Reflexiones sobre la enseñanza y divulgación del marxismo en Cuba[i]

Olga Fernández Ríos

Agradezco que este espacio se dedique al análisis de problemas de la enseñanza  y divulgación del marxismo en Cuba, sin excluir la investigación, y desde esa perspectiva  comienzo refiriéndome a un problema del que se derivan otros: el desconocimiento bastante generalizado de qué es el marxismo, o para decirlo más suave el insuficiente conocimiento sobre el marxismo, en especial del marxismo originario o fundacional, matriz del leninismo y de la obra de otros  pensadores revolucionarios.

Sin detenernos en un rosario de ejemplos, hemos constatado que esa situación tiene que ver con prejuicios que existen y que se han diseminado a partir de tergiversaciones y dudas acumuladas sobre el marxismo, su identidad y razón de ser. También para muchos hay una imagen del marxismo como algo obsoleto o fuera de moda influido por una tendencia a  asociar las ideas de transformación a lo caduco o extemporáneo, e incluso, algo ridículo, cuando  algunos piensan que el marxismo fue producto de mentes envejecidas,  ignorando que cuando Marx y Engels escribieron el Manifiesto Comunista, el primero tenía 30 años y el segundo 28.

Lo cierto es que muchos no saben qué es el marxismo de ahí que «triunfen» los estereotipos a través de una cadena de tergiversaciones, simplificaciones y esquematismos conducentes a prejuicios acerca de esa importantísima cultura sobre el ser humano y la sociedad.

En resumen, muchos de los prejuicios acerca del marxismo son hijos de la ignorancia, y este es uno de los problemas que más afecta en la divulgación y la enseñanza del marxismo en Cuba y que deriva en la insuficiente cultura marxista que existe en nuestro país.

Lograr dar un vuelco a esa situación requiere tomar más conciencia acerca de la importancia y pertinencia del marxismo en la actualidad  y profundizar en su relectura  y en el   desmontaje de estereotipos y simplificaciones.

En esta intervención no es posible profundizar en esos temas, pero hay que recordar que en los años 90 del pasado siglo, como consecuencia del derrumbe del socialismo en Europa del Este y la URSS, en muchos lugares  el  debate sobre el marxismo se centró en la llamada crisis de esa concepción, a pesar  de no ser responsable del retorno al capitalismo en esos países. Fue un ejercicio necesario para eliminar concepciones de poca monta, pero también provocó que algunos, junto con la manualística de vulgata seudomarxista, expulsaran elementos del núcleo duro del marxismo y el leninismo.

Ello influyó en cierto debilitamiento o  subestimación de la teoría revolucionaria, incluso de otros ámbitos de la teoría en general con impactos negativos en la enseñanza de la historia y el marxismo, en particular, por ejemplo, la economía política, materia necesitada de revitalización en los currículos docentes.

Hoy,  con más racionalidad y más serenos,  sabemos que la precaria realidad en que viven más de las dos terceras partes de la humanidad aporta muchísimas más razones para continuar reivindicando el marxismo, que las razones que el fracaso del socialismo de Europa del Este  y la URSS pudieron propiciar para cuestionar su vigencia, aunque también respaldemos la  justeza de las críticas a las dañinas versiones dogmáticas del marxismo.

Lo cierto es que el contexto socioeconómico actual sigue favoreciendo la vigencia del marxismo. Bastan dos ejemplos:

1.- Porque el capitalismo mantiene la lógica de desarrollo analizada por Carlos Marx y Federico Engels desde el Manifiesto Comunista y el imperialismo se ha consolidado a través de fórmulas que superan la exportación de capitales, el colonialismo y el neocolonialismo.

