horas del 6 de diciembre de 1998

Estimado Hugo Chávez:

Aunque te acosaron incesantemente y te calumniaron por el hecho valiente de tu visita a Cuba, pensando que así restarían fuerzas y votos a tu candidatura, tu aplastante victoria demuestra que los pueblos han aprendido mucho.

Los cubanos, que han seguido de cerca y en silencio tu épica campaña, comparten con los venezolanos su noble y esperanzador júbilo.

Te deseamos éxito en la difícil e inmensa tarea que tienes por delante, en este momento crucial de la historia de Nuestra América, en que ha llegado la hora de los sueños de Bolívar.

Fidel Castro”                                                                                        

En su discurso de toma de posesión, el 2 de febrero de 1999, Chávez expone su concepción bolivariana sobre la unión regional, en un contexto donde prevalecían los gobiernos neoliberales y pro imperialistas, y con varios de esos presidentes títeres en el acto, sobresaltados, todos defensores del Alca, como el argentino Carlos Saúl Menem.

Dice: “Es momento de retomar el sueño de unión entre nosotros, (…) de plantearnos una confederación de naciones de esta parte del mundo, de plantearnos una unidad que vaya mucho más allá del intercambio comercial, (…) la unidad es mucho más completa, mucho más profunda”.

Cuarenta años antes, el 23 de enero de 1959, en su apoteósica visita a Caracas aún con los aromas de la Sierra Maestra en su piel, Fidel ha expresado en la Plaza del Silencio iguales criterios, que la multitud respalda con aclamaciones:

“Ojalá que el destino de Venezuela y el destino de Cuba y el destino de todos los pueblos de América sea un solo destino, ¡porque basta ya de levantarle estatuas a Simón Bolívar con olvido de sus ideas, lo que hay que hacer es cumplir con las ideas de Bolívar!”. (Aplausos y exclamaciones de: «¡Viva Fidel!»).

Y enseguida añade: “¿Hasta cuándo vamos a permanecer divididos? ¿Hasta cuándo vamos a ser víctimas de intereses poderosos que se ensañan con cada uno de nuestros pueblos? ¿Cuándo vamos a lanzar la gran consigna de unión?”.

Nuestro Comandante en Jefe también estaba sentado en ese acto del 2 de febrero, donde Chávez asumió la Presidencia, y no cesaba de tomar notas de la alocución de su entrañable amigo. Y al siguiente día, en el Aula Magna de la Universidad Central expone sus ideas en un discurso memorable de seis horas, pletórico de recuerdos y lecciones, cuyo objetivo primordial fue apoyar a la hermana anhelada de la Revolución Cubana, recién nacida horas antes.

Tal coincidencia de opiniones entre ambos, no es difícil de explicar: tienen la misma genética histórica, la de Bolívar y Martí. La ventaja de Chávez y Fidel, a diferencia de ellos, es que pudieron conocerse y actuar de consuno.

                                                    4                                          

Pronto, Chávez comienza a mover la locomotora. Resumo enseguida la secuencia de algunas acciones suyas, encaminadas a impulsar y concretar tales conceptos. Esa coherente dinámica encierra lecciones de sumo interés.

En abril de 1999, en República Dominicana, propone a México ampliar el Pacto Energético de San José, firmado por ese país y Venezuela en 1980, en beneficio de un grupo de naciones centroamericanas y del Caribe. México no lo acepta, porque el gobierno de entonces no quiere incluir a Cuba.

Chávez decide entonces que Venezuela sola asuma un nuevo acuerdo energético con 11 países del gran Caribe, incluida Cuba. No puede ejecutar tal objetivo de inmediato, pues debe avanzar en la primera etapa de la construcción del poder bolivariano.                                                 

Luego de aprobarse la Constitución Bolivariana a fines de 1999, se realizan comicios generales en julio de 2000 para relegitimar todos los poderes del Estado. Chávez es reelecto presidente y las fuerzas bolivarianas logran una mejoría sustancial en el control de los otros poderes. 

Pronto, organiza la II cumbre de la OPEP, que se celebra en Caracas en septiembre de 2000, convirtiéndose en líder de esa estratégica alianza, y un brillante articulador de acuerdos para lograr que los precios del petróleo aumenten de modo sustantivo. Con ello, comienza a disponer de un flujo de recursos indispensable para sus planes económicos y sociales internos, y para emprender acciones que contribuyeran a hacer viables sus ideas de integración y unión regionales.

Es así que, a mediados de octubre de 2000, convoca en Caracas a los presidentes de 10 países de Centroamérica y el Caribe, y suscriben un nuevo acuerdo energético, que incluye importantes ventajas para esas naciones.

Además, como parte de la secuencia de pasos concretos estratégicos hacia la integración y la unión que ha emprendido en estrecha vinculación con Fidel, acuerda con él que Cuba y Venezuela suscriban un Convenio Integral de Cooperación.  Y que el líder cubano realice con tal fin su primera visita oficial a Venezuela. Lo que sucede entre el 26 y el 30 de octubre de 2000.

Aquí es necesario señalar una experiencia fundamental. Aunque hay ciertos avances en el marco de ese convenio binacional, excelentemente concebido para el beneficio de ambos países, con principios, normas y valores éticos inéditos en nuestro continente, sin embargo, se alcanzan muy pocos de los objetivos.  La causa: Chávez debe enfrentar la embestida del imperio y la contrarrevolución durante los años 2001 y 2002.

Aún en tales circunstancias adversas Chávez anuncia su idea del Alba, como alternativa al Alca, en la III Cumbre de la Asociación de Estados del Caribe en diciembre de 2001, celebrada en Venezuela. Pero no puede avanzar en la propuesta.

                                                      5                                                   

Hasta que, en febrero de 2003, enseguida que la revolución derrota a sus enemigos, se fortalece la alianza cívico-militar y obtiene el control real de la empresa petrolera (Pdvsa) y el dominio de los demás poderes del Estado, pasa a la contraofensiva.  Decide emprender acciones rápidas de amplio beneficio popular, pues el golpe de abril y el paro petrolero de 2002, dañaron mucho a la economía y a la población humilde.

En esa tensa circunstancia y ante la inminencia de que le quieren activar un referendo revocatorio, pide en febrero de 2003 a Fidel que Cuba   apoye a Venezuela en el desarrollo de programas sociales y económicos de amplio impacto.

