El criterio de selección de los documentos responde a tres ideas básicas: 1. Junto a la clásica agresividad practicada contra Cuba por las distintas administraciones norteamericanas, ha convivido una arista menos visible de la confrontación Estados Unidos-Cuba: la negociación, el diálogo y el acercamiento; 2. Del lado cubano, en especial del líder cubano Fidel Castro, siempre ha existido la voluntad de dialogar e incluso avanzar hacia una relación más civilizada con los Estados Unidos y 3. En los distintos momentos en que se han producido acercamientos, diálogos y hasta intentos de “normalizar” las relaciones con Cuba por parte del gobierno de los Estados Unidos, jamás éste ha abandonado los objetivos estratégicos de cambio de régimen en la Isla.
Memorando sobre Cuba
Este memorando propone un curso de acción que, de tener éxito, pudiera excluir el tema de Cuba de la campaña de 1964.
No propone ofrecerle un “trato” a Castro –lo cual, desde el punto de vista político, sería mucho más peligroso que no hacer nada. Sí propone una indagación discreta acerca de la posibilidad de neutralizar a Cuba según nuestras condiciones.
Este memorando se basa en el supuesto de que, salvo que se produzca un cambio de régimen, nuestros principales objetivos políticos en Cuba sean:
- La evacuación de todo el personal militar del bloque soviético.
- El fin de las actividades subversivas de Cuba en América Latina.
- La adopción por parte de Cuba de una política de no alineamiento.
Este memorando también se basa en el supuesto de que nuestra actual política de aislamiento económico y político contra Cuba no conducirá al derrocamiento del régimen de Castro a tiempo como para excluir el tema de Cuba de la campaña de 1964. En tanto él reciba la ayuda soviética y mantenga su base de poder entre los campesinos, su posición parece estar asegurada.
De lo anterior se deduce que el efecto de nuestra actual política es esencialmente negativo:
- Aumenta el anti-americanismo de Castro y sus deseos de causarnos problemas y ponernos en situaciones embarazosas.
- Ante los ojos del mundo, compuesto en gran medida por países pequeños, nos encasilla en la postura poco atractiva de ser un país grande que trata de abusar de un país pequeño.
Como no pretendemos derrocar al régimen de Castro mediante el uso de la fuerza militar, ¿hay algo más que podamos hacer para promover los intereses de los Estados Unidos sin correr el riesgo de ser acusados de aplicar una política contemporizadora?
Según algunos diplomáticos neutrales y otros con los cuales he conversado en las Naciones Unidas y en Guinea, existen razones para creer que Castro no está contento con su actual dependencia del bloque soviético; que no se siente satisfecho con ser realmente un satélite; que el embargo comercial lo está afectando –aunque no lo suficiente como para poner en peligro su posición; y que le gustaría establecer algún tipo de contacto oficial con los Estados Unidos y dar algunos pasos para lograr la normalización de las relaciones con nosotros –aunque dicha idea no sea acogida por la mayoría de los comunistas recalcitrantes que lo rodean, como Che Guevara.
Todo esto puede ser cierto o no. Pero parecería que tendríamos algo que ganar y nada que perder si averiguáramos si Castro realmente quiere conversar y qué concesiones estaría dispuesto a hacer.
El momento y el lugar más propicio para averiguarlo serían las Naciones Unidas durante la actual Asamblea General. Sin parecer que tomamos la iniciativa de convocar una reunión, pudiéramos fácilmente engañar a los cubanos de la manera siguiente.
- Como antiguo periodista que pasó bastante tiempo con Castro en 1959, yo pudiera coordinar una reunión casual con el delegado cubano, el Dr. Lechuga. Esto pudiera hacerse mediante un intercambio de tipo social, a través de conocidos mutuos.
- Yo me referiría a mi última conversación con Castro en la cual él reiteró sus deseos de sostener relaciones amistosas con los Estados Unidos y sugeriría que, como periodista, yo tendría curiosidad por saber cómo pensaba él en estos momentos. Si Castro está dispuesto a conversar, esto sería una razón suficiente para que Lechuga regresara a mí con una invitación.
Se comprendería que yo iría a título individual pero que, por supuesto, le informaría al Presidente antes y después de la visita.
Las razones que me asisten para proponer que sea yo quien lleve a cabo esta misión son tres:
- Aunque a Castro no le gustó mi último artículo en 1959, nos llevábamos bien y yo creo que él me recuerda como alguien con quien podía hablar francamente.
- He acumulado una considerable experiencia durante los últimos diecisiete años conversando con líderes comunistas y neutrales de ambos lados de la cortina de hierro.
- Yo tengo suficiente autoridad como para convencer a Castro de que ésta sería una conversación seria. Al propio tiempo, no soy tan conocido como para que se note mi partida, mi llegada o mi regreso.
Valdría la pena hacer énfasis en otros dos aspectos:
- Esta reunión sería netamente exploratoria. Yo no haría ninguna oferta, ninguna promesa ni ningún trato. Yo simplemente lo sondearía para saber si él estaría dispuesto a dar los tres pasos que se enumeran en el párrafo tres y bajo qué condiciones. Yo le informaría al Presidente y entonces se podría tomar o no la decisión de comenzar las negociaciones.
- El riesgo de que la prensa se entere de este proyecto es mínimo. Por su parte, los cubanos no querrían que se supiera que ellos habían solicitado una reunión. Por nuestra parte, por supuesto que es importante que la menor cantidad posible de personas conozcan de esto. Pero en cualquier caso, nosotros estaríamos pisando terreno firme en tanto la invitación provenga de los cubanos, dado que nosotros siempre estaríamos dispuestos a escuchar una oferta que pudiera promover los intereses de los Estados Unidos.
Por el momento, lo único que quisiera es que se me autorice a contactar a Lechuga. Veremos qué pasa entonces.
William Attwood
Algunos argumentos en contra de la conciliación-Refutación
- Castro nunca satisfará nuestros requisitos mínimos. Refutación: Esto es probablemente cierto; sin embargo, no tenemos certeza de ello y existen motivos para pensar que sí podría hacerlo. En primer lugar, Castro puede estar llegando al punto en el que siente que, para sobrevivir, no tiene otra opción que no sea la conciliación. Puede que considere que su situación es muy sombría: “La irritante política de aislamiento de los Estados Unidos no cede y en todo caso parece estar cobrando impulso; si bien puedo vencerla cuando me lo propongo, hace todo muy difícil y frustrante, como si de por si no fuese difícil desarrollar un país en las mejores circunstancias. El programa encubierto de los Estados Unidos, los exiliados y los insurgentes internos se están volviendo más activos; como mínimo, controlar estas actividades me está costando muchos recursos. Mi programa de subversión no marcha bien y la tendencia no parece inclinarse a mi favor; incluso si fuésemos lo suficientemente afortunados como para lograr una tendencia comunista en un país de América Latina, dudo que Estados Unidos permita la existencia de “otra Cuba”. Mi situación económica interna -aún sin el huracán- es deplorable y, a pesar de la ayuda soviética, no logramos avanzar; por otro lado, las perspectivas para la mayoría del resto de los países latinoamericanos parecen ser muy buenas. Ahora los rusos están cortejando a los Estados Unidos. Yo soy una propiedad demasiado cara, particularmente teniendo en cuenta los actuales problemas económicos de la Unión Soviética. ¿Acaso me dejarán colgado de la brocha como hicieron en octubre de 1962? Los comunistas de mi régimen no son muy confiables: ¿qué se traerán entre manos?”
En segundo lugar, el mismo Castro ha hecho varios comentarios indicativos de conciliación (por ej. Donovan, Lisa Howard, Attwood). Probablemente Castro sepa muy bien cuáles son nuestras condiciones mínimas y sus señales de conciliación sean un indicio de que está más que dispuesto a satisfacerlas. Las informaciones sobre el nerviosismo de Che Guevara por la tendencia de Castro a la conciliación confirman la opinión de que el deseo de Castro de negociar es sincero y no solo un ardid para reducir la presión de los Estados Unidos sobre Cuba.