2.- Porque dentro del sistema de dominación del capitalismo se ha cultivado una hegemonía cultural cuando  junto con la violencia y  la barbarie, el capitalismo muestra un rostro atractivo  que transita  a través de la cultura de la imagen y la palabra de forma tal que todo lo que le es funcional logra imponerse. Es una cara bonita que atrae con símbolos de la  cultura del entretenimiento, de los medios masivos de comunicación, la moda  y  la difusión de una ideología a favor del edulcorado modo de vida capitalista que, para millones de seres humanos es solo un ideal irrealizable. También a través de monopolizar los avances de la ciencia, la tecnología y las comunicaciones

Es una atroz anticultura y un círculo vicioso del que nunca se saldrá si no se escarba en sus causales, que es precisamente uno de los aportes del marxismo, de ahí la importancia de privilegiar el pensamiento y la cultura como armas para la transformación cuando la dominación capitalista  debe enfrentarse también desde lo cultural, a pesar de que eso entraña  muchos desafíos.

En ese empeño hay que revisitar también nuestras tradiciones nacionales en las que el marxismo se ha enraizado, en primer lugar por alimentarse de los datos que la historia y los contextos nacionales brindan, de ahí su capacidad para insertarse con fuerza protagónica en el necesario diálogo de saberes que se da en nuestro continente para reivindicar el lugar y el papel de los sectores populares, de los trabajadores, de los pueblos originarios y de las mujeres; para eliminar la cultura del silencio, del miedo y de la discriminación y dar voz a quienes han sido ignorados; para entender la naturaleza plural de los sujetos del cambio y el papel de los intelectuales que no se consideren una élite privilegiada o iluminada.

Este plano del marxismo como cultura también se relaciona con el rol que compete a la ciencia, al conocimiento y,  de manera especial, a las humanidades y las ciencias sociales en todas sus vertientes.

Lo cierto es que hay que reivindicar el efectivo poder de las ideas marxistas y de la acción revolucionaria en la búsqueda de un mundo mejor. Es un pensamiento que algunos consideran como punto de no retorno al predominio de concepciones que le precedieron, que Gramsci entendió muy bien cuando señaló que Marx inició intelectualmente una era histórica que probablemente durará siglos y Sartre la concibió como irrebasable filosofía de nuestros tiempos. [ii]

Por todo ello se impone una necesaria relectura del marxismo y de la tradición de pensamiento que generó y el desmontaje de estereotipos y simplificaciones.

Este es un plano del análisis imposible de soslayar cuando en Cuba hay búsqueda de nuevas formas de llevar a cabo la construcción del socialismo, lo que nos obliga a repensar la teoría y la práctica socialista,  a pensar las contradicciones propias de ese complejo proceso y las que surgen entre teoría y práctica cuando la primera, mal concebida, puede convertirse en una traba  del desarrollo de la sociedad socialista. Al igual ocurre si las decisiones coyunturales pierden de vista el ideal de sociedad al que se aspira.

Lo cierto es que la transición socialista requiere de fundamentos teóricos, de una teoría abierta y crítica como lo es el marxismo, capaz de  explicar la dialéctica entre interpretación, proyección y transformación de la sociedad, lo que es fundamental en los procesos de ruptura revolucionaria con el capitalismo.

Hay que reconocer los esfuerzos que en diversos ámbitos se dan en pos de esa relectura que muestre que en la concepción marxista de la nueva sociedad, no encontraremos modelos, sino fundamentos que aportan a la identidad de ese proceso. En ninguna Obra se exponen detalles o fórmulas específicas que debiera adoptar la transición socialista, no hay recetas, ni indicaciones que solo pueden trazarse a partir de los contextos históricos específicos[iii].

En otras palabras, el marxismo va a las esencias y no a las formas en que se produce la transición socialista. Precisamente esa acertada combinación de aportar un proyecto de sociedad post capitalista sin moldes preconcebidos, hace que sea una importante arma científica, ideológica y política.

Es por ello que debe emprenderse una tarea gnoseológica con relación a los fundamentos marxistas del proyecto socialista, teniendo en cuenta que siempre, de una u otra forma esa sociedad tendrá cauces inéditos, o al menos muchos de sus componentes y contradicciones, serán inéditos.

Entre esos fundamentos está concebir la nueva sociedad como cambio civilizatorio y cultural que requiere de un contradictorio período transicional que profundice en la correlación entre intereses individuales y sociales,  entre realizaciones materiales y espirituales, cultura, ética y valores, también con emociones y compromisos políticos.