Brotan de inmediato durante 2003 las misiones sociales, que comenzarían a cambiar en apenas 18 meses las condiciones de vida del pueblo humilde venezolano. Y, por su parte, el convenio integral con Cuba levanta vuelo, ahora sí, plagado de formidables beneficios recíprocos sin precedentes entre dos países de nuestra América.                                                

He querido subrayar el vínculo entre los avances de la cooperación, la integración y la unión venezolano-cubana, con los procesos internos y externos de lucha que debió encarar Chávez en aquellos años.

Es obvio, como experiencia histórica, que existe una correlación entre la vitalidad del poder económico y político interno y el proceso de cooperación e integración binacional o multinacional. Y un factor esencial para contribuir a alcanzar esas fortalezas, es la mutua solidaridad plena y la concertación de posiciones, en todos los ámbitos, como Cuba y Venezuela han demostrado.

Fidel y Chávez son artífices supremos de tal dialéctica. Es indispensable revisitar y conocer ese fecundo legado en todas las dimensiones y momentos, para extraer lecciones y emplearlas de forma sagaz a la luz de las nuevas complejidades y retos, que no cesarán.  

                                                   6

A finales de noviembre de 2004 Fidel propuso a su amigo viajar a Cuba el 13 de diciembre, como hiciera diez años antes. Esta vez, con el fin de firmar las bases del Alba, idea original del líder bolivariano.  

La fecha que ellos deciden es emblemática, pues en verdad, creo yo, el Alba fue engendrado en aquella primera visita de Chávez en diciembre de 1994. El Alba nació después, no en un instante. Surgió de innúmeros momentos de amor y solidaridad, que hermanaron como nunca a nuestros pueblos, iluminados por Bolívar y Martí y conducidos por sus dos discípulos cimeros.

De ese multifacético proceso, que abarca más de cinco años nace el Alba.  El bautizo de la criatura se realiza el 14 de diciembre de 2004, mas esta ya corre rozagante.  

Cuando aquella noche Fidel y Chávez firman la Declaración Conjunta, se ha demostrado antes por ambos pueblos y gobiernos, con hechos sustantivos, la validez de los conceptos, valores y objetivos que allí se definen y que, en rigor, guiaron esos quehaceres. Se confirmó lo que afirmara Martí en Caracas en 1881: “Hacer es la mejor manera de decir”.

En su discurso esa noche de alegría y luz del 14 de diciembre de 2004, al cabo de evocar la primera visita de Chávez a Cuba, Fidel expresa mirándole los ojos a este como lo hiciera diez años antes, pero esta vez distendido: “Volviste y volviste gigante (…)”. Después añade, con notoria emoción: “(…) lo que más nos conmueve es que volviste, como también prometiste, para compartir tus luchas bolivarianas y martianas con nosotros”. Ha dicho todo.

Permítanme terminar expresándoles un sentimiento que me brota del alma, aunque este no es un acto político: ¡Vivan Fidel y Chávez abrazados, e iluminándonos, por siempre!

Muchas gracias.

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CONFERENCIA DE OSCAR ORAMAS EN EL CENTRO FIDEL CASTRO EN OCASION DEL 67 ANIVERSARIO DE LA FUNDACION DEL MPLA DE ANGOLA

En la conferencia estuvo presente la delegación presidida por Manuel Augusto, miembro del Buró Político del MPLA.

La memoria histórica siempre palpitara en las calles y en la vida de la gente.

Símbolos de la amistad, unidos en una batalla por la redención humana, por la camaradería de la solidaridad entre los seres humanos, por la unidad  de los oprimidos. Ellos son ejemplos de una época de la historia universal, caracterizada por la liberación nacional, la lucha por la liquidación de las bases de sustentación del imperialismo, el colonialismo y el neo-colonialismo, por liquidar el subdesarrollo y el establecimiento de un Nuevo Orden Económico internacional y la implantación de la justicia social.

Ya el Comandante en Jefe Fidel Castro, en Nueva York, en abril de 1960, habia puntualizado con claridad meridiana: ´´Desde aquí decimos que Cuba y el pueblo de Cuba y los cubanos, dondequiera que estemos, seremos solidarios con los anhelos de liberación de nuestros hermanos oprimidos…” En esa fecha Cuba ingresa en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas y deviene Vice-presidente de ese órgano, con lo que confirmaba su  adhesión a la lucha militante por la liquidación del colonialismo y en aplicación de los postulados de la Carta de la ONU y en este caso la de la Organización de la Unidad Africana.

El largo camino emprendido por los hijos de Angola para ser dueños de su propio destino, fue tortuoso y complejo, por ello en la fase final del empeño libertario, se requirió de un hombre con excepcionales cualidades de conductor y líder para hacerle frente a los grandes apetitos imperiales, a los planes de los impulsores del apartheid en Suráfrica por mantenerla uncida a su férula. En esa épica brega emerge con todo vigor Antonio Agosthino Neto, quien vio la necesidad de la lucha armada, para conquistar la independencia y la liberación de su pueblo. Fusil contra fusil diría el poeta Silvio Rodriguez, para construir la libertad y el derecho al desarrollo espiritual y material de Angola.

La entrevista del Comandante Ernesto Che Guevara con Neto y otros dirigentes angolanos en Brazzaville, en enero de 1965 y cito: “Las conversaciones fueron delicadas, al menos al principio: me comentaba del primer encuentro, el extinto general Paulo Lara “No se sintieron muy contentos después de hablar con el Che, pues su atención se centraba en la rebelión de Zaire; y les dijo que los instructores cubanos pronto irían a las zonas liberadas de Zaire a entrenar a las simbas. El MPLA debía enviar a sus hombres también allí para que los cubanos los enseñaran. Neto, Lara y Acebedo no cedieron terreno y el Che transigió. Cuba enviaría instructores al Congo”.[1]

La petición de Neto al Che, seis instructores cubanos para que entrenaran y pelearan con los guerrilleros del MPLA en el Frente de Cabinda fue satisfecha desde mayo de ese año, cuando el capitán Rafael Moracen y otros cinco compañeros viajaron desde La Habana y se incorporaron a los combatientes angolanos, según apunta Jorge Risquet, en el artículo ´´Evocando a Neto´´, publicado el en periódico Granma, el 10 de septiembre de 2009.