- La conciliación con Castro implica que Estados Unidos converse con él, y el hecho de que Estados Unidos quiera conversar con Castro lo liberará de las serias preocupaciones que actúan a nuestro favor. Refutación: Esto no parece ser un gran problema. En primer lugar, la naturaleza de nuestro enfoque podría reducir el riesgo. En cualquier conversación futura con los cubanos debemos mostrar una serena confianza, ser mesurados, impasibles, sin dar el menor indicio de ansiedad. Nuestra postura, por no decir nuestras palabras, debería trasladar lo siguiente: “Fidel, estamos dispuestos a dejar que los eventos sigan su curso actual. Pretendemos mantener, y cuando sea posible, aumentar nuestra presión en su contra hasta derrocarlo y estamos más que seguros de que triunfaremos. Además, puede irse olvidando de conseguir ‘otra Cuba’ en el hemisferio. Hemos aprendido nuestra lección y no permitiremos ‘otra Cuba’. Sin embargo, como personas razonables que somos, no vamos por su cabeza ni tampoco disfrutamos con el sufrimiento del pueblo cubano. Usted sabe cuáles son nuestras principales preocupaciones: el vínculo con los soviéticos y la subversión. Si usted cree que está en condiciones de disipar tales preocupaciones, probablemente podamos encontrar una manera de coexistir amigablemente y construir una Cuba próspera. Si cree que no puede hacer frente a nuestras preocupaciones, entonces olvídese del asunto; nosotros no tenemos inconveniente en mantener la situación actual. Al mismo tiempo, puede que le convenga tener en cuenta que si bien siempre nos interesará su parecer sobre el vínculo con los soviéticos y la subversión cubana, obviamente no podemos decirle en estos momentos que siempre estaremos dispuestos a negociar con usted en los mismos términos”.
En segundo lugar, nuestras acciones también pueden reducir el riesgo de quitarle preocupaciones a Castro (e inclinarlo más a aceptar nuestras condiciones). Como regla general, debemos mantener nuestra presión antes, durante y después del periodo en el que se celebren las conversaciones. Entre otras cosas, esto justifica la continuación de un programa encubierto activo. (Con respecto al ámbito soviético: mientras nos lo crean, tal vez nos convendría adoptar la postura de que (1) hemos dejado bien claro cuál es nuestra política con respecto a los ataques aéreos de los Estados Unidos y (2) no tenemos control sobre otros ataques. En este sentido, podríamos apuntar con indignación que los rusos no parecen tener control sobre los comunistas en países como Laos, Vietnam, Venezuela, Bolivia, y Colombia; estas personas, al igual que las fuerzas anticastristas, parecen resueltas a derrocar los gobiernos establecidos).
- La opinión pública estadounidense no apoyará la conciliación con Castro. Refutación: Por otro lado, la opinión pública estadounidense podría sentirse relativamente satisfecha si Castro aceptase nuestros términos y se eliminase la presencia soviética en el hemisferio. Los republicanos no estarían en condiciones óptimas para quejarse: “Estamos de acuerdo en que no todo es perfecto, pero recuerden, fueron los republicanos los que no solo permitieron que Castro tomase el poder sino que también le permitieron establecer un vínculo con los rusos. Al menos esta Administración ha roto ese vínculo y ha sacado al país tanto como ha podido del embrollo EE.UU./Cuba en el que nos metieron los republicanos”.
El verdadero problema es demostrar a la opinión pública estadounidense que hemos obtenido de Castro lo que afirmamos haber obtenido. Pero puede que no sea insuperable. Por ejemplo, debemos ser capaces de convencer al pueblo estadounidense de nuestra capacidad para monitorear la reconciliación con Castro. De hecho, sabríamos si Castro reanuda sus transmisiones incendiarias hacia América Latina; sabríamos si reanuda el entrenamiento de elementos subversivos latinoamericanos en Cuba; y sabríamos si el personal militar ruso regresa a Cuba.
- En caso de que nos reconciliásemos con Castro y este nos traicionara, nos veríamos en un lamentable aprieto (especialmente en términos públicos). Refutación: Una conciliación con Castro indudablemente implica riesgos. No obstante, una traición por parte de Castro puede que no sea un gran riesgo. Después del chasco, es difícil creer que los rusos vuelvan a tomar el mismo camino infructuoso (suponiendo que se lo permitiéramos) frente a la férrea oposición de Estados Unidos. El riesgo de una traición se reduciría mucho más si logramos que Cuba dependa de nosotros, a tal punto que lográsemos que las personas que se vinieron para acá regresasen a Cuba.
- Aún cuando la conciliación con Castro es una alternativa real, ahora no es el momento adecuado. Refutación: Es cierto que el tiempo parece estar de nuestro lado y en unos pocos meses podríamos estar en una posición mucho más ventajosa para obtener concesiones de Castro. Pero también debemos reconocer que las tendencias que hoy nos favorecen –en relación a Cuba– podrían invertirse. Por ejemplo, la preocupación de Castro por un acercamiento entre Estados Unidos y la URSS podría atenuarse de ocurrir acontecimientos no previstos que llevasen a Castro a pensar que Estados Unidos y la URSS no se van a poner de acuerdo y que la URSS decididamente no va a dejar a Cuba colgada de la brocha.
- En conclusión, un acercamiento discreto con Castro reporta numerosas ventajas. En primer lugar, un acercamiento mostraría claramente a Castro que tiene una alternativa que tal vez no esté seguro existe, es decir, convivir con Estados Unidos según los términos de Estados Unidos. En segundo lugar, aun cuando rechazase nuestra oferta, aprenderíamos mucho. ¿Rechazaría categóricamente la posibilidad? ¿Intentaría negociar los términos? ¿Cuáles términos? Sería interesante y útil conocer cuáles son para él los escollos. En tercer lugar, asumiendo que Castro no pueda aceptar nuestros términos, el mero hecho de que Estados Unidos y Cuba conversen sobre una conciliación tendería a abrir una brecha mayor entre Castro y los comunistas a ultranza en Cuba, el Che y Raúl.
Suponiendo que nuestro enfoque no libere a Castro de sus preocupaciones actuales, ello no representaría ninguna desventaja para nosotros. ¿Acaso Castro lo haría público? Podemos negarlo categóricamente diciendo, por ejemplo, “La semana pasada nos acusó de tratar de destruirlo; esta semana nos acusa de tratar de negociar con él: es solo otra de las ridículas acusaciones de Castro”. ¿Acaso Castro informaría a los rusos? La noticia probablemente no los tomaría por sorpresa si creyesen que es cierta y no una tentativa de chantaje de Castro. Ellos saben lo que pensamos del comunismo en Cuba. De hecho, podría ser otra fuente de preocupación para ellos, es decir, ¿cuán atractiva le resulta la oferta a Castro?
(Firmado)
Gordon Chase
Mensaje verbal entregado a la señorita Lisa Howard de la ABC News, el 12 de febrero de 1964, en La Habana, Cuba.
1. Sírvase decirle al Presidente Johnson que deseo sinceramente su elección a la presidencia en noviembre… aunque ya parece asegurada. Pero si hubiese algo que pueda hacer para sumarme a su mayoría (además de retirarme de la política), me sentiré feliz de cooperar. Observo con seriedad cómo los republicanos usan a Cuba como arma contra los demócratas. De modo que dígale al Presidente Johnson que me haga saber qué puedo hacer, si hay alguna cosa. Naturalmente, sé que mi ofrecimiento de ayuda sería de inmenso valor para los republicanos, de modo que este se mantendría como nuestro secreto. Pero si el Presidente desea trasladarme algún mensaje lo puede hacer a través de usted [Lisa Howard]. Él tiene que saber que puede confiar en usted; y yo sé que puedo confiar en usted para trasladar el mensaje con exactitud.
- Si el Presidente considera necesario durante la campaña hacer declaraciones belicosas sobre Cuba, o incluso tomar alguna medida hostil, si me informa, de manera oficiosa, que se requiere de una acción específica debido a consideraciones de política interna, entenderé y no tomaré ninguna medida seria de represalia.
- Dígale al Presidente que entiendo muy bien cuánto coraje político tuvo que tener el Presidente Kennedy para instruir a usted [Lisa Howard] y al embajador Attwood que telefoneara a mi ayudante en La Habana a los fines de comenzar un diálogo hacia la liquidación de nuestras diferencias. El embajador Attwood sugirió que preparara un orden del día para esas conversaciones y enviara el orden del día a mi Embajador ante las Naciones Unidas. Eso fue el 18 de noviembre. El orden del día se estaba preparando cuando llegó la noticia de que el Presidente Kennedy fue asesinado. Espero que podamos continuar pronto por donde se quedó la conversación del embajador Attwood en la llamada telefónica que hizo a La Habana… aunque estoy consciente de que las consideraciones políticas preelectorales pueden demorar este acercamiento hasta después de noviembre.