Una idea clara atraviesa la concepción de Marx cuando expresó que el comunismo no es un estado que debe implantarse o un ideal al que ha de sujetarse la realidad, sino que es movimiento real cuyas condiciones se desprenden de la premisa existente. Esta tesis encierra un valor metodológico como corresponde a un concepto científicamente fundamentado. Se trata de la terrenalidad del ideal de sociedad que se levanta a partir de las condiciones históricas, de las contradicciones  e intereses que marcan un contexto social determinado.

Se trata entonces de entender el marxismo como teoría inclusiva, dialógica, transformadora, pensada para las masas populares. Mientras el capitalismo cultiva posiciones  que favorecen el exclusivismo de la política a favor de élites de poder y partidos con fines electorales, el marxismo reivindica el derecho de que todos seamos actores políticos, sujetos de la política y ese es un importante reto de la construcción del socialismo en cualquier lugar.

Por otra parte en el marxismo genuino hay historicidad y evolución conceptual  presentes  en lo que  podemos llamar el conjunto de problemáticas en torno al socialismo, como son, entre otras: las vías para la lucha revolucionaria, el rol de las clases sociales y las alianzas de clase,  la correlación entre economía y política, el poder político, el papel del Estado, las complejidades de la sociedad civil, la democracia, las subjetividades, entre otros temas.

Enfrentar las distorsiones

Otro ángulo que aporta a favor  de la relectura del marxismo, tiene que ver con el enfrentamiento a las distorsiones de que ha sido objeto, sobre todo la obra de Marx y Engels, también la de Lenin y otros pensadores.  No es posible referirnos en extenso a las variadas distorsiones que han pretendido opacar al marxismo, pero hay que alertar sobre las que afectan la comprensión del humanismo marxista y lo relacionado con los sujetos del cambio revolucionario.

Con relación a lo primero es oportuno recordar que para Marx el comunismo no es solamente una forma de organizar la producción, ni de distribuir la riqueza, sino también una forma de producir la naturaleza humana y de concebir la actividad política con un fuerte contenido ético y una orientación social a favor de la mayoría. A ello se suma lo relacionado con el vínculo entre  lo individual y lo social, por cierto tema muy tergiversado a pesar de que el marxismo apela a un nuevo concepto de individuo y sus fundadores fueron militantes revolucionarios a favor de estructuras sociopolíticas basadas en la igualdad. Nunca cercenaron el valor de lo individual en aras de lo social, sino que los relacionaron dialécticamente, a la vez que el internacionalismo y la solidaridad son también expresiones del humanismo marxista.

Con relación a los sujetos del cambio revolucionario también han existido tergiversaciones, incluyendo las que se han generalizado acerca del concepto «dictadura del proletariado» formulado para determinar la esencia clasista del nuevo del poder político, en contraposición a la dictadura de la burguesía y no como una forma de gobierno .[iv]

En relación con lo anterior hay que reconocer que en la actualidad el tema de los sujetos del cambio y de los actores sociales es más complejo que en época de Marx y Engels, también de Lenin y de muchos pensadores marxistas de las primeras décadas del siglo XX,  de ahí la defensa de un sujeto revolucionario plural como el concebido por Fidel Castro con su concepto de «pueblo, si de lucha se trata»  que reivindica la participación obrera y campesina en la lucha revolucionaria, pero con una amplia incorporación de otros sectores y clases sociales interesados en la renovación nacional. Es un concepto que  expresa la multiplicación de lo que Marx, refiriéndose al proletariado, llamó «sepulturero del capitalismo» cuando es innegable que los problemas que ha generado ese sistema y sus políticas neoliberales, hoy son enfrentados por variados sectores y se ha dado una proliferación de actores sociales que de una u otra forma buscan salida a esos problemas, de ahí que no puede negarse el papel de los movimientos sociales o nuevos actores que perfilan un sujeto del cambio que tiene una composición plural.