El Movimiento de Liberación Nacional avanza en las colonias portugueses. La contundente derrota del ejército português en el campo atrincherado de Guileje, el 25 de mayo de 1973, por tropas del PAIGC y especialistas cubanos; culminando así  la llamada «Operación Amílcar Cabral» fue un hito trascendente y se precipitan una serie de acontecimientos importantes:

La independencia era de hecho proclamada el 26 de septiembre de 1973 desde «un lugar de las zonas liberadas» Madina Boe, como lo habia planificado Amílcar Cabral.

La admisión de Guinea-Bissau en laOUA, el 19 de noviembre de 1973, requisito indispensable para su ingreso a las Naciones Unidas.

La llamada Revolución de los Claveles en Portugal,  como consecuencia del desgaste producido en las guerras coloniales. El cambio de régimen en un Portugal el 25 de abril de 1974.

La declaración de transferencia de poderes era firmada en Argel, el 26 de agosto de 1974, por Pedro Pires, en nombre del PAIGC, y Mario Soares, como ministro de Asuntos Exteriores de Portugal, y once meses después de la proclamación de la independencia, el 10 de septiembre de 1974.

Después vendrían el acceso  Mozambique y Angola a la independencia, pero los poderes imperiales y sus títeres planeaban escamotear la real liberación de vuestros naciones debido a los enormes recursos energéticos, especialmente de Angola, diamantes, cobalto y otros minerales y la posición geográfica del  país por donde transitaban y transitarían materias primas esencialmente estratégicas para el futuro de las potencias occidentales.

La solicitud de cooperación, formulada en reiteradas ocasiones por Agostinho Neto, a Cuba, entre otros aliados, debido a los planes enemigos, denotó la clara comprensión del líder del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) sobre los peligros en ascenso debido al asedio de poderosos enemigos externos, y el complejo contexto internacional de 1975, caracterizado por las contradicciones este-oeste.

La situación era delicada; el enemigo contaba con medios y fuerzas superiores en diferentes frentes y el ejército popular de Angola todavía no era una institución consolidada, provenía de un movimiento guerrillero que no estaba familiarizado con el empleo de técnicas militares modernas. El valor histórico de aquel gesto del presidente Neto de solicitar tropas cubanas, es una muestra de sus principios políticos y de su firme determinación en favor de la independencia y el rumbo posterior del proceso.

Eran momentos decisivos de la historia de Africa y la lucidez y firmeza de los dirigentes eran esenciales. Angola, el MPLA y Neto enfrentaban entonces la amenaza de las guerrillas deHolden Roberto -apoyado por Zaire- y de la Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (Unita), de Jonas Savimbi, que actuaba con el respaldo y la participación de Sudáfrica, del apartheid. Las grandes potencias occidentales, como muchas veces, estuvieron en el lado equivocado de los historia, aportando armas y dinero, como lo están, una vez más, en ante las masacres al pueblo palestino.

En 1974, el miembro del comité central del Partido Comunista de Cuba y Vicepresidente del Consejo de Ministros, Flavio Bravo, participa en el II Congreso del Partido Congolés del Trabajo y se entrevista con Agostinho Neto, en Brazzaville, quien le solicita una ayuda material a Cuba. Neto  habló con toda claridad de la situación de Angola y de los planes enemigos. No omitió nada, para que la dirección cubana conociera la realidad[2].

En varias ocasiones el presidente Neto había solicitado a los dirigentes cubanos ayuda en el entrenamiento del futuro ejército. Lo había hecho a principios de ese año, cuando los compañeros coronel Pina (Alfonso Pérez)[3] y Carlos Cadelo[4] viajaron al interior de Angola para conocer la situación de la guerrilla, ocasión en la cual, Neto envía una carta a la dirección del Partido Comunista de Cuba solicitando la mencionada ayuda. La última vez fue en Maputo, el 26 de junio de 1975, cuando el líder de MPLA se entrevistó con el comandante Armando Acosta[5] y la delegación cubana a los actos de la independencia de Mozambique, explicando la urgencia de la ayuda, debido a los peligros que se cernían con los planes conspirativos para desplazar al MPLA y la máxima dirección cubana respondió positivamente y una cifra de varios cientos de instructores cubanos, bajo el mando del comandante Raúl Díaz Argüelles[6], llegaron a Angola y crearon los centros de instrucción, los que desempeñaron un papel importante, pues hasta sus profesores tuvieron que hacerle frente al enemigo surafricano en la batalla de Quifangondo.

El líder del MPLA, de quien Fidel dijera en la entrevista que concediera a Ignacio Ramonet: “el presidente del MPLA, Agostinho Neto, insigne y prestigioso líder que organizó y dirigió la lucha de su pueblo durante muchos años y contaba con el apoyo de todos los pueblos africanos y el reconocimiento del mundo”.[7]

El enemigo quiere impedir a toda costa la proclamación de la independencia anunciada por el MPLA y se lanza al ataque en la Batalla de Quifangondo del 8 de noviembre de 1975. Fue un combate librado entre el MPLA (a través de su brazo armado: las FAPLA), junto a las tropas cubanas; y la FNLA, con el apoyo de los ejércitos del Zaire de Mobutu Sese Seko y de Sudáfrica. La batalla se inició el 10 de noviembre de 1975​ y fue determinante para la independencia de Angola.

La dirección del Partido Comunista de Cuba decidió enviar con toda urgencia un batallón de tropas regulares con armas antitanques, para apoyar a los patriotas angolanos en su resistencia a la invasión de los racistas sudafricanos. Esta fue la primera unidad de tropas cubanas enviadas a Angola. Y cuando arribó al país, por el norte, los intervencionistas extranjeros estaban a 25 kilómetros de Luanda, su artillería de 140 milímetros bombardeaba los alrededores de la capital y los fascistas sudafricanos habían penetrado ya más de 700 kilómetros por el sur desde las fronteras de Namibia, mientras Cabinda era defendida heroicamente por los combatientes del MPLA con un puñado de instructores cubanos”.

Batalla crucial, pues el enemigo invasor intentaba ocupar la capital, Luanda e impedir la proclamación de la independencia por el MPLA. La victoria alcanzada por las fuerzas angolanas y cubanas fue de gran trascendencia en la vida de Angola.