4. Dígale al Presidente (y no puedo subrayar esto con demasiada fuerza) que espero seriamente que Cuba y los Estados Unidos puedan sentarse en su momento en una atmósfera de buena voluntad y de mutuo respeto a negociar nuestras diferencias. Creo que no existen áreas polémicas entre nosotros que no puedan discutirse y solucionarse en un ambiente de comprensión mutua. Pero primero, por supuesto, es necesario analizar nuestras diferencias. Ahora considero que esta hostilidad entre Cuba y los Estados Unidos es tanto innatural como innecesaria y puede ser eliminada.
- Dígale al Presidente que no debe interpretar mi actitud conciliatoria, mi deseo de conversar como una señal de debilidad. Una interpretación así sería un grave error de cálculo. No estamos débiles… la Revolución es fuerte… muy fuerte. Nada, absolutamente nada que los Estados Unidos puedan hacer destruirá a la Revolución. Sí, somos fuertes. Y es desde esa posición de fuerza que deseamos resolver nuestras diferencias con los Estados Unidos y vivir en paz con todas las naciones del mundo.
6. Dígale al Presidente que me doy cuenta plenamente de la necesidad de reserva absoluta, si él decidiera continuar la aproximación que inició Kennedy. No revelé nada en aquel momento… No he revelado nada desde entonces… No revelaría nada ahora.
Cuba: señales de Castro que indica deseo para el diálogo con EE.UU. Memorando de conversación
DEPARTAMENTO DE ESTADO
Memorando de conversación
FECHA: el 11 de marzo de 1969 Hora: 2: 45 p.m. Lugar: Oficina del Secretario
ASUNTO: CUBA: señales de Castro que indica deseo para el diálogo con EE.UU.
PARTICIPANTES:
Extranjeros:
Alfred Fischli, Embajador de Suiza en Cuba
Felix Schnyder, Embajador de Suiza
Estados Unidos:
El Secretario Rogers
Viron P. Vaky, Secretario Interino, ARA
Wells Stabler, Director de Países, Europa/AIS
John F. Fitzgerald, Coordinador de Asuntos cubanos, ARA/ECP
Después de las cortesías, el Embajador Fischli abrió la reunión esbozando los principales problemas que involucran a Suiza como representación de intereses de Estados Unidos en Cuba–el puente aéreo de refugiados, repatriación de ciudadanos estadounidenses, presos y secuestradores estadounidenses. A continuación, el Secretario pidió al Embajador que le diga acerca de su reciente conversación con Fidel Castro.
El Embajador Fischli comenzó explicando que Castro rara vez recibe a embajadores. Dijo que en ocasiones anteriores cuando iba a visitar Estados Unidos le preguntaba a los cubanos tenían cualquier mensaje que quieran transmitir; siempre la respuesta fue negativa. A principios de este año, altos funcionarios le insinuaron que el tiempo podría estar maduro para un cambio en las relaciones estadounidense-cubanas. El 1 de febrero el Embajador fue convocado a ver a Roa, Ministro de Relaciones Exteriores, para recibir respuestas del GOC a nuestras gestiones sobre los secuestros; posteriormente fue llevado a Castro, quien pasó unos 40 minutos con Fischli y debatió los mismos puntos contenidos en la nota del GOC sobre los secuestros.
Castro se refirió a la “injerencia extranjera” en América Latina y dijo que Estados Unidos debe cesar la intervención de este tipo. Cuando el Embajador aludió a las actividades de la guerrilla, con la implicación obvia de la intervención de Cuba, Castro dijo que “deberíamos todos dejar de interferir”, agregando que la situación era tal que sólo los propios pueblos podría determinar la cuestión de la revolución.
Castro dijo que exiliados cubanos en Estados Unidos conspiraban propagar virus de la fiebre aftosa en Cuba para arruinar la industria ganadera y sondeó la disposición del Embajador a cooperar en comentar de tal complot en EE.UU. Ofreció proporcionar una prueba obtenida a través de la confesión de un infiltrado capturado. (Fischli informó esta conversación en el momento y nosotros le pedimos al Embajador que les dijera a los cubanos que no conocíamos tal complot, nos opondríamos a algo de este tipo y expresaríamos la voluntad para examinar la documentación ofrecida. Esto no ha sido proporcionado todavía.)
Castro hizo hincapié en que los cubanos que escaparon a la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo fueron recibidos como refugiados. De las respuestas que obtuvo sacó la conclusión que Castro estaba convencido de que Estados Unidos no instigó dichas fugas o las alentó, pero dijo que el mero hecho de que los fugados se les dio refugio incitó más fugas. Él solo habló sobre Guantánamo y no hizo ninguna mención a las salidas en pequeñas embarcaciones directamente a la Florida. Castro dijo que no quería construir un “muro de Berlín” alrededor de la base o incluso desplegar una o dos divisiones del ejército para sellar la frontera. No esperaba que Estados Unidos construyera su propio muro de Berlín, pero quedó implícito, que el Embajador pensaba, que él confiaba que Estados Unidos pudiera encontrar una manera de desalentar las fugas a través de Guantánamo.
El Embajador Fischli dijo que Castro le había pedido que transmitiera un mensaje de que él estaba interesado en el establecimiento de una discusión sobre esos asuntos, presumiblemente con miras limarlos hacia una distensión. Posteriormente otro oficial le dijo a Fischli que hasta donde él conocía que los rusos no sabían de esta iniciativa y que era una razón por qué los cubanos prefirieron usar al suizo como un intermediario en lugar de los checos que representa Cuba en el EE.UU.
En respuesta a las preguntas del Secretario, entonces Embajador Fischli discutió brevemente la situación interna cubana. La situación económica fue empeorando todo el tiempo y con ella la escasez de los productos alimenticios, bienes de consumo y medicamentos. Sin embargo, Castro esta firmemente sujeto a la silla de montar, sin rivales, y, en opinión del Embajador, para la mayoría la revolución era irreversible. Dijo que el efecto más contundente de la política de rechazo (bloqueo) económico de Estados Unidos fue inhabilitar a Cuba de piezas y equipos industriales importantes y por consiguiente, sería su recomendación de que estos sea las últimas restricciones que se levante. Por otra parte, consideró que la inclusión en el bloqueo de determinados elementos –especialmente productos farmacéuticos– habilitando a Castro culpar a Estados Unidos de la escasez, mientras que en realidad Cuba no compraría estas cosas, incluso si las restricciones fueron levantadas, cito el hecho de que Cuba sólo estaba comprando 31 000 dólares en drogas este año a partir de la gran empresa Suiza, CIBA.
El Embajador Fischli dijo que él no le pidió transmitir cualquier propuesta concreta cubana, sino sólo trasladar el parecer general bosquejado anteriormente. El Secretario comentó que lo que ha dicho el Embajador fue muy interesante, que consideraríamos todo esto y más tarde comunicaríamos nuestra respuesta al Embajador. El Embajador preguntó si se le podría ser autorizado a decirles algo a los cubanos, si a su regreso era preguntado. El Secretario estuvo de acuerdo en que el Embajador podría decirles a los cubanos que encontramos interesante lo que él había informado, que minuciosamente sería examinado y que un mensaje puede transmitirse a través de él en el momento oportuno. El embajador Fischli dijo que entretanto él continuaría las negociaciones en los problemas en un nivel práctico con los cubanos. Su sugerencia era que si Estados Unidos debe decidir trabajar hacia una distensión, que una serie de pasos prácticos se tome calladamente por cada lado sin llegar a acuerdo formal en esta fase. El Secretario comentó que, sin duda, el clima de opinión pública estadounidense podría ser más receptivo a la posibilidad de un cambio en nuestra postura si los cubanos hicieron algo que termine con el problema de los secuestros.
La normalización de las relaciones con Cuba
Resumen
Ambas partes creen que la normalización será un proceso prolongado, de trabajo de acuerdo con una agenda compleja, encaminado hacia el objetivo final de establecer relaciones diplomáticas. Es casi seguro que ese proceso se vea empañado por el tema de la compensación de las propiedades nacionalizadas. Nuestro interés es dejar atrás el tema de Cuba, no prolongarlo indefinidamente.
En todos los casos pertinentes, incluidos los acuerdos recientes con la República Popular China y Alemania Oriental, el tema de la compensación se ha dejado para después. En este documento se sugiere que restablezcamos las relaciones diplomáticas y consulares como parte de una negociación inicial que incluya un levantamiento parcial del “bloqueo” y el compromiso mutuo de no intervención y negociación para solucionar las reclamaciones.