Pero en este terreno lo más importante es que el marxismo aporta las claves para pensar en términos de mayoría, de sectores explotados no beneficiados por el capitalismo y que reconoce la necesidad de los agentes históricos de los procesos revolucionarios con la capacidad para organizar la fuerza colectiva de las masas populares. Sin embargo eso no es suficiente para concluir con el fin del protagonismo y la vocación revolucionaria de la clase obrera cuando una de las características del capitalismo contemporáneo es la multiplicación de sepultureros que colaboran con el más antiguo e importante en el socavamiento de las estructuras de la sociedad burguesa[v].

 A propósito de la cultura marxista en Cuba

Lo planteado nos lleva a otra dimensión del análisis de la que no se habla mucho: acerca  de la cultura marxista en el contexto cubano actual entendida  como una cosmovisión no solo teórica, sino también como  actitud para enfocar los problemas de la sociedad, del ser humano, del mundo y de la transformación revolucionaria de la sociedad.

Tiene que ver  con la forma de actuar y de hacer, con las formas de análisis, del pensar, del reflexionar y de correlacionar el ser y el tener.

Es una dinámica de nuestras mentes, un estado mental plagado de una rica espiritualidad cuando el marxismo es capaz de dotarnos de conocimientos y sensibilidad para reflexionar sobre el mundo en que vivimos y para involucrarnos en su transformación revolucionaria, de ahí que lo veamos como especie de una espiritualidad cognitiva.[vi]

Cultura marxista significa tener una comprensión de la integralidad del marxismo y reconocer el carácter abierto de esa cosmovisión junto con su capacidad para auto renovarse  y enriquecerse porque uno de sus grandes méritos con alcance teórico y metodológico es que siempre se ha alimentado de los datos que la historia brinda y de los derroteros que se desprenden de cada contexto histórico y sociopolítico.

Por eso el marxismo es permanentemente inacabado, cerrarlo sería su muerte; la esencia del marxismo está en su sentido transformador y autotransformador, solo explicable a partir de la simbiosis entre teoría y práctica.

Dicho con otras palabras, teoría marxista implica a la praxis, es de ella inseparable, pero no cualquier praxis, sino la de la emancipación, la de la revolución y en esa conjugación se encuentra la originalidad del marxismo y uno de sus grandes aportes.

Y para que haya praxis  revolucionaria tiene que haber interpretación de la sociedad para poder transformarla y en ese plano es que se expresa uno de los grandes méritos del marxista y leninista Fidel Castro quien supo analizar la sociedad cubana y sus condiciones históricas y sociopolíticas para poder transformarla.

La cultura marxista entonces es una dinámica en perenne enriquecimiento por la acción revolucionaria que siempre requerirá de nuevos escalones y nuevas metas que exigirá la consecución del paradigma emancipatorio que es el socialismo.

Significa también eliminar estereotipos como por ejemplo:

— Reducir el marxismo a ser solamente una o varias asignaturas en los currículos escolares, cuando esto no basta si no contribuye a promover y fomentar cultura marxista que es una cultura del combate, de la lucha revolucionaria, de búsqueda de los resortes que favorezcan procesos emancipatorios en un sentido integral, humano y social.

— Ver el marxismo reducido a ser una utopía o un saber entre tantos o  solamente al alcance de profesionales e intelectuales. Y en este terreno podemos preguntarnos qué se hace hoy para que la teoría revolucionaria se apropie de las masas, o como quiso el Che, también se apropie de los dirigentes para que entonces pueda convertirse en fuerza material.

Cultura marxista expresa el vínculo entre cultura política, proyección ética y praxis revolucionaria que es sin dudas una forma de enfrentar los procesos de interpretación y transformación de la sociedad en que vivimos en la que se desarrolla un inédito proceso de transición socialista.

También implica generación de capacidades para el cuestionamiento al capitalismo, lo  que el marxismo realiza desde una altura intelectual que va a las esencias y no a las apariencias y significa entonces la comprensión del marxismo como arma política e ideológica capaz de movilizar a amplios sectores de la sociedad, a trabajadores, estudiantes e intelectuales y que implica una cultura acerca de la sociedad  y del ser humano.