En abril de 1976 el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias el General de Ejercito Raúl Castro Ruz visita Angola y examina con el presidente Neto un calendario de retirada de tropas cubanas y de mutuo acuerdo se establece un proceso, pero este se paralizaba por las nuevas amenazas provenientes de Zaire y el enemigo imperialista.

En todo ese tiempo fui testigo de excepción de los desvelos del Presidente Neto por la educación y la enseñanza de las jóvenes generaciones. Él, hombre de profunda cultura, estaba muy consciente de la necesidad de atender esa esfera, y puedo decir que a ello dedicó esfuerzos, horas de trabajo y de vigilia. Veía muy lejos, ese poeta de la revolución y de la lucha liberadora, pues decía que el futuro del país estaría garantizado, si sus jóvenes eran preparados adecuadamente. Relanzar la economía era otro de sus desvelos, y muchos de los técnicos cubanos que él solicitó, conocieron de su meticuloso interés en esas actividades. El presidente no era un hombre que obrara por impulsos, era muy flemático y meditaba cada paso. Fue un hombre que sufrió mucho durante el proceso de la lucha liberadora, conoció de humillaciones, de lo amargo de las traiciones, de las debilidades de los hombres, de excesos fraternos, de sueños no cumplidos, de etapas que había que quemar y de la desidia de los poderosos. Estaba muy consciente de los apetitos que concitaba su país, tan rico en recursos minerales y en feracidad de la tierra, por parte de las grandes potencias y de ciertos sectores portugueses que concibieron mantenerse en Angola.

Su paciencia, tenacidad, firmeza y la convicción de que luchaban en Angola por ideales y sueños que estaban más allá de  las fronteras de Cabinda y Cunene, son la clave esencial de lo acertado de su dirección al frente del país, en momentos aciagos y complejos. Siempre tomó decisiones para apoyar la lucha de liberación de Namibia, y ese respaldo se hizo presente en situaciones difíciles y con un alto costo para Angola. Pareja actitud adoptó para la lucha del pueblo sudafricano contra el apartheid y a favor  del ANC (Congreso Nacional Africano). Solidaridad: pasado, presente y futuro del hombre. Era, por tanto, un hombre de acrisolados principios políticos y filosóficos.

El Padre de la Patria angolana no pudo ejercer su profesión de médico, pero la que puso en práctica curaba el alma de un pueblo colonizado por los portugueses, como Martí o Fidel, quienes no pudieron dedicarse a la abogacía y el primero al igual que Neto se consagró a sanar el alma del cubano y Fidel, a la cura radical de sus males sociales.

En el  segundo aniversario de la creación de las Fuerzas Populares (Ejército) de Liberación de Angola, en sus palabras, el presidente Neto, que acababa de regresar de Cuba, ratificó que su Gobierno ayudaría a los movimientos de liberación de Namibia, Zimbabwe (Rodesia) y Africa del Sur. Pero puedo afirmar que desde muy temprano en 1976 ya estaban los combatientes de la Swapo en Angola y la decisión de ayudarlos estaba tomada en consonancia con los principios en los que se basaban Neto y el MPLA y que fueran expuestos  en su discurso de proclamación de la independencia.

En todo momento, a lo largo de sus visitas al exterior, Neto alzó su firme voz y determinación de apoyar la lucha de liberación nacional tanto en Zimbabwe, como en Namibia, al precio de enormes sacrificios, incluyendo el soportar ataques militares contra su país, con grandes pérdidas humanas y materiales. Campos de entrenamiento para preparar a combatientes de dichos países fueron autorizados por él y los dirigentes de las organizaciones liberadores iban con frecuencia a Angola o residían allí.

Siempre tuvo presente que el precio de la libertad sería elevado para Angola, como también pensaba que la libertad y seguridad de su amada patria solo estaría garantizada en la medida que el colonialismo y el apartheid fuesen eliminados del África Austral. Angola no quedó atrapada entre el pasado y el presente, su pueblo escogió por el futuro.

Para reseñar los sacrificios de Angola, por la liberación de los pueblos de Africa Austral, me permito citar al embajador Angel Dalmau, quien en sus memorias ´´De la sombra de un mamoncillo a las grandes Pirámides´´ expresa:

´´En total, fueron más de veinte mil los guerrilleros de la Swapo, el ANC y el Zapu que recibieron adiestramiento en territorio angolano entre 1976 y 1991 por parte de instructores cubanos y soviéticos…Recuerdo, por ejemplo, cuando forme parte de un grupo de militares angolanos, soviéticos y cubanos que a principios de 1979 visito el campo de entrenamiento de guerrilleros de ZAPU (Zimbabwe, antigua Rhodesia), en un lugar llamado Boma, en la provincia de Moxico, al este de Angola. Miles de hombres de aquella organización fueron entrenados alli.

Dos o tres semanas más tarde me encontraba en Luanda cuando llegó la noticia del ataque aéreo de los racistas rhodesianos al campamento. Alrededor de doscientos guerrilleros murieron y más de seiscientos resultaron heridos. Entre los fallecidos hubo seis instructores cubanos.

Otro caso parecido ocurrió en el campamento de entrenamiento del ANC de Suráfrica, en Novo Katengue, provincia de Benguela, en el oeste del país. Yo habia estado en aquel campamento acompañando al presidente del ANC, Oliver Tambo y a Jorge Risquet, para la graduación de un curso de guerrillas. Pasado algún tiempo, en marzo de 1979, ese lugar fue bombardeado por los surafricanos.´´

Todos ustedes recuerdan la cruel, barbará e injustificada matanza de Cassinga y la firme posición del gobierno de Angola de no ceder ante el chantaje y continuar apoyando a los Movimientos de Liberación Nacional.

Haber solicitado la ayuda solidaria de un país a 14 mil millas de distancia y socialista, en aquel contexto internacional, demuestra una valentía y una determinación a toda prueba. La participación cubana en la guerra de Angola ha dado lugar a mucha literatura y también a un conjunto de ideas y teorías sobre las motivaciones. El hecho encierra una nueva concepción de las relaciones entre los pueblos y pone en solfa el concepto de la solidaridad humana, que por real sorprende a muchos, al revelar en el horizonte el imparable mundo del mañana.

