LA MANIPULACIÓN DE LA HISTORIA DE CUBA. EJEMPLOS PARA UN ANÁLISIS

René González Barrios

Intervención en el panel organizado por la Red En defensa de la humanidad “La historia a través del audiovisual” en el Congreso Pedagogía 2017, 3 de febrero de 2017, Palacio de las Convenciones, La Habana, Cuba.

Pudiera parecer herejía hablar de cine y cultura ante los panelistas que me acompañan, verdaderos gurúes en ambos temas. Lo haremos desde la perspectiva del historiador y como resultado de las experiencias de un Taller experimental llevado a efecto en el Instituto de Historia de Cuba titulado El desmontaje de la Historia de Cuba en el cine.

Para nadie es secreto que la ideología política estadounidense se sustenta, sobre todo, en el convencimiento de su superioridad cultural, haciendo de su modelo de vida, una de las fortalezas del sistema. Zbigniew Brezezinski, uno de los principales ideólogos imperiales, manifestaba en época del gobierno del presidente James Carter, entre 1977 y 1981, que “…deseaba ayudar a que Estados Unidos se ganara los corazones y las mentes de Europa del Este.” Años después, en su obra El Gran Tablero Mundial, al identificar a EEUU como única superpotencia global extensa, definía los cuatro ámbitos decisivos de su poder: militar, económico, tecnológico y cultural. Respecto a este último, refería que disfrutaba “de un atractivo que no tiene rival, especialmente entre la juventud mundial,”  y añadía:

“La dominación cultural ha sido una faceta infravalorada del poder global estadounidense. Piénsese lo que se piense acerca de sus valores estéticos, la cultura de masas estadounidense ejerce un atractivo magnético, especialmente sobre la juventud del planeta. Puede que esa atracción se derive de la cualidad hedonista del estilo de vida que proyecta, pero su atractivo global es innegable. Los programas de televisión y las películas estadounidenses representan alrededor de las tres cuartas partes del mercado global. La música popular estadounidense es igualmente dominante, en tanto las novedades, los hábitos alimenticios e incluso las vestimentas estadounidenses son cada vez más imitados en todo el mundo. La lengua de Internet es el inglés, y una abrumadora proporción de las conversaciones globales a través de ordenador se originan también en los Estados Unidos, lo que influencia los contenidos de la conversación global. Por último, los Estados Unidos se han convertido en una meca para quienes buscan una educación avanzada.”

La carrera por ganar corazones y mentes para el sueño americano, ha sido, a lo largo de la historia, sustento político de los diferentes gobiernos de Estados Unidos de América, desde los albores de su fundación como estado. A la hora de hacer política, la historia demuestra que en el caso estadounidense, no han existido escrúpulos en tergiversarla y adaptarla a sus intereses para justificar sus fines. Las sublevaciones texanas y la expansión territorial a costa de México, muestra oscuras y nauseabundas historias de manipulación mediática, en épocas en que Randolph Heart y Joseph Pulizert, aún no pugnaban por la hegemonía de los medios. Ex presidiarios y bandidos, pasaron a la posteridad como héroes.

Desde la irrupción del cine a fines del siglo XIX, fue utilizado por los políticos para manipular las multitudes y direccionar la opinión pública. La intervención en la guerra de Independencia de Cuba fue filmada en Santiago durante las acciones combativas, y en laboratorios creados al efecto en los propios Estados Unidos donde se “fabricaba” la guerra contra España.

Con los años, el cine se ha convertido para Estados Unidos en un arma poderosa de la política. Hubert Védrine, ex ministro francés de Asuntos Exteriores, afirmaba que:

“…los estadounidenses son tan poderosos porque pueden inspirar los sueños y los deseos de los demás, gracias al dominio mundial de las imágenes a través del cine y la televisión, y porque, por estas mismas razones, un gran número de estudiantes de otros países van a los Estados Unidos para terminar sus estudios.”

El profesor argentino Leandro Della Mora no duda en afirmar que

“…Hollywood es una poderosa herramienta ideológica del aparato cultural estadounidense, productor y reproductor de consenso e ideología.”

La Segunda Guerra Mundial desarrolló el cine bélico en busca de establecer lo que se ha llamado en nombrar “la cultura de la victoria”, sustentada en relatos triunfalistas. Después vendría el trauma de Viet Nam con su inevitable síndrome, y más tarde, los conflictos de la Guerra Fría, del que emergería el personaje de Rambo, invencible, y todo un símbolo imperial.