Cultura marxista significa  reconocer que el marxismo es una guía para la acción y no un molde rígido que se impone a la realidad. A la vez comprender las capacidades que  el marxismo tiene para el análisis de sus propias tesis  que fueron concebidas en marcos y contextos históricos que han variado sensiblemente en muchos aspectos. Y es también tener en cuenta la heterogeneidad de interpretaciones que el marxismo ha suscitado.

Cultura marxista contribuye a develar las razones por las cuales el socialismo es nuestro ideal de sociedad y un proyecto en marcha que es integral, socioeconómico, político, cultural y ético que no se limita al modo de producción que le da identidad, ya que lo trasciende y se convierte en  una conciencia de ser la sociedad y lo humano en el sentido planteado por Che Guevara con su ideal de Hombre Nuevo y Fidel con su concepto de Revolución. Ambos marxistas reconocieron que el Socialismo es también conciencia al referirse al fuerte componente axiológico que encierra y que necesita.

Al final significa repensar el socialismo desde sus fuentes originales y desde nuestra realidad socio histórica en la que tradiciones nacionales, marxismo y leninismo  se imbricaron;  significa la correlación entre teoría y práctica revolucionaria para interpretar nuestra realidad y sus contradicciones, para pensar nuestras contradicciones y actuar sobre ellas para solucionarlas.

Palabras finales

Lo planteado hasta aquí es solo un acercamiento incompleto a las muchas temáticas. Si tuviera que hacer conclusiones de lo planteado en esta intervención, jerarquizaría tres ideas:

1) La obra fundacional del marxismo y la tradición de pensamiento que generó, es teoría inclusiva, dialógica, transformadora y  pensada para las masas populares, para involucrarlas en la obra colectiva que es la transición socialista.

2.- Es una concepción que no solo tiene vigencia, sino que está abierta a nuevos enriquecimientos y la relectura del marxismo debe acompañarse de la capacidad para auscultar la realidad e interpretar los contextos históricos, sociales  y culturales que posibiliten  influir en la búsqueda de una sociedad más justa y equitativa.

3.- Mientras los ideólogos del capitalismo mantienen el objetivo de imponer al mundo una ideología a favor de los intereses del capital, en Marx encontramos las claves para responder al llamado antiimperialista de José Martí y enfrentar la guerra de pensamiento que se nos hace para ganarla a pensamiento.

Notas

[i] Intervención en el espacio Dialogar, dialogar sobre problemas de la enseñanza, investigación  y divulgación del maxismo en Cuba. 23 de febrero de 2017.

[ii] Para ampliar ver  Wolfgang Fritz Haug: Axiomas de un recomienzo. Sobre la actualidad filosófica de Carlos Marx. En Marx Ahora, Nro. 30, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2010, p. 51

[iii] Al respecto Lenin señaló: “Todo el mundo sabe que el socialismo científico no ha trazado ninguna perspectiva del porvenir,  sino que se ha limitado a dar un análisis del régimen burgués contemporáneo, estudiando las tendencias de desarrollo de la organización social capitalista, y nada más (…) Todo el mundo sabe, por ejemplo, que El capital, obra principal y fundamental que expone el socialismo científico, se limita a alusiones de carácter muy general sobre el porvenir, examinando solamente los elementos ya existentes, de los que va surgiendo el régimen futuro.”178 V.I. Lenin, Quiénes son los “amigos del pueblo”, y cómo luchan contra los socialdemócratas (1894), en Escritos 178 económicos (1893-1899), t.2, p.67, y en Obras completas, t.1, p.195.

[iv]El concepto Dictadura del Proletariado fue utilizado solamente 11 veces a lo largo de la Obra de Marx y Engels y expresa lo opuesto a dictadura de la burguesía en concordancia con la concepción marxista del Estado como expresión de intereses de la clase dominante, de la clase que ostenta el poder político.  A lo largo del siglo XX el concepto  “dictadura” se utilizó con otro sentido como contraposición a democracia, fundamentalmente para definir al Estado que ejerce sus funciones a través de mecanismos y métodos represivos y coercitivos, es decir, no enfatiza en el contenido clasista del Estado, sino en los métodos para gobernar

[v]. Para ampliar ver Atilio Borón: Estado, Democracia y Movimientos Sociales en América Latina. Crisol 35, México, p. 31 y Ralph Miliband. El nuevo revisionismo en Gran Bretaña. Cuadernos políticos # 44, México1985,p. 44.