Ese en el que nos ayudemos de verdad, teniendo como divisa que el hombre, donde quiera que esté o del color de su piel, de las ideas, es hermano del hombre. Esos sentimientos se lo debemos a dos patricios forjadores de la nación cubana: A José Martí, quien dijo que Patria es Humanidad y a Fidel Castro, quien hizo de esa política elemento sustantivo de la vida de los cubanos.

El 23 de marzo de 1977, el Comandante en Jefe Fidel Castro visita Angola por primera vez, lo que constituyó para él un momento de profunda emoción y significado. Era la tercera ocasión en que el líder cubano se encontraba con el presidente Neto. La primera fue en Conakry, capital de la República de Guinea, en marzo de 1976, cuando se celebró el encuentro cuadripartito: Sekou Touré, Fidel Castro, Antonio Agostinho Neto y Luis Cabral,[8] presidente este último de Guinea Bissau, para examinar la situación provocada en África Austral, por la agresión surafricana a Angola. Ellos mantuvieron una extensa correspondencia personal.

En el encuentro de Conakry, el líder cubano advirtió a los racistas de Pretoria, el costo que podían tener las continuas agresiones a Angola, en esa ocasión los dirigentes surafricanos escucharon y sus tropas salieron del territorio angolano. La segunda vez fue cuando el líder del MPLA realizara una visita oficial a Cuba, en julio de 1976.

El 27 de marzo de 1977, el Comandante en Jefe Fidel Castro, pronunció en Luanda, las siguientes palabras aclaratorias sobre el tipo de relaciones que nos unían a Angola: “[…] ¿Cuál es el principio fundamental en que se basa nuestra colaboración? Nuestro respeto absoluto a la soberanía del país, nuestro respeto absoluto a las cuestiones de política interna, nuestra lealtad al MPLA, a la dirigencia del MPLA y en especial al compañero Neto […].

El presidente Agostinho Neto consagra todas las horas del día y de la noche a trabajar por el pueblo angolano. Pienso que los hombres pasan y los pueblos quedan. Pienso que ningún hombre es insustituible. Soy enemigo del culto a la personalidad. Pero sé también que en determinados momentos históricos los dirigentes juegan un papel de extraordinaria importancia. Ese fue el papel del compañero Neto en la conducción de su pueblo hacia la independencia y la revolución. Ese fue el papel del compañero Neto en la primera y segunda guerras de independencia. El prestigio del compañero Neto, su incansable lucha por la independencia de Angola, su confianza en los días difíciles de la prisión y el destierro, fueron factores fundamentales en el apoyo que el MPLA encontró entre los países revolucionarios y el movimiento progresista mundial.

[…] y por eso es que digo que al compañero Neto hay que apoyarlo, hay que defenderlo y hay que protegerlo”.[9]

Cuando se hurga en la historia y se buscan cuáles son los vasos comunicantes entre los pueblos de Cuba y Angola, encontramos que siempre nos ha caracterizado el amor irrestricto a la libertad y la lucha por ella. Los pueblos de Angola, a lo largo de la colonia, siempre lucharon contra el poder colonial; y los criollos cubanos, por cuyas venas también corre sangre de pueblos angolanos y de otros pueblos del continente africano, se caracterizan por combatir de muchas formas al opresor.

Dos poetas han inspirado y dirigido parte de nuestras luchas y sus pensamientos e ideas forman parte del ideario nacional. En Cuba José Martí y en Angola, el Padre Fundador de la nación, Antonio Agostinho Neto. Ahora añado al poeta de otro tipo, Fidel Castro Ruz, quien  soñó satisfacer los sentimientos y las aspiraciones más hondas de los seres humanos, los de la libertad y el derecho al desarrollo.

Nunca me canso de mencionar esta impresionante anécdota que refleja las relaciones entre Neto y Fidel, entre Angola y Cuba. En 1976  una depresión tropical azota Cuba y el Presidente me pide que vaya a verlo, para informarle de la situación creada por el meteoro. Después de escucharme con la paciencia que lo caracterizaba, Neto me dice: Envíele un menaje a Fidel expresándole mis pesares y mi solidaridad, en estas circunstancias y mi deseo de hacerles llegar un barco con café, para apoyarlos.

Agradecí el gesto e informamos al Comandante en Jefe, quien respondió en el acto, que le diéramos las gracias al Presidente Neto por ese inolvidable gesto y le explicáramos que nosotros no queríamos que ellos hiciéramos ese sacrificio, cuando Angola requería de todos los recursos para vencer la agresión de la cual era víctima.

Cuando trasmitamos la respuesta al Presidente angolano, éste nos miró profundamente y comentó: “Comprendo”. El mandatario aquilato el significado de la respuesta proveniente de un verdadero hermano. La ética de Fidel era monumental y debe estar presente en el quehacer de cada cubano hoy, mañana y siempre.

Neto a su muerte dejó un legado impresionante, pues ya el estado y el gobierno angoleño eran un cuerpo que se desarrollaba y cumplía  funciones esenciales, cuando el paso a la inmortalidad. Nuestro Martí, con luz anticipadora señalo: ´´Algo nace, poeta, cuando mueres´´. Una prueba de su obra la apreciamos en el hecho de que después de su desaparición física, el país continúo su marcha y MPLA, el Gobierno y el pueblo cerraron filas para lograr materializar la consolidación de la independencia de Angola. No fue un camino de rosas, más bien de espinas y de lucha, pero al final la victoria estuvo garantizada.

Las relaciones entre Cuba y Angola,  reflejan el tipo de vínculos que debería primar no solo entre los países del Tercer Mundo, sino a escala global, por su naturaleza solidaria y el respeto mutuo a la soberanía y la autodeterminación. Nosotros no colaboramos con nadie para dictarle las pautas que debe seguir. Defendemos,  el ejercicio genuino de la solidaridad internacional, que permita a los pueblos generar por sí mismos las condiciones propias para enrumbarse por los caminos del desarrollo económico y social y hacia la liberación social. Y por esa convicción el imperialismo quiere destruirnos con su criminal y cobarde bloqueo hace más de 60 años.

Gloria eterna a los caídos y regresados a la Patria, mediante la Operación Tributo.