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En los primeros años del siglo XX, el cine mudo estadounidense, racista y hegemónico desde su nacimiento, trató con desprecio al pueblo cubano. A manera de ejemplo, referiré dos incidentes ocurridos en 1916. En junio se estrenó en Estados Unidos la película “My best girl”, en la cual, un soldado norteamericano sueña que disuelve, él solo, a un ejército de negros que enarbolaban, curiosamente, la bandera cubana. En agosto, cuando en las playas de Tampa se solían leer letreros de “no se admiten cubanos”, se estrenaba otra película, “La Tarántula”, donde los cubanos aparecen representados como ladrones y enemigos de Estados Unidos.

Sin embargo, nada más indignante para el pueblo cubano que la puesta en escena del filme titulado “Un mensaje a García”, que en su tercera versión de 1936, durante 85 minutos de sucesivas mentiras, trata de sustentar la falsa historia creada en febrero de 1899 por el periodista Elbert Hubbard, inmortalizando al teniente Andrew Rowan como la tipificación del “héroe americano.”

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Protagonizada por Wallace Beery, Barbara Stanwyck, y John Boles, entre otros destacados actores de entonces, el filme narra la historia del oficial estadounidense que debe entregar con urgencia un mensaje del presidente William McKinley al general insurrecto Calixto García. De principio a fin, la historia que cuenta el filme es falsa, como falsa es la contada por Hubbard.

La historia real es como sigue. El 13 de abril de 1898, el Secretario de la Guerra de los Estados Unidos, Rusell A. Alger, había solicitado al coronel Arthur L. Wagner, Jefe de la División de Información Militar, el envío de un oficial a Cuba para entrevistarse con el mando militar cubano, caracterizarlo, explorar sus necesidades más apremiantes y la disposición de cooperar con las fuerzas estadounidenses, así como la cantidad de efectivos españoles, sus planes y la dislocación de sus unidades. La selección recayó en el teniente de inteligencia militar graduado en West Point, Andrew Summers Rowan, sobre cuya figura y misión, se tejería una de las más extraordinarias y falaces leyendas de la historia militar de los Estados Unidos: el “Mensaje a García”.

En realidad, el gobierno de Estados Unidos buscaba una alianza con las tropas cubanas, sin reconocer a su gobierno. Tomás Estrada Palma, Delegado del Partido Revolucionario Cubano, de común acuerdo con autoridades norteamericanas, entregó a Rowan un salvoconducto ante los emigrados cubanos en Jamaica y los patriotas de la isla. A bordo de un bote correo mambí, que semanalmente cruzaba de Jamaica a la Ensenada de la Mora –sur de la provincia de Oriente–, capitaneado por el comandante del Ejército Libertador Gervasio Sabio, llegó a Cuba el 26 de abril. Fueron recibidos por el alférez insurrecto Fernández Barrot, quien puso a Rowan en manos del general Salvador Hernández Ríos. Este lo llevó a la ciudad de Bayamo, ante el mayor general Calixto García, adonde llegó el 1ro de mayo. Allí el teniente Rowan se entrevistó con el Jefe del Departamento Oriental para concertar los términos de una alianza militar entre las fuerzas armadas de los Estados Unidos y el Ejército Libertador.

El meteórico viaje reportó al oficial de inteligencia su ascenso al grado de teniente coronel y mucho más. En febrero de 1899, el periodista Elbert Hubbard, lo inmortalizó como la tipificación del “héroe americano”, en el artículo que con el título “Un mensaje a García”, publicó en la revista Philistine. La inescrupulosa imaginación de Hubbard, convirtió al oficial estadounidense en un héroe y en la tipificación de un modelo de liderazgo que aún, en pleno siglo XXI, se estudia y debate en las academias militares estadounidenses y en el mundo empresarial como ejemplo de independencia en el cumplimiento de misiones y eficiencia en el trabajo. Hubbard tejió una historia de peligrosas y desafiantes aventuras en torno a Rowan, llevada al cine en tres oportunidades hasta 1936. Enalteciendo al héroe fabricado, decía:

Alguien le dijo al presidente: «Hay un hombre llamado Rowan que puede encontrar a García». Rowan tomó la carta, la selló en una cartera de hule, se la amarró al pecho, hizo un viaje de cuatro días y desembarcó de noche en las costas de Cuba en un bote sin cubierta. De cómo fue que se internó en las montañas, y en tres semanas salió al otro lado de la isla, tras haber atravesado a pie un país hostil, y entregado la carta a García, son cosas que no tengo deseo especial de narrar en detalle. Pero sí quiero resaltar que el Presidente MacKinley, de los Estados Unidos, puso una carta en manos de Rowan para que éste la entregara a García. Rowan tomó la carta y nunca preguntó “¿Dónde está García?”.