ANTECEDENTES
La declaración más autorizada que hemos recibido de los cubanos respecto de la posibilidad de una normalización sigue siendo el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores del 10 de enero de 1974 (Índice A). Ese comunicado prevé un proceso que comenzará con el levantamiento, por parte de los Estados Unidos, de su embargo, y que continuará con las conversaciones sobre nuestras “diferencias”, incluida la situación de Guantánamo. Se da a entender que las relaciones diplomáticas quedarán para lo último. Nada que los cubanos hayan dicho antes o después sugiere que haya una tendencia hacia cualquier otro orden de prioridad.
La acostumbrada presunción en Washington ha sido que las relaciones diplomáticas serían el clímax de unas negociaciones exitosas en las cuales los cubanos harían concesiones fundamentales. Ese tipo de razonamiento emanó naturalmente de una situación en la cual nosotros podíamos tomar la decisión final con respecto a las sanciones de la OEA. Obviamente, los cubanos tendrían que llegar a un arreglo con el hemisferio en general antes de que las sanciones pudieran ser eliminadas. No habría ninguna razón para que los Estados Unidos se anticiparan a dicho acuerdo –y el mismo tendría que cumplir ciertas condiciones mínimas de nuestra parte.
En la medida en que se fue evidenciando que las sanciones de la OEA no podrían sostenerse, cambiamos el rumbo y decidimos contemplar la posibilidad de un enfoque paso a paso destinado a proporcionar incentivos para que los cubanos negociaran con nosotros. Tal y como apuntamos el pasado verano, una estrategia como esa tenía que basarse en un movimiento en la OEA; es decir, nosotros daríamos el primer paso fundamental y adoptaríamos una posición para las negociaciones haciendo lo necesario para eliminar las sanciones de la OEA. Previmos medidas acompañantes en cada fase con el fin de desbrozar el resto de la maleza –en particular las restricciones a terceros países y los controles sobre los viajes. Se pensaba que con ello iba a ser posible esperar un tiempo antes de abordar el elemento clave de los controles a las exportaciones directas, en espera de que Castro respondiera a la invitación.
El problema en estos momentos
Aparentemente Castro ahora no tiene ninguna razón para seguir preocupándose por las sanciones de la OEA. De hecho, ya ha logrado romper el “bloqueo” interamericano sin hacer ni una sola concesión significativa y sin haber tenido que negociar con nosotros. Él pudiera pensar que un poco de paciencia le dará los mismos resultados felices con respecto a las sanciones de los Estados Unidos. (Su más reciente declaración, que aparece en el Índice B, sugiere una actitud de inactividad benevolente en espera de que los Estados Unidos lleguen algún día a “reconocer” a Cuba). Dentro de muy poco, desde su punto de vista, y partiendo de lo que ha podido ver en el curso de la política estadounidense, no habrá mucho que negociar.
El Senador Kennedy y otros proponen reconocer esta aparente situación simplemente mediante la eliminación de nuestros controles, con lo cual se cumpliría con el requisito fundamental exigido por Castro para las “discusiones”. (Los cubanos nunca se refieren a las “negociaciones”). Una vez más, las relaciones diplomáticas supuestamente serían el resultado final, pero al menos los “asuntos relacionados con las personas” (por ejemplo, la reunificación familiar y los presos políticos) se resolverían primero.
Un enfoque más común sería pensar en términos de una posible negociación que se centrara en poner fin al embargo a cambio de un acuerdo para la compensación de las propiedades nacionalizadas. La secuencia comenzaría con algunas concesiones unilaterales mínimas de nuestra parte (quizás el fin de las sanciones a terceros países y las exportaciones); procedería con una declaración de principios conjunta de carácter político (la no intervención, “compromiso y respeto mutuos”) y continuaría con una amplia agenda de temas bilaterales. Las relaciones diplomáticas sellarían la negociación final.
El argumento en contra del enfoque de Kennedy es que estaríamos desechando nuestra única y verdadera carta para la negociación. El problema con la segunda hipótesis es que probablemente nunca se materialice. Las negociaciones se hundirían casi inevitablemente en el lodazal del tema de la compensación mientras se intensifican las presiones sobre el embargo. Es simplemente mucho más fácil para Fidel negarse a pagar la compensación que para nosotros mantener los controles sobre las exportaciones cuando nuestras corporaciones están perdiendo oportunidades de negocio.
Las concesiones vistas desde un punto de vista realista
La reevaluación de la situación debiera comenzar por el análisis de qué es lo que nosotros, de manera razonable, pudiéramos esperar ahora de Fidel, y qué es lo que nosotros, de manera tolerable, pudiéramos darle a cambio.
Castro ha dicho en repetidas ocasiones que no hará concesiones políticas. Lo dice en el sentido específico de que no renunciará a la “solidaridad revolucionaria” (también con los “Patriotas” puertorriqueños), ni prometerá ninguna modificación en sus relaciones con los soviéticos. Pero no es inconcebible prever que haya una declaración conjunta en la que ambas partes renuncien a “cualquier derecho a intervenir directa o indirectamente en los asuntos relacionados con la soberanía de las naciones de América Latina” (en las propias palabras expresadas por Cuba, Índice A). Tampoco podemos descartar una formulación similar en lo que respecta al uso del territorio de cualquier país como base para llevar a cabo una agresión armada contra el otro. Por tanto, existe cierta posibilidad para un arreglo mínimo con respecto a nuestras preocupaciones políticas tradicionales.
En relación con una de sus preocupaciones, pudiéramos acceder, sin que ello represente un gran costo, a la discusión de la situación de Guantánamo en alguna fecha no especificada en el futuro. La base ahora es más una carga que una bendición para la Marina de Guerra.
Con respecto a los “temas relacionados con las personas”, la liberación de los ocho presos políticos que reclaman la ciudadanía estadounidense debe ser asumida como un requisito para cualquier acuerdo. Podríamos también obtener cierto compromiso para efectuar consultas sobre la situación de los 800 ciudadanos con doble nacionalidad que permanecen en Cuba. La reunificación familiar y el derecho a las visitas probablemente tengan que ser temas a tratar en discusiones informales en una etapa muy posterior.
Tal y como apunta Dave Gantz (Índice C), no podemos tener la certeza absoluta de qué es lo que Fidel quiere decir cuando habla de “levantar el bloqueo”. Puede que él sea capaz de aceptar algo menos que la eliminación total de nuestros controles si el resto del paquete resulta atractivo y si las perspectivas de comercio a largo plazo fuesen lo suficientemente prometedoras.
Compensación
Pudiéramos mantener algunos elementos del embargo como instrumento para ejercer influencia, pero probablemente tengamos que autorizar un comercio limitado con Cuba para lograr un avance significativo.
Las acusaciones contra Cuba han sido radicadas por la Comisión para la Solución de Reclamaciones al Extranjero (El total asciende a casi 1.8 millones de dólares; el valor de las reclamaciones radicadas asciende a un total de 3 300 millones de dólares). Los resultados de la Comisión son inapelables; la ley no contiene ninguna disposición para la apelación ni ningún otro método para reanudar las reclamaciones respecto de las cuales se ha pronunciado una decisión judicial.
El caso reciente de Checoslovaquia es un ejemplo aleccionador de cómo se puede esperar que el Congreso enfoque el problema cubano. Llegamos a un acuerdo con los checos a fin de que pagaran aproximadamente 42 centavos por cada dólar reclamado. Hubo una fuerte oposición en el Comité de Finanzas del Senado por parte de los Senadores Long y Gravel, quienes objetaron a cualquier valor que quedase por debajo de los 100 centavos –y le preguntaron a Bob Ingersoll específicamente si el Departamento consideraba el acuerdo con los checos como una especie de precedente para las reclamaciones contra Cuba. Finalmente, Gravel logró enmendar la Ley de Reforma del Comercio con el fin de sabotear el acuerdo al estipular el principio de que los checos efectuaran el pago completo (sin intereses) como condición previa para la prórroga de la condición de Nación Más Favorecida y el acceso al Banco de Exportaciones e Importaciones.