Gloria a los valientes soldados e hijos del pueblo angolano caídos en la lucha por la independencia, la unidad territorial de Cabinda a Cunene.

Gloria eterna a los caídos por la libertad de los pueblos africanos, Viva la solidaridad entre nuestros pueblos

Vivan Fidel y Neto.


[1] Conversación que sostuve con el general Paulo Lara, hijo de Lucio Lara.

[2] En Cuba, un grupo del Partido y el Minrex,  bajo la dirección de Osmany Cienfuegos venia estudiando diariamente la situación dentro de Angola y el entorno internacional,  en previsión de una posible ayuda cubana al MPLA. Todo fue estudiado durante un año, con meticulosidad,  dada la envergadura de ese conflicto.

[3] Compañero con una gran experiencia guerrillera en Guinea Bissau, donde habia jugado un papel muy destacado. Se hacía necesario tener una visión nuestra de la situación en el campo de batalla y tanto Pina, como Carlos Cadelo cumplieron exitosamente esa tarea.

[4] Era el compañero que en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba y bajo la dirección de Osmany Cienfuegos atendía las relaciones con el MPLA.

[5] Era miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y presidente de la mayor organización de masas, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR)

[6] Comandante de las FAR (fuerzas armadas revolucionarias), habia luchado contra la tiranía de Batista. Era el jefe de la Décima dirección del MINFAR y habia jugado un papel decisivo en la victoria de la guerrilla de Guinea Bissau contra el ejército colonial portugués.  Murió en combate en Angola y fue ascendido post morten a general de brigada.

[7] Ignacio Ramonet. Cien horas con Fidel. III Edición Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2006.

[8] Luís de Almeida Cabral (Bissau, 10 de abril de 1931Torres Vedras, Portugal, 30 de mayo de 2009) fue el primer presidente de Guinea-Bissau y medio hermano de Amílcar Cabral. La familia paterna de Cabral es originaria de Cabo Verde; sin embargo, él nació en Bissau. Perteneció al movimiento de independencia establecido en 1956 como Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde (PAIGC), al igual que su medio hermano Amílcar Cabral, y condujo desde 1963 a 1974 una guerra de guerrillas contra Portugal. El ascenso de Luis Cabral al liderazgo comenzó en 1973, tras el asesinato en Conakry, Guinea, de Amílcar Cabral, el renombrado intelectual panafricano y fundador del PAIGCV.

[9] Periódico Granma, 28 de marzo de 1977.

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35 Aniversario de la firma de los Acuerdos Tripartitos entre Cuba, Angola y Sudáfrica. La impronta de Fidel.

Oscar Oramas

Contexto Internacional

La batalla  de Cuito Cuanavale constituyó un elemento crucial para el fin del Apartheid en el continente africano, afirmación en la que todos estamos de acuerdo, pero no todos tenemos las mismas percepciones sobre las causas. Pero la historia permite precisar que el 23 de marzo de 1988, el ejército surafricano sufrió una seria derrota al sureste del puente de Cuito Cuanavale, a manos de las tropas angolanas y cubanas.

Estas fuerzas sentenciaron la suerte del apartheid en Angola, el 27 de junio del propio año, con un golpe aéreo, demoledor, sobre el complejo hidráulico de Calueque, en un rumbo contrario al anterior y que sí evidenciaba la dirección principal del conflicto. El milimétrico bombardeo causó cuantiosas bajas al ejército del apartheid y no dejó margen a otra alternativa que no fuese sentarse a negociar con Angola y con Cuba.

Brilló con luz propia la elevada capacidad, moral combativa y maestría militar de los jefes, oficiales y soldados de las tropas angolano-cubanas y quedó demostrada sin lugar a dudas la superioridad aérea, antiaérea y terrestre de sus fuerzas.

Nelson Mandela considera el éxito de las FAPLA y Cuba en Cuito y Lubango un punto de inflexión en la guerra  de Angola, así como en la lucha por la independencia de Namibia.

En un complejo proceso de negociaciones los sudafricanos acordaron retirarse de Angola el 1 de septiembre de 1988 y con la aplicación de la Resolución 435 de África del Sudoeste el 1 de noviembre, lo que llevó a la independencia de Namibia. Los voceros occidentales han dicho que,  este acuerdo es consecuencia de que el coste de la guerra había aumentado drásticamente para Sudáfrica y la sociedad se habia resentido con las pérdidas de soldados. Angola y  Cuba estaban en una posición más fuerte.  La inteligencia indicaba que la Unión Soviética ya no podía sostener las fuerzas de sus aliados en el Tercer Mundo, y que Cuba estaba empezando a buscar terminar la guerra. Los cubanos a cambio iniciaron la retirada sus tropas de Angola que se prolongó hasta julio de 1991. Un acuerdo de paz mediado por el sub-secretario de Estado, para los asuntos africanos de Estados Unidos, Chester Crocker, se firmó finalmente el 22 de diciembre de 1988 en Nueva York, en la sede de las Naciones Unidas. Aquel día, un número importante de generales cubanos, encabezados por el General de Cuerpo de Ejército Abelardo Colomé Ibarra  mostraban el uniforme de las victoriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y así visitaron posteriormente a la Misión estadounidense ante la ONU

¿En qué circunstancias internacionales se producen esos hechos?

El ascenso del llamado Tercer Mundo en la arena internacional, a tal punto que Henry Kissinger dijo que, en el contexto de las Naciones Unidas, se habia instalado, la dictadura de las mayorías. El Movimiento de los Países No-Alineados habia adquirido un peso relevante en las instancias internacionales. La Union Soviética y Estados Unidos habían alcanzado la paridad estratégica, en el campo militar. El 27 de diciembre de 1979 la URSS invadió Afganistán y las tropas soviéticas tomaron Kabul y esos 10 años fueron su peor experiencia bélica, lo que afectó su imagen y debilitó al Tercer Mundo, al dividirlo. Esa invasión unió estratégicamente a China y Estados Unidos. También afecto las relaciones Cuba-URSS, porque eramos presidente de los No-alineados.

Ronald Reagan asumió la presidencia en 1981, con un programa para reducir el tamaño y alcance del gobierno a la vez que se plantaba firmeza ante la Unión Soviética y las insurgencias de izquierda en el mundo.