[vi] Ver intervención de Isabel Monal en el coloquio «Cultura marxista en el contexto cubano actual» organizado por la Sección de ciencias sociales de la Sociedad Económica de Amigos del País. Revista Bimestre Cubana Nro. 45, junio-diciembre de 2016.

Acerca de Dialogar, dialogar

Historiador, investigador, papá de María Fernanda y Alejandra
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Una respuesta a Reflexiones sobre la enseñanza y divulgación del marxismo en Cuba[i]

  1. S/G dijo:

    Ayer mismo estábamos reunidos los secretarios generales de la UJC de Plaza de la Revolución con algunos miembros del buró nacional y no pudeevitar sentir que cuando saque el tema de la insuficiencia en la enseñanza y la divulgación del marxismo )que la profesora Olga ha descrito de forma brillante) note cierta frialdad y poca receptividad al tema, para después ser testigo de un debate sobre el papel de la vanguardia política donde un poco de marxismo no hubiera estado de más. Hoy mismo, discutiendo con otros militantes sobre el tema, también encontré cierto prejuicio anti-teórico y ellos me decían ¿acaso no se ha teorizado demasiado durante 50 años? y hablaban de que es mejor hacer cosas prácticas, «en la concreta´´. Ese marxsimo esquemático (e inútil) que menciona la profesora ha dañado su recepción en general, pero es serio que una organización política comunista no debata y no difunda sobre marxismo(s), ni se plantee la lucha teórica como un frente de la guerra cultural. Entonces, Elier, comparto mis propuestas concretas para, desde la organización, afrontar el reto:
    1. Potenciar la reedición de las obras fundamentales de y sobre el pensamiento marxista (tanto en los formatos tradicionales como los modernos ebooks). La organización podría editarlas ella misma mediante Abril o colaborar otras instituciones que ya se han dado esta tarea.
    2. Elaborar desde la propia organización, desde sus intelectuales y militantes (o sea, nosotros los jóvenes comunistas) análisis de diversos aspectos de nuestra realidad y del mundo en clave marxista, polemizar incluso sobre aspectos importantes de la organización, y discutirlo en nuestros C/B como vía de instrucción teórico política (la org no tiene una revista teórica, la del Partido se encuentra inactiva). Puede ser un conjunto de blogs como este o uno en particular )estoy pensando en El joven cubano. por ejemplo).
    3. Crear una biblioteca/espacio marxista donde donde se puede acceder con facilidad a esos materiales, donde se encuentren concentrados y organizados y hacerlo un lugar habitual de reunión de nuestros intelectuales con los militantes y jóvenes. (EL tuyo es un espacio excelente, Elier, pero no andas con un disco duro encimacon una biblioteca marxista o con un librero).
    4. Propiciar el encuentro entre nuestros militantes, cuadros, intelectuales y los profesores de historia y marxismo del sistema de educación en seminarios sistemáticos, círculos de estudio, series de conferencias anuales, conversatorios y otros eventos que incrementen el nivel de formación teórica de todos y que se revierta en un trabajo más riguroso y más sólido.
    Las ediciones independientes de materiales marxistas son abundantes, los análisis están esperando saltar de los comentarios privados a la vista crítica del público, los libros, folletos y revistas hacen falta y los encuentros nos hacen más fuertes. Lo mejor es que no se necesita mucho para poner esto a funcionar, un puñado de militantes entusiastas, lo mejor es que tenemos más que eso, el apoyo de toda una organización.
    La teoría es (se convierte) en una fuerza objetiva cuando las masas se apoderan de ella. Pero necesitan medios para hacerlo. El marxismo (ese que tiene en Cuba al Che y a Fidel como puntos más altos) es un legado que no podemos dejarnos arrebatar. Necesitamos como defenderlo.

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