El documento de trabajo que aparece en el Índice D esboza la posición expresada por Cuba en contra de la compensación, pero hace conjeturas en cuanto a que el régimen debe darse cuenta de cuán importante es solucionar el tema de las reclamaciones si se espera que Cuba obtenga beneficios significativos a partir de la reanudación de las relaciones bilaterales. Puede que a tiempo se den cuenta de ello, pero a Castro habrá que convencerlo. En todo caso, podemos esperar que Cuba riposte las reclamaciones y exija compensación por los daños causados por el “bloqueo”, los “ataques de la CIA” y cosas similares. Es evidente que no hay otra perspectiva razonable que no sean las más prolongadas y difíciles negociaciones –y un pago de 100 centavos por cada dólar reclamado es algo inconcebible.
Conclusión
Si el hecho de poner fin a este estado de “perpetuo antagonismo” tiene algún beneficio para nosotros, es el de poder eliminar el tema de Cuba de la agenda doméstica y de la agenda interamericana –y eliminar así el simbolismo de un tema intrínsecamente trivial. Este documento sugiere que la hipótesis generalmente aceptada en favor de un cambio no cumpliría ese propósito.
En el mundo real, la normalización significa tener relaciones diplomáticas. Si esas relaciones tienen que esperar a la solución del problema de la compensación podríamos estar aspirando a un debate nacional e internacional que no tendría fin. (¿Cuál de las partes es más culpable? ¿Quién empezó la pelea? ¿Acaso la expropiación condujo a la agresión, o viceversa?
Nuestra práctica en el pasado en todos los casos pertinentes ha sido dejar para después el tema de la compensación, como ocurrió más recientemente con los acuerdos con la República Popular China y Alemania Oriental. (Las negociaciones con los checos se han prolongado durante casi 30 años; las discusiones sobre las reclamaciones con los soviéticos fueron suspendidas antes de la Segunda Guerra Mundial y nunca más se han reanudado).
Una vez que se eliminen las sanciones de la OEA, pudiéramos, de manera razonable, alegar que Cuba no merece ni más ni menos que lo que establecen los precedentes.
Sin embargo, la magnitud de las reclamaciones a Cuba y las emociones en juego requerirán un compromiso evidente por parte de Cuba para con las negociaciones en materia de compensación. El interés político de Castro en hacer reclamaciones contra nosotros permitirá una formulación similar al acuerdo con Alemania Oriental, en virtud del cual cada una de las partes tiene el derecho a abordar las cuestiones de interés respecto de este asunto (Índice C). Además, los diversos incentivos en aras de promover un verdadero esfuerzo por parte de Cuba encaminados hacia una solución, siguen siendo: el fin de los controles limitados sobre las exportaciones, incluido el acceso a algunas formas de crédito en dólares estadounidenses, y lo que es más importante, la protección contra el embargo de los bienes comerciales cubanos en este país.
Por tanto, el acuerdo inicial sería algo como esto:
1) Los Estados Unidos eliminarían todos los controles sobre las subsidiarias y las exportaciones de terceros países.
2) Los Estados Unidos autorizarían, con un carácter limitado, las exportaciones directas, manteniendo en un nivel mínimo las restricciones en las esferas de la tecnología, los materiales estratégicos, el financiamiento de los bancos y la congelación de los activos cubanos que en estos momentos se encuentran en este país.
3) Los Estados Unidos estarían dispuestos a discutir la situación de Guantánamo en algún momento en el futuro.
4) Cuba accedería a contraer compromisos conjuntos en materia de no intervención e intenciones pacíficas.
5) Cuba estaría de acuerdo en negociar la solución de las reclamaciones;
6) Ambas partes estarían de acuerdo en establecer relaciones diplomáticas y consulares.
Como parte de las acciones unilaterales, nosotros eliminaríamos los controles sobre los viajes y los cubanos liberarían a los ocho presos que reclaman la ciudadanía estadounidense.
Castro casi lleva la mejor parte en este acuerdo, pero tiene en sus manos la mayoría de las cartas. A la larga, la normalización quizás no resulte tan placentera para él, ya que el fin del aislamiento trae consigo presiones inevitables.
Índice A: Declaración del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Índice B: Entrevista a Castro.
Índice C: Memorando de Gantz.
Índice D: Documento de trabajo sobre la compensación de las reclamaciones.
Índice E: Lista de control de Cuba
(Firmado)
ARA: HWShlaudeman:mph
27 de marzo de 1975
Resumen de cuatro conversaciones entre funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos y del Gobierno de Cuba
11 de enero de 1975
Frank Mankiewicz y Lawrence Eagleberger se reunieron con Néstor García, Primer Secretario de la Misión de Cuba ante las Naciones Unidas, y con Ramón Sánchez Parodi, quien había sido enviado desde La Habana a Nueva York para asistir a esta reunión. Este era el primer contacto oficial, pero los cubanos dijeron que no querían negociar, sino solamente escuchar y reportar a La Habana.
Ahora bien, como “comentarios personales”, Sánchez Parodi formuló y reiteró varios puntos. El bloqueo era el “único obstáculo” que impedía el comienzo del proceso de negociaciones para la normalización de las relaciones. Consideraban que el acuerdo sobre los secuestros era un gesto amistoso por parte de Cuba, pero que creían que los Estados Unidos no habían respondido adecuadamente, por ejemplo, restringiendo las actividades terroristas por parte de los exiliados cubanos en la Florida.
Los cubanos preguntaron si los Estados Unidos permitirían a los diplomáticos cubanos acreditados ante las Naciones Unidas viajar a Washington, y Eagleberger dijo que podría autorizarse.
A continuación, Eagleberger planteó verbalmente seis puntos autorizados por el Secretario de Estado. Los Estados Unidos estaban listos para mejorar las relaciones con Cuba siempre que se hiciera sobre la base de la reciprocidad atendiendo a los asuntos de ambos países. Aunque no pidió que Cuba desistiera de “su estructura interna o método de gobierno”, los Estados Unidos consideraban que “Cuba debía seguir una política exterior independiente”. Eagleberger añadió entonces que, personalmente, no creía que los Estados Unidos podrían levantar el embargo a menos que Cuba tomara algunas medidas apropiadas. A su vez, los cubanos dejaron entrever que no estaban pidiendo la eliminación total del embargo, sino solamente la flexibilización del embargo y de las sanciones sobre el comercio de terceros países o las subsidiarias extranjeras de las corporaciones de los Estados Unidos. (En la reunión de la OEA celebrada en agosto de 1975 se levantó el embargo multilateral y, por consiguiente, los Estados Unidos flexibilizaron su embargo con respecto a terceros países.)
9 de julio de 1975
Eagleberger y William D. Rogers se reunieron con los dos cubanos en Nueva York para analizar una agenda, reiterar el interés de Kissinger, e informar a los cubanos acerca del esfuerzo previsto por parte de los Estados Unidos de eliminar las sanciones multilaterales en la reunión de la OEA en San José.
El debate de las cuestiones fue la parte más interesante. Los cubanos dijeron que estaban dispuestos a analizar los asuntos, pero que no negociarían hasta tanto no se eliminara el bloqueo. Eagleberger dijo que en el Medio Oriente había sido útil un enfoque por pasos, y que pensaba que deberíamos intentar el mismo enfoque. Rogers dijo que ambas partes tal vez podrían convenir en una secuencia de acciones recíprocas.
- Mientras Rogers especificaba el problema de la compensación, los cubanos se referían a una categoría mucho más amplia de “reclamaciones”, y dijeron que esas reclamaciones contra los Estados Unidos incluían la Bahía de Cochinos y el embargo.
- Sobre la cuestión de los ocho presos políticos estadounidenses, los cubanos dijeron: “esta no es una cuestión difícil.”
- Sobre el tema de las visitas, los cubanos dijeron que tal vez 100 familiares por semana podrían visitar el país en algún momento en el futuro”.
- Sobre la cuestión del “respeto mutuo”, Rogers dijo que Cuba no debería ser una base para operaciones militares ofensivas, y que Puerto Rico “también es importante”. Los cubanos respondieron que las actividades de los Estados Unidos en el hemisferio, por ejemplo, Chile y la República Dominicana, también debían ser objeto de análisis en relación con este tema de la agenda, así como Guantánamo y las actividades de la CIA. Los cubanos dijeron que consideraban que Puerto Rico era “una cuestión colonial”.
12 de enero de 1976
Rogers comenzó diciendo que las actividades cubanas en “Angola son un obstáculo fundamental que impide toda gestión trascendental destinada a resolver las cuestiones básicas entre nosotros en estos momentos.” Pero los cubanos no tocaron este punto en lo absoluto. En cambio, dijeron que “Cuba estaba lista para la visita de los familiares”, y se analizaron algunos de los detalles.