Reagan tenía la capacidad de asumir una postura airosa, como en sus declaraciones tras la explosión del trasbordador espacial Challenger en 1986. Su firme nacionalismo y personalidad le ganaron mucha admiración, pero estas cualidades también le permitieron escapar de las consecuencias negativas de los fracasos que ocurrieron durante su mandato, como el atentado de Beirut, el escándalo Irán-Contra, y la pasividad de su administración frente a la creciente crisis del SIDA. Reagan asumió la presidencia mientras la nación sufría una crisis de confianza. Los Estados Unidos enfrentaron desafíos clave de políticas nacionales y externas durante la presidencia de Carter—siendo los más destacados la Revolución Iraní, la toma de rehenes estadounidenses en Teherán, y la continua crisis energética

La presidencia de Reagan también se caracterizó por, por la desregularización del sistema financiero y por las rebajas sustanciales de impuestos implementadas en 1981. En su primer período, sobrevivió a un intento de asesinato, del cual Cuba lo alertó,  estableció una política dura contra los sindicatos y ordenó acciones militares en la isla caribeña independiente de Granada. Fue reelegido con una gran mayoría en las elecciones de 1984. El segundo periodo de Reagan estuvo marcado principalmente por asuntos de política exterior, siendo los más importantes el fin de la Guerra Fría, el bombardeo de Libia y la revelación del escándalo Irán-Contra. Previamente el presidente había ordenado un masivo incremento militar para la lucha  contra la URSS, dejando atrás la estrategia de la distención. Describió públicamente a la URSS como el «imperio del mal» y apoyó a los movimientos anticomunistas en todo el mundo a través de la denominada Doctrina Reagan. Negoció un Tratado para el desarme nuclear con  Mijaíl Gorbachov, logrando la reducción de los arsenales nucleares de ambos países. Implantó la llamada revolución conservadora y en su fobia anticomunista apoyó a la dictadura militar de El Salvador, la represión en Guatemala, los grupos de extrema derecha en Nicaragua y las sangrientas dictaduras militares de Chile y Argentina, y urdió la invasión contra Granada.

Desencadenó la carrera armamentista y el  primer paso fue el despliegue de misiles Pershing II en Alemania, transformando de esta forma a Europa en un posible campo de batalla en caso de enfrentamiento contra los países integrantes del Pacto de Varsovia. El 23 de marzo de 1983 pronuncia un discurso en el que anuncia el lanzamiento de un programa de armamento espacial llamado Iniciativa de Defensa Estratégica, rebautizada rápidamente como «Guerra de las Galaxias», orientada a desarrollar nuevas armas que garantizaran la superioridad tecnológica occidental en un eventual conflicto nuclear con la Unión Soviética. El objetivo de esa política era obligar a la URSS a adentrarse en la carrera armamentista, la que ya venía sufriendo debido al conflicto en Afganistan,  es decir volcar su presupuesto en nuevas armas, para mantener la paridad estratégica, con lo cual sumiría a la población soviética en una situación de penurias, escaseces, lo que arrastraría al resto de los países socialistas a la debacle.

Recuerdo que en aquella época escribí la caracterización de la situación en las Naciones Unidas de la siguiente manera:

  1. Debilitamiento y disminución del grupo de países progresistas del llamado Tercer Mundo, encontrado por mí en 1984.
  2. Las grandes potencias occidentales, léase los Estados Unidos y Gran Bretaña, van imponiendo el neo-liberalismo al resto de la comunidad internacional.
  3. Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad van cerrando filas para discutir entre ellos los problemas y llevarlos en bloque al pleno del órgano.
  4. Un profundo e irreversible proceso de reversión del actual campo socialista

Vendrán momentos difíciles para todos y en especial para los países con grandes reservas de materias primas. Pero a la postre los pueblos triunfaran y una más equitativa distribución de las riquezas se impondrá, como también verá la luz un racional patrón de producción y consumo que garantice la supervivencia de la especie humana.

En lo que a Cuba concierne, el documento rector de la política fue el Informe del Comité de Santa Fe, preparado por una serie de académicos y expertos liderados por Roger Fontaine y que recomendaba la confrontación con Cuba en Centroamérica con el fin de parar la llamada subversión cubano – soviética y recuperar la hegemonía en el hemisferio. Esa repugnante acusación, ellos la formulan pero sabiendo que la política exterior cubana era y es independiente y soberana.  El 24 de febrero de 1982, ante la Asamblea General de la OEA, Reagan anuncia el fortalecimiento de las medidas anticubanas por parte de Estados Unidos y acusa a Cuba de organizar la subversión en América Central bajo las órdenes de la Unión Soviética. Declara, además, que la presencia de los MiG – 23 en Cuba, era una amenaza para Estados Unidos.   La situación devino más tensa  y el Secretario de Estado general Alexander Heig llego a plantear públicamente que habia que golpear a la fuente, que era Cuba.

La reelección de Reagan en las elecciones de noviembre de 1984 facilitó que la política de Estados Unidos hacia Cuba tomara rumbos más realistas, pero sin abandonar la confrontación como línea rectora. Estados Unidos continuó tratando de impedir que Cuba pudiera renegociar su deuda externa, lo que limitaba considerablemente su maniobrabilidad financiera; continuó negando los permisos a ciudadanos de Estados Unidos para viajar a Cuba y expulsó a varios funcionarios cubanos de la misión ante las Naciones Unidas, restringiendo la movilidad de los restantes. Durante el año  1987 la administración Reagan aumentó sus presiones sobre Cuba para que retirara sus tropas de África y dejara de apoyar a los movimientos revolucionarios en América Central. Estas presiones coincidieron con los cambios que se producían en la Unión Soviética bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, que empezaban a distanciar a la superpotencia de su aliado cubano en política exterior.

El 29 de diciembre de 1982 se produce en Moscú, una conversación entre el Segundo Secretario de nuestro Partido, Raúl Castro Ruz, con el primer secretario del PCUS, Yuri Andropov, en la que este último dijo ´´nosotros combatir en Cuba no podemos. Sencillamente porque ustedes están a 12 mil kilómetros de nosotros´´. Cuando Fidel inquiere de la URSS, que si nos continúan dando las armas y estos responden positivamente,  en consecuencia, adoptamos la doctrina militar de ´´la guerra de todo el pueblo´´ y enormes erogaciones se producen para preparar nuestra defensa.