He aquí un hombre cuya figura debe ser fundida en imperecedero bronce y puesta su estatua en todos los colegios del país. No solo es la enseñanza de libros lo que los jóvenes necesitan, ni la instrucción de esto o aquello, sino el fortalecimiento del carácter para que actúen con diligencia y cumplan con su deber: “Llevar el mensaje a García”.

Como manifestara el capitán del Ejército Libertador Aníbal Escalante Beatón:

“…si nos atenemos a los relatos hechos por los historiadores norteños, la hazaña del Teniente Rowan no tiene paralelo con ninguna otra de que puedan dar cuenta los anales de la historia de América. Para ellos, el Oficial yanqui cubrió una jornada épica de tal magnitud que debería su apadrinado ser declarado héroe epónimo no sólo de la Unión, sino también del Nuevo Continente.”

Y concluía

“…el viaje en si no fue otra cosa que un paseo agradable desprovisto de toda clase de peligros y angustias…”

El filme inmortalizó a Rowan como el héroe que tras vencer en desafíos y combates al enemigo español, es hecho prisionero y torturado por los españoles, para luego ser rescatado por el general García, quien agradece a Estados Unidos la independencia de Cuba. Mayor no pudo ser la ofensa a la memoria del ilustre general mambí a quien el mando militar estadounidense impidió entrar en Santiago de Cuba.

El segundo film exhibido en nuestro ciclo fue Santiago”, estrenado en 1956, dirigido por Gordon Douglas y protagonizado por Alan Ladd, y Rossana Podestà. Este inescrupuloso filme de la compañía Warner Brothers Pictures, narra la historia de un traficante de armas norteamericano que lleva un cargamento a Cuba destinado al Ejército Libertador. Alejada de todo rigor histórico, el filme muestra en 1898 a un José Martí viviendo en un palacio en Haití rodeado de esclavos –Martí había caído en combate el 19 de mayo de 1895-, y manifiesta que las armas de la expedición las llevaban a la región de Santiago de Cuba al general Antonio Maceo, muerto en combate en La Habana, en diciembre de 1896.

En un artículo publicado en el periódico Granma titulado “Recordando una película”, Rolando Pérez Betancourt, al referirse a “Santiago”, refería:

“El José Martí de Santiago (Gordon Douglas) es un viejo calvo y de vientre cervecero adornado por una banda roja. Vive en ¡1998! bajo la sombra acogedora de un palacio en Haití y de él irradia una inconfundible imagen de vividor. Ligerito de palabras, contrata los servicios de un contrabandista norteamericano (Alan Ladd) para que transporte un cargamento de armas a la provincia de Oriente. El “Maceo” que lo recibirá (también viviendo en 1998) es un soldado de aspecto siniestro y bigotillo a lo David Niven, que viste un uniforme de general, similar al del Ejército Confederado en la Guerra de Secesión. Antes, como carta de presentación, el Martí de la Warner Brothers le ha dicho al cowboy que Maceo “ha matado a dos mil soldados españoles con sus propias manos”.

Un filme indignante e hiriente para el pueblo cubano.

El tercer filme de nuestra muestra fue Che, una aberrante historia financiada y producida en Hollywood por la CIA, a solo dos años de la muerte del destacado revolucionario argentino. Con un repulsivo y grotesco Jack Palance interpretando a Fidel Castro y al destacado actor egipcio Omar Sharif en el papel del Comandante Guevara, el director Richard Fleischer se esmera en denigrar la vida de los líderes de la Revolución Cubana, a quienes muestra como disipados y faltos de escrúpulos. Del filme emerge un Che sediento de sangre, responsable de supuestos fusilamientos masivos de miles de prisioneros.images-16

Omar Sharif lamentó toda su vida haber interpretado al Che en aquella película. Un despacho cablegráfico de la Agencia EFE de fecha 5 de diciembre de 2007, fechado en El Cairo, manifestaba:

“El veterano actor egipcio Omar Sharif todavía lamenta haber interpretado en 1969 al “Ché” Guevara en una película “enteramente manipulada por la CIA” estadounidense y que ahora ve como el mayor error de su vida.