7 de febrero de 1976
Los cubanos regresaron con instrucciones firmes sobre la forma en que se realizarían las visitas de familiares. Esas visitas no serían un flujo continuo, sino que solamente unos cuantos irían desde los Estados Unidos a Cuba por razones humanitarias.
Memorándum Política hacia Cuba
CONSEJO DE SEGURIDAD NACIONAL
8 de marzo de 1977
INFORMACIÓN
MEMORANDUM PARA: ZBIGNIEW BRZEZINSKY
DE: ROBERT A. PASTOR
ASUNTO: Política hacia Cuba – Reunión del PRC
En el Añadido A adjunto aparece el documento de análisis sobre Cuba para la reunión del PRC que se celebrará mañana; en el Añadido B aparece una tabla que agrupa los temas relacionados con la agenda Cuba – Estados Unidos según la probabilidad y facilidad de la solución, y en el Añadido C aparece un proyecto de Directiva Presidencial. Los Departamentos de Estado, Defensa, el Tesoro y Comercio apoyan esencialmente la posición del gobierno de mejorar las relaciones con Cuba. El Departamento de Comercio ha mostrado especial entusiasmo ante la perspectiva de un nuevo comercio con Cuba.
Las estrategias alternativas para las negociaciones no aparecen muy claramente definidas por la sencilla razón de que el Departamento de Estado básicamente desea que sus actuales esfuerzos sean ratificados por el PRC a fin de poder avanzar y explorar las posiciones de Cuba desde un punto de vista más oficial. Sin embargo, yo pienso que sería un error ratificar simplemente el rumbo de la actual política sin que se le dé más dirección y coherencia que la que ha tenido hasta el momento, o más de lo que recomienda el documento adjunto.
- Análisis de la política actual
Pocas esferas han estado sujetas a tanto diseño de política exterior en este primer mes como la política estadounidense hacia Cuba. El 31 de enero, el Secretario Vance dijo que no exigiría ninguna precondición en los análisis con Cuba. El 16 de febrero, el Presidente dijo que varias acciones por parte de Cuba, incluido el mejoramiento de la situación de los derechos humanos y la retirada de sus fuerzas militares de Angola, eran necesarias antes de que pudiera ocurrir una “normalización”. El 4 de marzo, el Secretario de Estado expresó, y al día siguiente el Presidente lo ratificó, que la plena normalización requeriría las condiciones mencionadas por el Presidente, pero que los análisis directos pudieran comenzar sin ninguna precondición.
Además de estas declaraciones de interés, se han adoptado varias decisiones. En respuesta a una nota enviada por el gobierno cubano con fecha 24 de enero, el Departamento de Estado envió una nota al ministro de Relaciones Exteriores de Cuba el 17 de febrero donde se expresaba que el gobierno de los Estados Unidos estaba “preparado para analizar…en fecha próxima, los temas emanados de la entrada en vigor, el 1ro de marzo de 1977, de la conservación de las zonas de pesca”. (El 4 de marzo el Secretario anunció esto en una conferencia de prensa). Sólo falta fijar la hora y el lugar para realizar estos análisis. El 1ro de marzo, el Secretario de Estado decidió permitir que las restricciones de viaje, que técnicamente impedían los viajes a Cuba, cesaran el 18 de marzo. El Secretario también aprobó el viaje a Cuba de un grupo de jugadores de baloncesto de Dakota del Sur, y Philip Habib informó al comisionado de ese deporte, Bowie Kuhn, que él podía organizar un intercambio de equipos de baloncesto.
El 5 de marzo, en respuesta a una pregunta formulada por un admirador del equipo de béisbol de los Yankees, quien estaba deseoso de ver a su equipo jugar con los cubanos en La Habana, el Presidente Carter, de modo insinuante, calificó este probable encuentro como “una posibilidad”.
El propósito de las insinuaciones, las declaraciones, y las decisiones adoptadas por el Secretario Vance y el Presidente, era tratar de crear la atmósfera y las condiciones que harían posible un movimiento hacia la normalización de las relaciones. En mi opinión, el carácter ad hoc y casi aleatorio de las declaraciones, fueron útiles en el sentido de hacer que las cosas evolucionaran, pero si las decisiones futuras no están mejor coordinadas y si no se convierten en parte de una política deliberada, pudiéramos perder el control del proceso. De hecho, puede que ya lo hayamos perdido.
Esencialmente, la pregunta que el Secretario Vance se hace a sí mismo es cómo poner en marcha el proceso. Pero esa es la pregunta fácil. La más importante y difícil –la que el documento adjunto pasa por alto- no es cómo comenzar el proceso, si no más bien cómo controlarlo y evitar que se estanque. ¿Cómo podemos nosotros tomar el control de la dirección y el ritmo del proceso para poder promover nuestros intereses?
- Objetivos
¿Qué es lo que esperamos obtener de las negociaciones? Nuestros intereses a largo plazo en normalizar las relaciones aparecen relacionados en la página 1 del estudio que se adjunta:
– Disminuir la dependencia de Cuba de la URSS;
– Proporcionarle incentivos a Cuba para que cese sus intervenciones foráneas;
– Demostrarle al Tercer Mundo nuestra voluntad de tolerar los regímenes con filosofías ideológicas o políticas diferentes;
– Mejorar la situación de los derechos humanos en Cuba; y
– Obtener una indemnización por las propiedades confiscadas.
Cuba desea a cambio que los Estados Unidos:
– Levanten el embargo;
– Pongan freno a las actividades terroristas llevadas a cabo por exiliados cubanos;
– Devuelvan Guantánamo; y
– Reconozcan sus derechos soberanos y acepten implícitamente su revolución mediante el establecimiento de relaciones diplomáticas.
Ambos países tienen un interés mutuo en lograr acuerdos sobre pesca y secuestros de aeronaves, y ambos países desean que el proceso conduzca al establecimiento de relaciones diplomáticas y comerciales.
- Estrategias de negociación
La cuestión es cómo avanzar de aquí hacia allá, especialmente cuando los Estados Unidos cuentan con una comunidad cubana que se hace oír y es propensa a la violencia, y que está profundamente comprometida con una política de hostilidad extrema hacia Castro.
El documento propone dos opciones:
1) Una estrategia paso a paso basada en gestos graduales y recíprocos.
2) O un enfoque integral en virtud del cual los Estados Unidos pudieran rápidamente levantar el embargo y establecer relaciones diplomáticas a cambio de la liberación de los presos políticos estadounidenses, el retiro de algunas tropas de África, y la liquidación de las reclamaciones.
Pienso que la dificultad que existe con la primera opción es que después que se produzcan los gestos recíprocos fáciles, las negociaciones bien pudieran empantanarse. La segunda opción es más prometedora, siempre y cuando nosotros no nos apresuremos a levantar el embargo o establecer relaciones diplomáticas hasta tanto nuestros intereses queden claramente cubiertos.
Personalmente prefiero una opción donde se combinen elementos de ambas. Tal y como aparece reflejado en la segunda, esta opción incluiría un paquete de acciones recíprocas, pero al igual que en la primera, las acciones se llevarían a cabo gradualmente, según corresponda, y de manera recíproca. Con las posibles excepciones de los acuerdos sobre pesca y secuestros aéreos que tienen plazos fijos, no se dará ningún paso hasta tanto no se negocie el paquete completo.
Sin embargo, es necesario hacer una distinción entre los tres tipos de temas y acciones (véase el añadido B).
1) Los gestos que ambas partes pudieran hacer de una forma relativamente fácil, siempre y cuando el proceso sea recíproco;
2) Los temas y cuestiones que son un poco más difíciles, pero que son negociables; y
3) Los temas y acciones, tales como las indemnizaciones y la retirada total de Angola, que no es probable que se resuelvan satisfactoriamente para nosotros en los próximos años, si es que llegan alguna vez a solucionarse.
Nuestro objetivo debe ser establecer relaciones diplomáticas y levantar el embargo total después que concluyan las negociaciones sobre el segundo grupo de temas (a la vez que, por supuesto, se trate de tomar una decisión respecto del tercer grupo). Las negociaciones respecto del tercer grupo pudieran continuar después que se restablezcan las relaciones.