El 8 de enero de 1984, el tema fue objeto de un amplio debate entre Fidel y Piotr Demishev, miembro suplente del Buró Político del PCUS. El dirigente cubano constató que los norteamericanos no cesan en los intentos por demostrar que el compromiso asumido por ello cuando la crisis de octubre no existe y, sin embargo, la Unión Soviética guarda silencio, como si realmente aceptara ese planteamiento norteamericano (“Memorándum of Conversation between Fidel Castro and Petr Demishev,” January 08), según el profesor Juan Sánchez.

En 1986 el vice-ministro del Minrex Raúl Roa y el que les habla, sostuvimos una conversación con el periodista francés Louis Witnitzer, de ´´Le Monde Diplomatique y el Christian Science Monitor, quien nos dijo ´´Estas observaciones son el resultado de mis estudios y  contactos personales.  Es más, si la URSS sigue como va, sin dudas  que  en ese país se producirá una explosión de grandes proporciones. La diferencia entre los rusos y el resto del país es  grande.  El  desequilibrio entre la parte asiática y  la  europea  es enorme, porque la industria se quedó en Europa, es  decir,  en Rusia, y el resto del gran país está subdesarrollado, y es chocante que un país que tiene grandes ingenios espaciales sea incapaz de desarrollar una fuerte industria ligera que satisfaga las necesidades más triviales del Hombre. La agricultura en la gran URSS es un  desastre, y las promesas de Nikita de rebasar a los Estados Unidos en la producción de cereales se han quedado en papel mojado, y hoy Moscú tiene que gastar enormes sumas de dinero en la  importación de cereales de Canadá, Argentina y de los Estados Unidos. Para  mí, el fondo de la cuestión es que la  economía  no marcha,  la productividad es muy baja, el costo de la producción es muy alto y la calidad es mala. Eso no lo puede aguantar ningún país por tiempo indefinido.  Además, los gastos militares han crecido tanto que consumen una parte muy elevada del producto interno bruto, y eso fue algo en lo cual pensaron y trabajaron cuidadosamente los Estados Unidos, para acabar con la URSS, sin tener que utilizar sus armas.

Por parte, el profesor de filosofía húngaro, Imre Marton,  me dijo en Budapest en  enero de 1988: ´´ temo que Gorbachov llegó un poco tarde.  Lo primero que él tiene como desafío es salvar el socialismo en la URSS. Allí hay una fuerte presión de las masas buscando a toda costa un mejor nivel de vida, y no sé si las fuerzas productivas instaladas puedan satisfacer esas demandas con la rapidez que quiere el pueblo. El debate ideológico se abrió con el glasnost sin mucho control, y hoy es un río en cierta medida desbordado, y lejos de fertilizar, pudre las plantas, y ahí la dirección soviética tiene un reto tremendo, porque ese proceso ya no se puede frenar, pero ¿cómo encauzarlo? Yo siempre te dije que a los países socialistas nos faltaba un más libre juego de las ideas, del debate, para que las fuerzas espirituales del Hombre se desarrollaran, y sigo creyendo en eso. Es más, pienso que la opresión de ellas es lo que ha provocado la actual situación de la URSS.

El camarada Gorbachov tendrá, y ya lo está haciendo, que concentrarse en la solución de los serios problemas económicos de la URSS. Fíjate que  esto  sucede cuando  tienen dificultades con una disminución de la producción petrolera, por agotamiento de los yacimientos, lo que ha provocado  que  le hayan dicho a los países socialistas de Europa que tienen que  ir  buscando otras fuentes de abastecimiento. ¿Te imaginas  que  eso obligará a Hungría, a todos, y en el futuro  a ustedes, a tener que comprar el petróleo en divisas convertibles, lo que  afectará el poder adquisitivo de nuestros  países para satisfacer  las demandas populares de aumentar el nivel de vida? Eso  quiere  decir que cada uno de nosotros tendrá que buscar afanosamente la solución de sus propios problemas. Quiero decirte muy francamente, Oscar, que nos esperan a todos momentos dramáticos, porque la dialéctica de la presión popular conduce a  encrucijadas que obligan a decisiones terribles.

—Entonces, Marton, ¿tú prevés retrocesos?— Sí, Oscar, pienso que muchas cosas desagradables van a ocurrir.  Aquí en Hungría nadie podrá detener cambios profundos.

Ya en su discurso el 26 de julio de 1989, en Camagüey, el Comandante en Jefe Fidel Castro había expresado: ´´Nunca ninguna administración, ni siquiera la de Reagan, fue tan triunfalista, nunca pronunció discursos tan triunfalistas. A partir de las dificultades en el campo socialista, pero fundamentalmente en algunos países socialistas, la administración de Bush viene pronunciando en los últimos meses discursos tales, que parten de la premisa de que la comunidad socialista está en su ocaso… A partir de las dificultades —que son evidentes y que todo el pueblo conoce— que han existido y existen en Polonia, de las dificultades del socialismo que han existido y existen en Hungría, Bush organizó una gira triunfal, un viaje triunfal por estos dos países en semanas recientes. Es cierto que hay dificultades allí, y él no fue por gusto a esos países, fue a alentar las tendencias capitalistas que allí se están desarrollando, y los problemas políticos que allí se han suscitado. Será obra de historiadores y de estudiosos, en algún momento, profundizar en las causas de esos problemas. Yo tengo mis ideas sobre eso, pero no es este el momento de exponerlas. «Si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!».

Tengo la más firme convicción de que Fidel, con esas y otras informaciones que llegaron a sus manos, tomó la decisión de buscar aceleradamente el proceso de negociación y lo digo porque, El Comandante en Jefe me había dado instrucciones de invitar a Javier Pérez de Cuéllar a visitar Cuba, y hago las gestiones pertinentes y el Secretario General acepta viajar a La Habana. Fidel estaba interesado en hablar tete a tete sobre África Austral y, en especial, sobre Angola, cuando estábamos negociando la retirada de las tropas cubanas, la Independencia de Namibia, y una solución global para la zona.

Después me da instrucciones de cultivar el contacto con Javier Pérez de Cuellar en Nueva York y posteriormente me envía una carta para el Secretario General muy urgente y tengo que viajar a Holanda, para entregársela.

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