“Yo exigí hacer una película que no tuviera tono fascista”, (…)

En 1969 hacía solo dos años que el guerrillero había sido abatido en las sierras bolivianas “y todavía era un héroe increíble”, recuerda Sharif …

El galán egipcio, que está a punto de cumplir 76 años, recuerda amargamente que su papel como “Ché” tuvo cierta dignidad porque él así lo había exigido en su contrato, “pero el Fidel Castro que interpretó Jack Palance y la película en general (dirigida por Richard Fleischer) resultó un producto fascista”.

“La CIA estaba detrás, querían hacer una película que agradara a los cubanos de Miami y yo solo me di cuenta al final”, recuerda, y añade que una sala de cine de los Campos Elíseos de París fue quemada por espectadores airados por la imagen negativa que daba la película del Che y la revolución cubana.”

La cuarta muestra de nuestro ciclo resultó el documental “¿Asesinaron a Camilo?bochornoso y grotesco montaje contrarrevolucionario que argumenta la vieja tesis de una conspiración dentro del liderazgo de la Revolución Cubana para asesinar a Camilo Cienfuegos, sustentado en relato de expresos contrarrevolucionarios, traidores y mercenarios al servicio de la CIA y el gobierno de los Estados Unidos.

Para Cuba, la historia es hoy el más seguro sostén ideológico de nuestro proyecto nacional. Ella se yergue como arma e instrumento de maestros, políticos y ciudadanos, para el afianciamiento de la identidad nacional y sus más genuinos valores.

En la era del desarrollo de las infocomunicaciones, el discurso especializado debe adecuarse a los públicos metas con todo el rigor que la ciencia exige, y la frescura de pensamiento que las jóvenes generaciones demandan. Es por ello que el debate crítico intergeneracional de filmes como los citados, enriquece ideológica y culturalmente a quienes resultan más vulnerables a los desafíos de la guerra cultural. Tengamos en cuenta que cada vez es más común el acercamiento de los jóvenes a la historia a través de la literatura, y los audiovisuales, los que asumen, peligrosamente, como verdad histórica.

A la hora de evaluar los impactos de la historia en los medios audiovisuales, los especialistas se debaten en dilucidar las siguientes peculiaridades:

  1. ¿Hasta qué punto el audiovisual permite entender la Historia de manera seria y rigurosa?

  2. ¿Cuál es el valor histórico del audiovisual como documento o testimonio histórico?

  3. ¿Hasta dónde el audiovisual logra la cientificidad por sobre la propaganda política?

Debemos tener en cuenta que el audiovisual tiene códigos y lenguajes propios, y que el conocimiento histórico que trasmite, viene dado en la capacidad del realizador en seleccionar y distinguir los elementos fundamentales de la historia que narra, así como en su intencionalidad política e ideológica. El audiovisual puede convertirse en herramienta insustituible para la enseñanza de la historia y en documento histórico crítico, de obligatoria consulta.

Dadas las peculiaridades del momento histórico que hoy vive la Revolución Cubana, el estudio de la historia de la nación se torna imprescindible en pos del futuro y el análisis y debate del audiovisual, en una necesidad y una efectiva arma de combate. En su discurso por el XX Aniversario de la fundación de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, nuestro Comandante en Jefe dijo:

… Para nosotros, la historia, más que minuciosa y pormenorizada crónica de la vida de un pueblo, es base y sostén para la elevación de los valores morales y culturales, para el desarrollo de su ideología y su conciencia; es instrumento y vehículo de la Revolución.

Solo a través de la historia podremos enfrentar con éxito la avalancha cultural que el imperio trata de imponer en el mundo, y con especial énfasis, en su nueva estrategia de dominación contra la isla irredenta, rebelde y soberana.

René González Barrios es Presidente del Instituto de Historia de Cuba.

 

Acerca de Dialogar, dialogar

Historiador, investigador, papá de María Fernanda y Alejandra
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