Sin embargo, debemos tener el cuidado de no regalar gestos fáciles y amistosos –ya sea la eliminación de las restricciones de viajes, el intercambio de equipos deportivos, o una declaración presidencial que condene el terrorismo- hasta tanto no se nos den garantías de que habrá gestos pertinentes y recíprocos por parte de Cuba. Es posible que nosotros ya hayamos agotado todos los gestos fáciles (las restricciones de viajes, los deportes), pero como estos temas no se han anunciado públicamente, quizás pudiéramos posponer su anuncio hasta tanto no hayamos tenido algunas conversaciones exploratorias con los cubanos.
De igual forma debiéramos tener muy presente los problemas psicológicos y la perspectiva que los cubanos traerán a la mesa de negociaciones. Castro, como es típico en todos los cubanos, piensa que Cuba sólo fue verdaderamente independiente después de la revolución de 1959, y tal y como insinuara Ben Bradlee en su artículo publicado en el diario Sunday Post, la única cosa que pudiera impedir cualquier avance hacia la normalización de las relaciones es el hecho de que el gobierno de Los Estados Unidos le de lecciones a Castro públicamente sobre cualquier tema (por ejemplo, el de los derechos humanos) que Castro piense que forme parte de la recién conquistada potestad para tomar decisiones. Es mucho más probable que Castro tenga gestos respecto de los temas relacionados con los derechos humanos si no decimos nada y tenemos nosotros mismos los gestos correspondientes.
Por tanto, creo que nuestras negociaciones deben abordar tres grupos de temas en dos etapas. En la primera etapa, debemos negociar el momento oportuno y el tipo de estos gestos recíprocos; pero en la medida de lo posible, no debemos comenzar a dar esos pasos hasta tanto no se llegue a un acuerdo acerca del paquete de acciones recíprocas correspondientes al segundo grupo de temas. La segunda etapa de negociaciones comenzaría con el establecimiento oficial de relaciones diplomáticas y abordaría el tercer y más difícil grupo de temas.
Sin embargo, en estos momentos el PRC no necesita estrictamente llegar a un consenso acerca de una estrategia de negociación, pero la estrategia que he esbozado aquí al menos nos va a permitir enfocar las conversaciones exploratorias con un mejor sentido de lo que queremos obtener de ellos, y cómo conservar un capital político valioso hasta tanto podamos utilizarlo de la mejor forma en aras de lograr nuestros objetivos.
c.c.: David Aaron
Directiva presidencial. J. Carter
LA CASA BLANCA 7707356
WASHINGTON
NO CLASIFICADO (tachado) 15 de marzo de 1977
Directiva presidencial/NSC-6 (En manuscrito: Jimmy Carter)
A: El Vicepresidente
El Secretario de Estado
El Secretario de Defensa
TAMBIÉN: El Secretario del Tesoro
El Fiscal General
El Secretario de Comercio
El Representante de los Estados Unidos ante las
Naciones Unidas.
El Director de la Agencia Central de Inteligencia
ASUNTO: Cuba
Tras examinar los resultados de la reunión del Comité de Análisis de las Políticas celebrada el miércoles 9 de marzo de 1977 para debatir la política de los Estados Unidos hacia Cuba, he llegado a la conclusión de que deberíamos intentar lograr la normalización de nuestras relaciones con Cuba.
Para tal fin, deberíamos comenzar conversaciones directas y confidenciales de una manera comedida y cuidadosa con representantes del Gobierno de Cuba. Nuestro objetivo es poner en marcha un proceso que conduzca al restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba y que promueva los intereses de los Estados Unidos con respecto a:
— Lucha contra el terrorismo;
— Derechos humanos;
— Intervención foránea de Cuba;
— Compensación por Las propiedades estadounidenses expropiadas; y
— Reducción de las relaciones (políticas y militares) de Cuba con la Unión Soviética.
Los temas que deberemos abordar en las conversaciones exploratorias incluyen: fronteras marítimas y pesqueras; el acuerdo contra secuestros; la situación de los derechos humanos en Cuba (incluida la excarcelación de ciudadanos estadounidenses de las cárceles cubanas, derechos de visita, y derechos de emigración); las actividades externas de Cuba en Angola y otras partes; las actividades de Cuba con respecto a Puerto Rico; intercambios deportivos, culturales y científico-técnicos; compensación por las propiedades estadounidenses expropiadas por el Gobierno de Cuba; las posibilidades de establecer relaciones comerciales; y el establecimiento de una Oficina de Intereses de los Estados Unidos en la Embajada de Suiza.
Para implementar esta nueva política y con miras a la negociación de esos objetivos, el Secretario de Estado deberá designar a los funcionarios que comenzarán las conversaciones exploratorias con Cuba, con la intención de que propicien los pasos apropiados, recíprocos y consecutivos con miras a la normalización de las relaciones entre nuestros dos países. Luego de una ronda exploratoria de negociaciones, el Consejo de Seguridad Nacional me presentará sus recomendaciones sobre la forma en que debemos proceder.
El Secretario de Estado deberá garantizar que se informe a los gobiernos de la OTAN, el Japón y diversos gobiernos de la América Latina acerca de las iniciativas de los Estados Unidos hacia Cuba, según corresponda.
El Fiscal General deberá tomar todas las providencias necesarias permitidas por la ley para impedir actividades terroristas o toda actividad ilegal iniciada desde el territorio de los Estados Unidos contra Cuba y contra ciudadanos estadounidenses, y apresar y enjuiciar a los autores de esas actividades.
(inicialdo J.C.)
NO CLASIFICADO
Memorándum a Zbigniew Brzezinski
1º de agosto de 1977
ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL
MEMORÁNDUM PARA: ZBIGNIEW BRZEZINSKI
DE: ROBERT PASTOR
ASUNTO: Su almuerzo con el senador Church: Cuba
Su almuerzo con el senador Church servirá, entre otras cosas, como preludio a la discusión del PRC acerca de Cuba el miércoles. Lamento no poder incluir los comentarios sobre el documento del PRC en este memorándum, pero aún no lo he recibido.
Le había preparado dos temas con antelación para su reunión con Church. Con el marbete A se encuentra un memorándum de la CIA con las respuestas a las preguntas que Mark Moran me informó Church le formularía a usted. Por razones que no tengo totalmente claras, Según parece, él teme encontrarse en una situación embarazosa porque se puedan estar realizando actividades encubiertas en Cuba cuando esté allá.
Con el marbete B aparece una cronología sencilla de acontecimientos ocurridos en las relaciones entre Cuba y los EE.UU durante los últimos seis meses. Ello demuestra que ambas partes adoptaron un número de medidas considerable. Los EE.UU pusieron fin a los sobrevuelos de los SR-71 en febrero; levantaron las restricciones relativas a los pasaportes el 18 de marzo e informaron a Cuba sobre una incursión terrorista en junio. Además, el Departamento de Estado solicitó al Departamento del Tesoro expedir licencias generales para charteres aéreos y marítimos, así como para viajes de turistas a Cuba. Por su parte, Cuba manifestó, en primer lugar, el deseo de negociar directamente con el Gobierno de los EE.UU, el 26 de enero; permitió a la delegación de los EE.UU entrevistar a ciudadanos de ese país y a cuatro prisioneros estadounidenses en La Habana, en abril; entregó una lista de seis ciudadanos estadounidenses autorizados para abandonar el país y brindó información acerca de la salud de otros seis; y el 3 de junio liberó a 10 prisioneros estadounidenses.
A partir del interés mutuo, los Estados Unidos y Cuba consintieron en un Acuerdo que regula la Zona de Pesca Internacional, un acuerdo relativo a frontera marítima y Secciones de Intereses respectivas (a establecerse el 1º de septiembre).
La interrogante – – ¿cuáles son los próximos pasos? – es el tema de la reunión del PRC el miércoles, pero permítame en este memo abordar un tema afín – las actividades y relaciones de Cuba con África y la URSS y como debe vincularse esto al proceso de normalización. Espero que usted pueda darme algunas ideas al respecto antes o después de su almuerzo con Church con miras a poder realizar comentarios de manera más efectiva para la reunión del PRC.
Nuestros intereses en lograr relaciones más normales con Cuba se desglosan en tres categorías:
- Intereses estimulados y promovidos por un distrito electoral local:
derechos humanos (ciudadanos estadounidenses, prisioneros estadounidenses, familias divididas, prisioneros políticos cubanos); indemnización por propiedades nacionalizadas y comercio.
- Intereses internacionales: restricción de las actividades “revolucionarias” de Cuba en el exterior; reducción de la dependencia de Cuba de la URSS.
- Intereses mutuos: lucha contra el terrorismo; …(mutilado) no proliferación
Afirmaría que la mejor manera de lidiar con el primer y el tercer grupo de intereses sería mediante negociaciones directas. Al propio tiempo, es la peor manera de lidiar con el segundo grupo de intereses; en realidad, la consecución de nuestros intereses internacionales mediante negociaciones con Cuba frustraría a ambas partes e impediría la solución exitosa de problemas de interés tanto nacional como mutuo.
Ello obedece a dos fenómenos un tanto paradójicos. La relación de Cuba con la Unión Soviética no cambiará como resultado directo de negociaciones con los Estados Unidos, sin embargo tendría que cambiar en la medida en que se produce el proceso de normalización. Cuba no puede permitirse ni económica, ni políticamente suscitar abiertamente el antagonismo de la URSS discutiendo su relación con los EE.UU, pero en la medida en que se establezcan los vínculos comerciales y financieros con los EE.UU, Cuba de manera muy natural buscará una mayor autonomía, y eso, desde luego, significa reducir su dependencia de la URSS. Por tanto, recomendaría que no prosiguiéramos con este tema (o creásemos expectativas estadounidenses) durante las negociaciones.
Hemos considerado el aumento de las actividades de Cuba en África como una señal de interés decreciente por parte de Cuba respecto del mejoramiento de las relaciones con los EE.UU, y Kissinger unió las dos cuestiones –la retirada de Cuba de Angola a fin de lograr mejores relaciones con los EE.UU –solo para fracasar en ambas. Existe una relación entre las dos cuestiones, pero se trata de una relación inversa. Mientras Cuba intenta normalizar relaciones con las principales potencias capitalistas del mundo, Castro también experimenta una necesidad sicológica igualmente fuerte de reafirmar sus credenciales revolucionarias internacionales. No afectaremos el deseo de Castro de influir en los acontecimientos en África tratando de enlentecer o detener el proceso de normalización; este es el instrumento equivocado y no tendrá otro efecto que no sea detener el proceso de normalización y descartar la posibilidad de acumulación de influencia suficiente sobre Cuba por parte de los EE.UU, que a la larga pudiera incidir en la toma de decisiones de Castro. En diciembre de 1975, Castro dijo que los EE.UU no tenían influencia alguna sobre Cuba. “¿Qué pueden ellos (los EE.UU) quitarnos a nosotros que ya no nos hayan quitado?”. Nada. A esto se le puede llamar impotencia total. El problema es es: ¿Cómo cambiamos eso?
Debemos proseguir nuestro objetivo de restringir o impedir las actividades de Cuba en África por otros medios –abordando a los países de la línea del frente, movilizando a la opinión internacional, comenzando por América Latina, contra estas actividades. Considero que Venezuela, México, Costa Rica y Colombia— países cuya influencia y credibilidad en el mundo en desarrollo pudieran poner en peligro el aventurerismo de Cuba en Äfrica — todos se unirían a la condena a Cuba.
DESCLASIFICADO
E.O.12958, Sec. 3.6
ESTRICTAMENTE PER26/9/97 NVH RE NLC-96-198
CONFIDENCIAL POR FECHA NARS 22/1/98
Conversaciones en La Habana
LA CASA BLANCA
WASHINGTON
MEMORANDO PARA: EL PRESIDENTE
DE: ZBIGNIEW BREZEZINSKI
ASUNTO: Conversaciones en La Habana (TS)
Como usted recordará, Petter Tarnoff y Bob Pastor fueron a La Habana del 2 al 4 de diciembre por invitación del Gobierno de Cuba. El sábado 2 de diciembre sostuvieron una conversación de 5 ½ horas con el Vicepresidente Carlos Rafael Rodríguez y Raúl Valdés Vivó, Secretario de Relaciones Exteriores del Comité Central. El Presidente Castro los recibió y estuvieron conversando durante unas buenas cinco horas, desde las 10.00 p.m del domingo hasta las 3.00 a.m. de la madrugada del lunes 4 de diciembre. Se adjuntan las transcripciones de sus conversaciones. Hemos subrayado las secciones más importantes para que a usted le resulte más fácil echarle un vistazo. (TS)
Permítame recomendarle que comience por la reunión con Rodríguez. En materia de política exterior y sobre todas las cuestiones que afectan las relaciones de Cuba con los Estados Unidos, Rodríguez es la segunda persona más influyente en Cuba. Es un intelectual, se expresa razonablemente bien en inglés (su biblioteca tiene, entre centenares de volúmenes, el libro de Kalbs sobre Kissinger; de Schlesinger sobre The Imperial Presidency) y ha sido un dirigente del Partido Comunista de Cuba durante toda su vida. El tono de la conversación fue diplomático y correcto, pero las diferencias ideológicas entre las posiciones de Cuba y los Estados Unidos, particularmente en lo tocante a África, fueron más claras en las declaraciones de Rodríguez que en otras, incluidas las de Castro (págs 15 a 17). (TS)
Castro evidentemente partió del punto en que había quedado la conversación con Rodríguez. Obviamente, Castro había sido informado íntegramente. Entendió perfectamente el mensaje que Tarnoff y Pastor habían llevado y no le gustó. Si bien en la trascripción se recogen con precisión sus argumentos y la importancia que da a los detalles, no se trasmite la pasión o la fuerza que Castro, quien sorprendentemente habla con bastante suavidad, imprimió a sus argumentos. Es evidente que Castro estaba hablándole directamente a usted, y decidió que esta era su oportunidad para dar salida a los veinte años de furia que llevaba contenida dentro de sí mismo. (TS)
Tal vez más que cualquier otro líder, incluido DeGaulle, Castro habla de la “dignidad” de su nación como si él fuera Cuba. Ha gobernado a Cuba durante veinte años y, con 52 años de edad, espera mantenerse durante mucho más tiempo. Pero la impresión de que la historia está de su parte se contradice con un evidente sentido de impaciencia. (TS)
Le recomendamos a usted que se centre, en particular, en dos secciones: la declaración introductoria de Castro (págs. 2 a 5) y su declaración acerca del sobrevuelo del SR-71 (final de la pág. 12 y la 13). (TS)
Conclusiones:
El propósito de este viaje era tratar de sonsacar al líder cubano y ver si había alguna forma de que pudiera garantizar la liberación de los presos estadounidenses. Obviamente, no hubo problemas para sonsacar a Castro porque él tenía mucho que decir. Sobre los presos estadounidenses, Castro dijo que no podía liberarlos en esos momentos, pero que no cerraba las puertas a una liberación futura. (TS)
Al igual que en el pasado, gran parte de la conversación giró en torno a África. Nosotros reiteramos nuestra posición de que el embargo estaba relacionado con sus actividades en África, y ellos rechazaron eso total e inequívocamente. Dijeron que no negociaban nuestras tropas en el extranjero, y que nosotros no debíamos negociar las de ellos; ellos no tienen un embargo contra nosotros, ¿por qué nosotros mantenemos el nuestro?; ellos no van a dejar que prevalezcan los “fascistas” de Rodesia y Sudáfrica. Empero, Castro dijo que tal vez se reduzcan pronto las tropas cubanas en Etiopía, y que las retiraría de inmediato si se lo pidieran Neto o Mengistu. Los cubanos no solo rechazaron firmemente la idea de comprometerse a no intervenir en ningún lugar más de África, sino que dieron a entender que su apoyo a los movimientos de liberación podría llevarlos a allí antes de que pasara mucho tiempo. No debemos albergar ninguna ilusión acerca de sus intenciones en África. No serán de ayuda; no ven los acontecimientos en África como los vemos nosotros; probablemente ellos definen sus intereses en África de una manera diferente a la nuestra. Quieren desempeñar un papel importante en África, y si eso significa que tendrán que vivir con el embargo, están resignados a ello. (TS)
Sobre los prisioneros, a Castro le complació haber tomado la iniciativa, y fue casi petulante en la forma en que describió nuestra aparente renuncia a aceptar a los presos. Al preguntarnos nuestra posición con respecto a la reunificación de las familias –cuestión importante para la comunidad de cubanoamericanos— Castro dejó entrever que volvería en contra nuestra el argumento de los derechos humanos si no éramos más receptivos. (TS)
En resumen, estamos atascados en África. Sobre los derechos humanos, en efecto, Castro ha entendido la importancia del tema, y lo volvió contra nosotros. Sobre Puerto Rico, están comprometidos con el principio de la independencia, pero dieron la impresión de que su comportamiento se modulará conforme al tono de nuestras relaciones en el momento. (TS)